No se construye patria fomentando la dependencia, sino creando las condiciones para que haya empleo y la gente pueda ganarse el pan con el sudor de su frente
15 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
No creemos que se promueva la superación de las personas, de las familias y de las comunidades, dándoles algo a cambio de nada, como en cierta forma sucede con las remesas que mucha gente recibe en nuestro país. Hay que ayudar a familias que no pueden sostenerse a sí mismas, a enfermos terminales, a niños en abandono, a incapacitados, pero nunca a adultos que pueden trabajar, más recordando a personas que no tienen brazos, que han perdido una pierna, a ciegos y otros minusválidos, pero que con mucha fuerza de voluntad han logrado superar sus limitaciones y se sostienen por propio esfuerzo.
La mayoría de nosotros conoce gente así y admira sus conquistas. Los más efectivos programas de mejoramiento social no son los que distribuyen víveres, edifican viviendas mínimas o dan bonos a los viejos, sino los que promueven la creación de empleo, que mejoran los servicios de las comunidades, que reparan escuelas y que se esfuerzan por integrar a los vecindarios en la ejecución y el financiamiento de las obras que les benefician.
Es loable el programa anunciado por el presidente Funes de construir veinticinco mil nuevas viviendas "de interés social", aunque pensamos que hay áreas que se deberían atender primero, como la reparación de escuelas en estado ruinoso, la mejoría de la red vial y la puesta en marcha del ahora abandonado Puerto de La Unión.
En lo que respecta a las escuelas, en muchas no hay tanques de reserva de agua, los sanitarios (y lo de "sanitarios" es un sarcasmo) son un desastre, muchos de los techos necesitan reparación… repartir casitas en lugares sin reservorios de agua o con mayores necesidades no es precisamente la mejor idea.
"Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
A lo anterior se suma otro problema: ¿Cómo se van a escoger las familias a las que se les entregarán las casas? Ya hubo, en esta tierra, construcción de apartamentos "de interés social" que, al ser asignados, dejaron descontento al lado de la alegría.
Para curarse en salud, el gobierno debe detallar cómo se van a escoger a los constructores, dónde se comprarán los materiales, en qué sitios se van a adquirir los terrenos, si las viviendas serán entregadas por sorteo abierto y público a los que califiquen, a qué obliga ese donativo (el pago mensual, mantenimiento, compromiso para ocuparse de su limpieza y orden, etcétera).
El gran riesgo, siempre, es que grupos interesados se muevan para beneficiarse con el reparto de las casas, como sucedió con los materiales que se entregaron a alcaldías de la entonces oposición para los terremotos de 2001. Aunque no es el caso, la manera tan torpe en que Somoza manejó la ayuda después del terremoto de Managua, en 1972, contribuyó en mucho a su caída.
Dar algo a cambio de nada envía un pésimo mensaje a la población: que no es su responsabilidad mantenerse a sí misma y conseguir vivienda, sino del gobierno (o del Estado, si se quiere). Eso destruye la dignidad del individuo y de su familia, y se convierte en un barril sin fondo, como se ha visto con las remesas, que han creado familias dependientes de sus parientes en el exterior.
No se construye patria fomentando la dependencia, sino creando las condiciones para que haya empleo y la gente pueda ganarse el pan con el sudor de su frente.
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