Una decidida acción contra la corrupción uniría a la Nación; los “socialismos” y otras fantasías políticas por el estilo, la dividirían.
Editorial. Sábado 5 de Diciembre. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR – Mientras en los alrededores de El Salvador varias altas personalidades cayeron en manos de la justicia por graves hechos de corrupción, en nuestro país se negaba su existencia.
Algo inaudito, porque a ojos vista de la población no se ocultaban los desmanes de los políticos de turnos y cómo de un día para otro, algunos se hicieron grandes empresarios o lo que es peor, las empresas grandes se hicieron gigantes… Pero no, no había corrupción.
Los bancos fue un ejemplo: no cambiaron de nombre, sino que se dice que se los quedaron unos y se los regalaron a otros. En el mundo fue un escándalo, menos en El Salvador.
¿No debería haber una Comisión de la Verdad sobre estos desfalcos?
Claro que si. El gobierno, con la popularidad que tiene el presidente Mauricio Funes y, el FMLN, con la fuerza que está tomando, en lugar de estarse desgastando en trilladas nostalgias sobre “Socialismos” y “V Internacionales”, deberían emprender una Revolución Moral y Ética que apunte contra la corrupción.
En primer lugar, porque por medio de la corrupción hay un desangramiento financiero que afecta a la sociedad en su conjunto, a la empresa y a la inversión extranjera.
Estos serían hechos concretos sin precedentes y revolucionarios (si se quiere) en El Salvador.
Una decidida acción contra la corrupción uniría a la Nación, mientras que los “socialismos” y otras fantasías políticas por el estilo, la dividirían.
Limpiemos realmente la casa y reconstruyamos el hogar. Ello necesita unidad de la familia y nuevas perspectivas. Esperanzadoras perspectivas.
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