Comentarios mas recientes

2009/12/05

Samayoa y el imperialismo obsolescente

 Escrito por Carlos Abrego . 03 de Diciembre. Tomado de Raices.

No puede sorprenderme que con cierta picardía, acaso astucia, Joaquín Samayoa se encargue él mismo de hacer una pequeña parte de la larga letanía de acciones intervencionistas estadounidenses en el mundo, olvidándose como es natural, la que nos concierne directamente: el apoyo constante, político, económico y militar a las dictaduras salvadoreñas. Como todo buen ideólogo burgués de poca talla, Samayoa reduce el imperialismo a su descarado intervencionismo militar. Lo extraño es que olvida mentar, siquiera fuera por dignidad, el golpe de Estado en Honduras y su asolapado apoyo a los golpistas y las bases en Colombia y las amenazas que encierra la reactivación de la IV flota.

Pero según nuestro propagandista todas esas fechorías son cosas de antaño, hoy los imperialistas se portan bien, alentando a los gobiernos de izquierda surgidos en el Sur. ¿A quién alientan los Estados Unidos? ¿A Lula? ¿A Bachelet? El imperialismo yankee no puede ahora propiciar un golpe de Estado en esos países como antes, la correlación de fuerzas actuales no se lo permite. Con cierto servilismo Joaquín Samayoa nos dice que si los Estados Unidos quisieran ya hubieran derrocado a Chávez. Se olvida que propiciaron un putch en Venezuela y le ofrecen a la oposición todo tipo de asesoría a través de toda la red de agencias ligadas a la CIA.

Samayoa tal vez no se ha enterado del hostigamiento que sufre el gobierno de Bolivia de parte de los Estados Unidos. Su actitud servil respecto a las campañas estadounidenses contra Chávez, presentándolo como el demonio, como el enemigo número uno de la democracia, es el velo que le opaca aún más la vista. Pues mantener esa constante guerra propagandística, que tiene como objetivo justificar una futura intervención bélica, no constituye para Samayoa una agresión cotidiana. Ni Obama, ni Hillary Clinton han cambiado el discurso belicista respecto a Venezuela, ni respecto a Bolivia, siguen con la misma actitud agresiva que mantuvo Bush.

Pero Joaquín Samayoa quiere que le digan qué amenaza imperialista se cierne sobre nuestro país. Pero el intervencionismo de los dignatarios estadounidenses en nuestra vida política es constante. Embajadores, secretarios, diversos encargados de negocios opinan sobre nuestros asuntos sin remilgo y sin vergüenza. Tal vez para Samayoa esas declaraciones sean parte de nuestra dependencia, sean lo normal.

¿Durante cuántos años los Estados Unidos gastaron un millón de dólares diarios para propiciar la guerra que llevaba la dictadura contra el pueblo? ¿No fueron acaso asesores estadounidenses los que instruyeron a nuestros torturadores? ¿No fueron acaso oficiales estadounidenses los que dirigían directamente operaciones militares en nuestro país? Samayoa podrá decirnos que todo eso es ya el pasado y de la misma manera que muchos nos llaman a olvidar a nuestras víctimas de la represión, nos invitan a olvidar el papel que jugó en todo eso “el lobo rapaz del Norte que nos odia y nos desprecia”.

Pero el imperialismo no es solamente su sangriento intervencionismo. El imperialismo es su despiadada dominación económica. Pues la esencia imperialista es ante todo el despojo de las riquezas ajenas. ¿Cómo ocurre esto? De seguro Samayoa no ignora, por lo menos de oídas, el cambio desigual en las relaciones comerciales entre las potencias imperialistas y los países del subdesarrollo. Las materias primas bajan de precio constantemente y los artículos industriales aumentan constantemente de precio. Los tratados comerciales que nos imponen no son acaso una agresión permanente, actual, de hoy, no una amenaza futura. ¿El endeudamiento que asfixia nuestra economía no fue acaso una política impuesta por agencias internacionales dominadas por el imperialismo? ¿Las privatizaciones acaso no nos fueron impuestas para beneficiar a los capitales extranjeros? Claro, la oligarquía tuvo su tajada.

Pero incluso en el discurso de los “moderados” durante la campaña recién pasada, no era justamente blandir la amenaza de la posible intervención yankee. Acaso uno de los argumentos en beneficio de la candidatura de Mauricio Funes, no fue para muchos el de buscar un candidato aceptable ante los Estados Unidos, la moderación de los programas, la moderación de las declaraciones no tienen por origen la permanente amenaza de una posible intervención en nuestros asuntos de parte del imperialismo estadounidense. Pero incluso esos que nos llaman a que moderemos nuestras denuncias, no nos advierten que “en respeto a la dignidad" de nuestros inmigrantes, el gobierno puede prohibirles enviar las remesas. ¿Pero esto acaso no sería un atropello a la libertad? ¿Acaso esa prohibición no sería un atropello a los derechos del hombre? ¿No sería eso ya el inicio de un bloqueo? Esa misma gente tal vez pretenda que esa prohibición sería lo más natural y normal del mundo. Pero eso implica un servilismo ante los amos del Norte. A ellos, a los imperialistas, se les permite violar todas las leyes, enviar soldados a los cuatro puntos cardinales, implantar bases en cualquier parte del mundo. Incluso esa gente es tan servil que justifica por adelantado lo que pudiera ser una agresión contra nuestro propio país.

