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2009/12/13

LPG-Sin debate no hay transparencia

 La Asamblea Legislativa recibió el lunes 30 de noviembre propuestas para reformar una docena de leyes. En total, eran 179 páginas. Anexo, el Ministerio de Hacienda entregó 204 páginas con cuadros comparativos entre las leyes vigentes y las propuestas para enmendarlas. Además, otras 54 páginas para presentar las sugerencias que sectores hicieron a los cambios sugeridos.

Escrito por Luis Laínez.13 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.

En total, los diputados debían leer 437 páginas para enterarse de las implicaciones de la reforma fiscal. Y eran 437 páginas de lectura densa. No era algo que podían hacer en sus ratos libres.
Una vez que entendieran la complejidad de los cambios, los legisladores debían llamar a los sectores implicados. Eso si el interés era votar a conciencia.

De ese modo, la rápida aprobación de una parte de la reforma fiscal en la sesión plenaria de hace dos días no abona en nada a la esencia misma de la Asamblea Legislativa, que es el parlamentarismo.

Cuando iniciaba en el periodismo y reporteaba en el Salón Azul, había colegas que se lamentaban de las extensas sesiones plenarias. Que mucho hablaban los diputados, que no llegaban a nada, que se insultaba, que reían, que bromeaban, que volvían a retomar el tema y que discutían horas y horas.

En esa época, la legislatura 1994-1997, Raúl Mijango era diputado por el FMLN. La plática sobre las largas sesiones se pasó hacia las diferencias que entonces existían entre las corrientes que convivían en la guerrilla devenida en partido político.

Riéndose sonoramente me dijo: “¡Eso es un avance! Antes, en lugar de discutir, nos matábamos a balazos”.

Fue entonces que comprendí la importancia de la Asamblea Legislativa. Ahí, lo importante es hablar, hablar y hablar. Exponer los puntos de vista de un partido político en particular, tratar de convencer al contrario con argumentos y negociar, en el buen sentido de la palabra.

El FMLN siempre criticó a los gobiernos de ARENA que las leyes propuestas desde el Ejecutivo solo cumplían un trámite en el Salón Azul. En esa misma legislatura, la de 1994-1997, el partido tricolor estaba en su esplendor. Llegó a tener una bancada de 42 diputados (luego de que disidentes del PDC se le sumaron) y el apoyo incondicional de tres legisladores independientes.

Lo mismo pasó en las siguientes legislaturas. El gobierno central mandaba propuestas de ley que recibían la unción de votos irreflexivos. A la larga, que los diputados no hagan su trabajo ha demostrado tener graves efectos en la vida institucional del país.

Por eso, cuando el gobierno actual asegura que la reforma está suficientemente discutida no hace más que retomar la forma de hacer política de sus predecesores.

El recién creado Consejo Económico y Social se quejó de que no fue tomado en cuenta para la reforma tributaria. El presidente Mauricio Funes dijo el viernes que esa exclusión estaba contemplada desde el principio, porque al Consejo se le asignará la tarea de concertar un pacto fiscal.

Sin embargo, aunque el Consejo lo hubiera discutido eso no hubiera llenado la misión que la Constitución reserva a la Asamblea Legislativa. Es decir, no se puede decirle a los diputados “levanten su mano, voten que este paquete ya pasó por las mentes más brillantes de El Salvador”.

Que haya sido conocido en sectores puede ser cierto, pero puede ser una exageración. En todo caso, es a la Asamblea a la que le corresponde aprobar y modificar las leyes. Y para eso debe haber un amplio debate.

debate no hay transparencia

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