José María Sifontes.13 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
En el concepto de prevención del crimen existe cierto nivel de confusión, y se piensa que prevención solamente incluye aquellas medidas que evitan que las personas se vuelvan criminales. La disuasión y hasta la represión son también elementos preventivos, pues evitan nuevos actos delictivos o disminuyen la probabilidad de que ocurran.
El criminal actúa bajo ciertas condicionantes psicológicas. Una de ellas es la percepción del riesgo. En su mente, además de la planificación del acto, tiene medido el riesgo de ser descubierto. Cuando el riesgo percibido es bajo y cree tener buenas posibilidades de quedar impune, actúa. Cuando percibe que el riesgo es muy alto, se detiene y espera, o aborta el plan.
Aunque las leyes y su adecuada aplicación forman la estructura base para controlar el crimen, el punto de quiebre que disminuirá eficazmente el actuar delictivo no vendrá de ese lado, vendrá de la ciencia.
La investigación científica del delito es un elemento clave en la lucha contra el crimen. Sin ésta muchos procesos no prosperan y se vuelve prácticamente necesario agarrar al criminal in fraganti para que sea castigado. El futuro está en la ciencia y la tecnología, y éstas dan señales de esperanza.
La adecuada investigación científica de los crímenes aumenta la percepción de riesgo en los criminales y es la más eficaz para modificar la voluntad delictiva.
Bases de datos procesados por computadora, técnicas balísticas modernas, estudios de fibras, pruebas de ADN, son sólo algunas de las formas de investigación que, cuando se manejan con precisión, rinden resultados concluyentes.
Una de las más recientes formas de investigación apoyadas por la tecnología es el estudio del polen. Es una de las nuevas fronteras. Resulta que los granos de polen, esas partículas microscópicas que se esparcen por el ambiente y que sirven a las plantas para su reproducción, tienen características que los hacen un medio útil para la investigación criminal. Su tamaño, forma y color son específicos para cada planta, de manera que puede conocerse con exactitud su origen.
Abundan en la tierra, en la maleza, en cualquier superficie, y por sus características físicas se adhieren con facilidad a todo con lo que hacen contacto. La Naturaleza los diseñó para que pudieran adherirse a las patas de las abejas, las polinizadoras por excelencia, pero también se adhieren a las suelas de los zapatos, a la ropa, al cabello y a la piel.
Cada sitio geográfico tiene una específica combinación de pólenes, pues tiene una específica --prácticamente irrepetible-- variedad de plantas. Hay variedades que son propias de una determinada región y especies poco comunes que crecen sólo en determinados lugares. De ello resulta que un perfil de pólenes es como una fotografía del sitio de donde provienen.
Una de las coartadas más comunes de los criminales es decir que estuvieron lejos de la escena del crimen. Con la investigación de pólenes esto ya no será tan fácil. Con una muestra de la tierra de sus zapatos o de sus ropas, se puede saber en qué sitios ha estado. Perfiles de pólenes pueden asociar a la víctima con el victimario. Algo muy conveniente es que, al ser los pólenes duraderos y microscópicos, el criminal ni siquiera se da cuenta que ha estado recolectando y llevando la evidencia que servirá de prueba.
El estudio del polen es una nueva herramienta en la investigación criminal. Su aplicación es reciente, pero es otra señal de que el futuro está en la ciencia.
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