Escrito por Edgar Alfaro Chaverri(eapoeta@yahoo.com).18 de Mayo.Tomado de Diario Co Latino.
Los geranios son plantitas ornamentales más bien chaparras, que cuando florecen suelen traer unos grandes cuetanotes engarzados en las fragantes orejitas de las flores, así como en las orejotas de los burros.
Estos cuetanotes parecen susurrarle a las coloradas florecillas, cosas indecentes e irrepetibles, cosas quizá hasta obscenas, como por ejemplo: ¡Vendete más cara no sias maje!, y cosas así por el estilo, porque algo que se arrastra no puede hacer pensar cosas buenas; o para el caso de los jumentos, que cuando el gusanote les susurra: ¡Encaprichate vos!, se encaprichan de a deveras y despotrican a coces todo cuanto hallan a su alcance.
El caso es que ayer amanecimos como encantados por el triunfo de la luz sobre las sombras, por el triunfo de las canteras sobre las carteras, y lo menos que nos esperábamos para salir de semejante ensoñación, era el sorpresivo, obsoleto y repulsivo paro de las unidades de transporte colectivo, debido a que los señores propietarios de las unidades, llamados em-pre-sa-rios, quieren a fuerza de malacrianza y leperada, incrementar el pasaje para viajar en esas ya desvencijadas reliquias muertas y revividas, a puro decreto.
¡Púchica!, si cuando llegué al travago, perdón, quise decir trabajo, las canillas me dolían como si fuera el Touré Yaya, que recibiera un patadón de un vallisoletano malintencionado, o como el empellón con que los agentes de la policía te terminan de desbisagrar las patas y que para colmo, con cierto dejo de sorna y prepotencia todavía te dicen “abrite” (aclarando que no son solo los penece, porque ya hoy, hasta la mañocipales te mandan a detener para un registro, y esto sin decir agua va), o como cuando los ladrones te zancadillan para bolsearte…
Puesí camaradas, así de talegueado me sentí ayer, con el bolsillo pisoteado; y tras corneado, apaleado, pero cuando llegué a la oficina me sentí un héroe de muchas épicas batallas —porque no tiré la toalla— y pensé en los pobrecitos geranios que se dejan dar paja para seguir en la misma maceta y en el mismo boulevard, perdón, quise decir en el mismo corredor.
Asimismo pensé en los pobrecitos pollinos que se dejan seducir por las lisonjas irreales y mezquinas de los aduladores que les ofrecen algo que nunca les van a compartir.
Evitemos el susurro de los cuétanos; evitemos la atrasada actitud de los arrogantes geranios; evitemos la terquedad de los que jamás serán briosos Rocinantes. Como dice el quinteto Tiempo: ¡Adelante, salgamos a la calle y hagamos que esto ande! Porque como dice Roque Dalton García: ¡Aliviado está el enfermo, que ya se caga en la cama! Y como suelo decir yo: ¡Con el arduo trabajo, —si es que lo tenés—la crisis se va al carajo!...
Porque, sencillamente, la cosa no es así como don Geranio —influido por el verde gusano— dice.
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