En las últimas semanas hemos sido testigos de lo peor de la política criolla. La Asamblea Legislativa se convirtió en un mercado abierto donde se compraban y vendían voluntades y afinidades por lo que según ARENA eran cifras que rondaban el medio millón de dólares por cabeza.
Escrito por Ernesto Rivas Gallont. Domingo 08 de Noviembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Ideologías y fidelidad a principios éticos, ¡al diablo! Yo primero, yo segundo y yo tercero.
Si lo que presenciamos no hubiera sido tan trágico, hubiera sido cómico. El final, una alianza bastante frágil constituida por el partido mayoritario, FMLN, con una docena de disidentes que hasta hace poco juraban fidelidad a ARENA y a quien fuera su presidente y otro grupo que tradicionalmente está a la venta del mejor postor. Una alianza así no puede ser duradera.
La población salvadoreña requiere y demanda una nueva generación en la política y de políticos, que le den rumbo a su realidad, capaces de impulsar la infraestructura económica básica de la sociedad, lo que a su vez posibilitaría el desarrollo de los sectores, subsectores y de la actividad económica, mejorando sustancialmente los servicios sociales básicos, que son los que demandan atención prioritaria del Estado.
La crisis de ideologías ha contribuido en gran medida al deterioro de los partidos. Cuando a principios de la década de los años noventa, sucedió el derrumbe de la Unión Soviética, el mundo que se polarizaba entre socialistas/comunistas contra capitalistas/burgueses se fue haciendo cada vez más inconsistente y difuso. Los primeros comenzaron a encubrirse con el ropaje de la democracia social y los segundos a buscar nuevos senderos de liberalismo económico.
Existe una aversión social, una relación absolutamente desapasionada con un modelo de democracia paralizado, incapaz de movilizar una verdadera participación de los ciudadanos. Una irreverencia íntimamente relacionada con el desmoronamiento ético y el sentimiento que transmiten las luchas intestinas entre políticos y partidos.. Si aspiramos a un cambio de situación, deberemos promover otro modelo de participación política.
En un diálogo de sordos, ambas ideologías, derecha e izquierda extremas, empezaron a hablar de lo mismo y a discurrir de las mismas tretas y proyectos. Antes, durante nuestra Guerra Civil, las partes del conflicto se servían de una contundencia absoluta, si alguien pertenecía a la izquierda guerrillera, justificaba, en honor a la verdad, la terrible destrucción y muerte que ocasionaban.
Si alguien se identificaba con la ideología liberal-capitalista, que propugnaba la derecha, estaba dispuesto a tolerar las violaciones a los derechos humanos y una guerra sin cuartel, con tal de derrotar al enemigo.
Hoy sucede dentro de la sociedad que su paulatino pero inevitable alejamiento y empacho de la política y de los políticos ha identificado este proceso como la sustancia de reducidos grupos de politicastros, que aprovechando o torciendo la ley buscan maquiavélicamente utilizarla enbeneficio de sus grupos e intereses; lejos del concepto natural de la política como núcleo de conocimientos para resolver las demandas y aspiraciones de los ciudadanos.
La clase política que ha surgido después de las disputas parlamentarias deja mucho que desear y son incapaces por sí de hacerle frente a la realidad política y social que requiere su atención. Por eso amparan al partido mayoritario para recoger las migas caídas de la mesa política. En cada país existen partidos o fuerzas políticas que permiten el desarrollo y proliferación de la política y los nuevos políticos; en El Salvador, por insólito que parezca, solo lo garantiza su supervivencia personal. ¡Al diablo con lo demás!
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