EDH-Clichés fiscales

Escrito por Manuel Hinds.11 de Diciembre.Tomado de El Diario de Hoy.

Uno de los argumentos que el gobierno presenta para aumentar la carga tributaria de El Salvador es que dicha carga —definida como el resultado de dividir la recaudación total de impuestos por la producción total del país, el Producto Interno Bruto (PIB)— es menor que en la mayoría de los países latinoamericanos. Mucha gente oye esto y lo repite inmediatamente, ya que el decirlo da la impresión de que uno sabe del tema. Poca gente hace la pregunta que un niño haría: ¿y qué? ¿Qué ganan los países comparables a nosotros que tienen una carga tributaria más alta que nosotros?
Los que proponen el aumento de la carga tributaria insinúan que hay dos ventajas que tienen los países que tienen cargas tributarias más altas que las de nuestro país: una, que una mayor carga tributaria resulta en mayores tasas de crecimiento; la otra, que la mayor carga tributaria resulta en distribuciones del ingreso más equitativas que las nuestras. Sólo lo insinúan porque los datos demuestran que ninguna de estas dos aseveraciones es cierta.

La gráfica 1 compara para todos los países latinoamericanos, la carga tributaria promedio de 1990 a 2008 (la recaudación porcentaje del PIB) en el eje horizontal con el crecimiento del PIB de 1990 a 2008 para todos los países latinoamericanos. La gráfica muestra que no hay ninguna tendencia definida.

Hay países que tuvieron más carga tributaria y que tuvieron más crecimiento que El Salvador de 1990 a 2008, pero también hay muchos que tuvieron más carga tributaria y menor crecimiento. Note, por ejemplo, que El Salvador tuvo una carga tributaria mucho menor que las de Venezuela, Bolivia y Brasil, pero creció mucho más que estos países. República Dominicana tuvo una carga tributaria mucho menor que la de Chile y sin embargo creció a casi la misma tasa, y mucho más que Argentina y Uruguay, que tuvieron una carga tributaria mucho más alta. Panamá tiene menos carga tributaria que El Salvador pero creció más. Es decir, el tener una carga tributaria más alta no lleva por sí misma a tener mayores tasas de crecimiento.

La gráfica 2 muestra que lo mismo pasa con la distribución del ingreso, que se mide con el coeficiente GINI, que indica que la distribución del ingreso es más equitativa mientras menor sea el índice. Note usted en la gráfica que aunque la recaudación de impuestos de El Salvador es menor que la de Nicaragua, Honduras, Bolivia, Brasil y Chile, su distribución del ingreso es más equitativa que en esos países. Note también que Brasil, Chile, Argentina y Uruguay tienen cargas impositivas mayores que la de Costa Rica; sin embargo, la distribución del ingreso en Costa Rica es más equitativa que en ellos. Es decir, no es cierto que la mayor carga tributaria lleve a mayores tasas de crecimiento económico o a una distribución más equitativa del ingreso. Esos resultados dependen de otras causas.

Esto no quiere decir que si los incrementos en la carga tributaria no resultarían en mejores tasas de crecimiento económico y en la reducción de la pobreza si los impuestos se dedican a mejorar el capital humano —la educación, la salud, la sanidad— y la infraestructura del país de una manera eficiente. Lo que determina si la carga tributaria ayuda o no al desarrollo del país no es lo que el fisco castiga al contribuyente sino lo que le devuelve en términos de mejores servicios estatales y un mayor apoyo al desarrollo.

La reforma fiscal debería de ver los dos lados de esta moneda: por un lado, asegurarse de que los fondos del gobierno sean gastados e invertidos eficientemente en servicios públicos y capital social y físico, y por el otro lado asegurar que haya recursos suficientes para dichos propósitos. Tratar de maximizar los ingresos del gobierno sin optimizar su uso es una receta para desperdicio, que no va a ayudar en nada al país y más bien lo va a perjudicar sensiblemente.

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