Pero es cierto lo que dice Samayoa, el imperialismo es obsolescente. Las repetidas crisis que ponen en peligro los equilibrios económicos planetarios, tienen como origen las políticas ultraliberales que le han impuesto al mundo los grandes monopolios imperialistas. El despilfarro de capitales, el despilfarro de los recursos naturales, la ineficiencia de un sistema que empobrece a continentes enteros, en donde el hambre, la miseria se enraízan profundamente volviéndose la causa primera de la enorme mortandad infantil. Este sistema ha sido incapaz de resolver los problemas de la mayoría de los habitantes de nuestro planeta.

La humanidad urge de otro tipo de relaciones económicas internacionales. El mundo no podrá tener un armonioso desarrollo si no se pone en práctica nuevas relaciones de cooperación, en las que el objetivo no sea la desenfrenada búsqueda del máximo beneficio, sino que la satisfacción de las necesidades humanas. La guerra económica actual, en la que la reina la despiadada concurrencia, es la fuente de destrucciones industriales, de despidos masivos, el abandono de fábricas. La concurrencia imperialista es también el origen de toda la amenaza ecológica que ahora pone en peligro la vida en nuestro planeta.

Nuestro país es uno de los más frágiles en el mundo. Lo acabamos de constatar con las inundaciones. Todos los desequilibrios mundiales se manifiestan con mayor fuerza en las zonas que se mantienen abiertas a la dominación de los grandes centros monopolísticos. Eso no es una amenaza futura, es la actualidad, es lo de hoy.

Samayoa, como muchos otros, hablan de los pobres venezolanos. No creo que con Chávez hayan aumentado. Pero me gustaría que Samayoa se dedicara a observar nuestra vida real, los salarios en las maquilas, el trato despiadado que se da a nuestras mujeres y a nuestros jóvenes en esos lugares de superexplotación. Me gustaría que por un momento hiciera las cuentas que tiene que hacer una familia que posee como ingresos dos cientos dólares y que debe sustentar cinco o seis bocas, vestirse, calzarse. ¿Qué vida tiene esa gente? ¿Es vida acaso? ¿Por qué hablar de los pobres venezolanos y no ver la miseria de nuestros campesinos?

Cuando llego a este tema no me he alejado del imperialismo que da por inexistente Samayoa, sino que voy directamente a una de las consecuencias mismas de su innegable existencia. Es esto que debemos proponernos hacer desaparecer, esa inhumana pobreza. ¿Este objetivo se puede alcanzar si continuamos con el mismo despilfarro actual? En estos momentos se discute sobre la reforma fiscal propuesta por el gobierno de Funes. En realidad le llaman reforma a un simple ajuste fiscal. El gobierno moderó bajo las presiones empresariales algunos montos en los impuestos propuestos inicialmente. Ahora los ideólogos del patronato reunidos en FUSADES proponen partir en dos la reforma y postergar los nuevos impuestos para dentro de dos o tres años. Y de nuevo haciendo un derroche de imaginación proponen aumentar de dos puntos la tasa al valor agregado. Pero esto únicamente muestra el egoísmo empresarial, el principio del máximo beneficio. Pues contribuir al presupuesto nacional de manera decisiva para sacar el país del estancamiento, les parece una pérdida de la competitividad. Entonces estos señores recurren a lo mismo de siempre. Proponen incluir nuevas capas de contribuyentes. Tal vez tengan en vista a la gente que sobrevive con sus ventas ambulantes.

La tasa al valor agregado es el impuesto más injusto posible, una proposición audaz sería su reducción drástica para alentar el consumo popular. Proponer un impuesto escalonado de la renta y de los beneficios no sería ningún pecado económico. En nuestro país es una blasfemia.

Entonces pensar en el socialismo para nuestro país se vuelve utopía. Casi una aberración y para muchos constituye un peligro de intervención yankee. Pero ahora que el FMLN se recuerda que es un partido revolucionario y socialista, el tema se vuelve actual en la agenda nacional. El socialismo no es un régimen de gobierno. Se trata de una opción de sociedad y que obedece a necesidades concretas de cada país. No es pues un tema exclusivo de un partido político. Se trata de un problema en el que todos debemos intervenir

Samayoa y el imperialismo obsolescente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.