EDH-Editorial-Se cumplió el plazo y el diablo cobra a Fausto

 Ninguno de los programas sociales mejora de manera permanente a las familias o comunidades beneficiadas: se regala pescado en vez de enseñar a pescar

Editorial. 18 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.

Europa, como Fausto, señala un columnista del Wall Street Journal, hizo un pacto con el diablo: vendió su alma a cambio de años de igualdad social, pero ahora le toca pagar, lo que se materializa en la crisis general y la quiebra de varios países, comenzando por Grecia y siguiendo Portugal, Irlanda y España. No es difícil sacar varias conclusiones del creciente descalabro que afecta a los europeos:

--La primera, que Obama está en un similar curso llevado por su obsesión por la igualdad y los programas sociales. Hemos leído que cuando se le pregunta cómo va a sostener lo que promete, responde que con impuestos a los ricos;

--la segunda, que los Estados Unidos han logrado mantenerse, hasta ahora, relativamente inmunes a la enfermedad europea que, entre otros hechos, se evidencia por los altísimos índices de desempleo, superiores a los prevalentes en los años de la Gran Depresión (en España el desempleo afecta a cerca del veinte por ciento de los aptos para trabajar);

--la tercera, que la crisis golpea con especial fuerza a jóvenes, personas mayores, mujeres y gente con un menor nivel de educación;

--la cuarta, que Europa está económicamente estancada, como le sucede desde hace décadas a Japón; cuando no se crece, se retrocede.

El ejemplo trillado, pero irrefutable, es el del hombre a quien le dan una tarjeta con amplio crédito y se lanza a fiestas y compras. Tarde o temprano se ve forzado a pagar o le embargan sueldo, enseres domésticos y hasta su propia vivienda.

Prestar no es necesariamente malo, e inclusive es la clave del crecimiento cuando los créditos se usan para comprar herramientas, ampliar un negocio o construir infraestructura. El problema es tomar préstamos para consumo vía programas sociales, como es el caso europeo y por desgracia el salvadoreño. En vez de arreglar y equipar escuelas, se reparte dinero; en lugar de construir reservorios, se reparte semilla a la clientela política. Ninguno de los programas sociales mejora de manera permanente a las familias o comunidades beneficiadas: se regala pescado en vez de enseñar a pescar; son beneficios "no perdurables" por sí mismos.

Sin seguridad jurídica continuará la crisis

El endeudamiento europeo, cuantitativamente monstruoso, sirvió para montar un aparato benefactorista que consume muchos recursos, genera colosales burocracias y en parte también mejora la infraestructura productiva de cada país. En cada elección los candidatos ofrecen lo que no sale de sus bolsillos sino de los presupuestos públicos o los costos de operación de las empresas: más prestaciones laborales, asistencia médica, retiros tempranos, subsidios para todo lo imaginable, puentes nuevos, viviendas… una parte agregó a la infraestructura productiva, pero la mayor es para sostener un tren de vida que al cesar los préstamos tienen que ser suprimidos, a menos que se suscriban nuevos préstamos. Los préstamos, como es obvio, eventualmente se deben pagar; llega el momento del crujir de dientes, la cuenta que pasa el diablo a Fausto.

En esos espejos se debe ver el país. Endeudarse para gastar cuando se tiene muy poca capacidad de ejecución y se carece de administradores con algún grado de experiencia, es perder recursos sin provecho perdurable. Más que repartir dinero, lo que se requiere con urgencia es fortalecer las instituciones, en especial lo que toca al sistema de justicia, que se está desplomando.

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