Para la empresa privada, una pérdida; para los vendedores, una necesidad; para las autoridades, un delito. Distintas son las percepciones de un negocio que casi se encuentra institucionalizado en El Salvador, una actividad que, según quienes la ejercen, mantiene a casi 60 mil personas en todo el terriotorio nacional: las ventas de discos piratas.
Escrito por por Erick Vladimir Colocho/Ricardo Alfonso Ayala/David Hernández. 7 de Noviembre. Tomado de La Pagina.
Todos la saludan, es muy conocida desde su centro de operaciones en la calle Arce, donde tiene su puesto de discos piratas. Hija de vendedores, tiene 25 años de pertenecer al sector informal, y 6 de dedicarse a la venta de CD y DVD pirata. Ha sido presidenta de AVECOS, líder del Movimiento Nacional de Vendedores de CD y DVD, es titular del sector informal en el Consejo Económico y Social de Mauricio Funes. Su nombre: Josefina Lazo, una mujer que asegura le ha dicho sus verdades a ejecutivos de la ANEP. Brinda conferencias en universidades; ha estado de gira en EEUU promoviendo los derechos de los vendedores. Ha estado detenida, aunque no se arrepiente de nada, ya que todo eso, según ella ha valido la pena para ganarse el respeto de las autoridades.
Josefina no tuvo acceso a una educación superior por parte de sus padres. No logró llegar a la universidad como ella lo deseaba; sus padres también eran vendedores informales. Aprendió el oficio de ser vendedora informal. “He vendido de todo”, afirma. Desde hace seis años se dedica a la venta de discos piratas, lo hizo “por necesidad”. “Uno tiene que ver de que manera lleva el sustento”. Esta mujer recuerda que al principio este negocio era mucho más rentable que ahora. “Antes yo le ganaba 25 centavos a cada disco, hoy ya no, a veces hasta a 4 por el dólar damos los películas y los estrenos a veces a 50 centavos”; sin embargo, todavía es una manera de llevar la comida a la mesa de sus hogares, aunque según ella… “no ha sido fácil”.
Un pasado complicado
Para lograr la organización que hoy tienen los vendedores de discos, tuvieron que pasar muchas experiencias. Al principio no se metían en política, solo se dedicaban a la venta de sus productos; eran personas sumisas ante la realidad del país. “No nos metíamos en política, nuestros pleitos eran con las alcaldías”. La dirigente se considera una persona que ha “despertado” con la situación actual. Aún recuerda cuando se protestaba con la entrada en vigencia del TLC con EE UU. “Nosotros solo veíamos que habían protestas, pero no sabíamos qué era”. Es a partir de este convenio internacional cuando la tranquilidad aparente de la que gozaban los vendedores se vino abajo. “De repente vino un embajador, un americano, que dijo que El Salvador ya estaba listo para el TLC, que solo faltaba combatir la piratería”. A los días de este anuncio, que Lazo no olvida… comenzaron los operativos.
“Venían los policías a la 1 de la mañana, abrían los puestos, se llevaban todas las películas los discos, todo se llevaban. Si había un celular, dinero; todo se llevaban”, recuerda Josefina. La recuperación de sus bienes era misión imposible. Los televisores y demás aparatos eran devueltos a su dueño con presentar la factura; sin embargo, para regresárselos les cobraban alto costo por “bodegaje” en la policía. “Imagínese, la gente amanecía sin nada, y todavía nos querían cobrar entre 100 y 150 dólares por devolvernos los televisores y aparatos”.
El acecho de la policía era la de nunca acabar, nadie estaba tranquilo cuando dejaba sus puestos, por temor a que en horas de la madrugada llegaran los policías y les arrebataran su fuente de trabajo. Los vendedores tuvieron que ingeniárselas para aprender a vivir con el acoso policial. “Nos quedábamos hasta las 10 de la noche, para empezar a guardar la mercadería por otro lado; salíamos con la mercadería a esconderlas con los vecinos, con los que vendían ropa, a veces les daba miedo guardárnosla porque pensaban que les podían llevar también a ellos sus ventas.”
“La gota que derramó el vaso”
Josefina dice que no es una novela lo que va a contar, asegura que es una de las tantas historias que hicieron que los vendedores decidieran organizarse y luchar por sus derechos. “Había una señora que vendía allá por la basílica, ella tenía a su hijo estudiando… no sé si en el EXSAL o en el Don Bosco. Ella con mucho esfuerzo le pagaba la media beca que tenía el muchacho. En una ocasión, en un operativo, la policía le abrió el puesto; la dejó sin nada, se llevaron hasta un dinero que ella tenía guardado para pagarle el colegio a su hijo” Josefina, continúa con su relato, la historia termina cuando el hijo de su colega, al ver que su madre sufría por el gran decomiso del que había sido víctima su madre, optó por quitarse la vida. “Esa y otras historias que no terminaría de contarle fueron la gota que derramó el vaso”
Los vendedores decidieron unirse, participar en marchas callejeras para exigir al gobierno que les diera solución a su problemática. En algunas de sus protestas “Fina”, como la conocen sus colegas, recuerda que se los llevaban detenidos, que pasaban hasta tres meses sin ver a su familiar por estar detenidos. Ella en particular estuvo detenida. Su lucha y la de sus compañeros no han sido en vano. Josefina, con una sonrisa picaresca, recuerda cómo lograron sacarle un acuerdo al ex director de la PNC, Rodrigo Ávila, para que no molestara a los vendedores sino que se enfocaran en los reproductores. La dirigente asegura que tienen alrededor de dos años que ya no ha habido decomisos, por lo menos en el centro de San Salvador.
El dilema de la propiedad intelectual
Josefina Lazo no tiene reparos en asegurar que la propiedad intelectual “no debería de aplicarse en países pobres, como el nuestro”. Sin embargo, ellos como vendedores han presentado propuestas para tratar de remediar un poco el conflicto que existe entre empresas disqueras y artistas. “Nosotros presentamos una propuesta para que le aplicaran un impuesto de 0.70 centavos al disco en blanco. El 25% que fuera para el estado, el 25% para las multinacionales, 25% para artistas nacionales y por y el otro 25 destinarlos a créditos para los vendedores que quisieran dejar el negocio de la piratería”
La propuesta de la que habla la dirigente no es una falsedad, en el 2007 se presentó esta propuesta al pleno legislativo; sin embargo, no obtuvo el apoyo necesario. Solo la fracción del FMLN apoyaba la iniciativa. Los otros grupos parlamentarios tuvieron sus reservas respecto a la propuesta. El, en aquel entonces, todavía diputado de ARENA Guillermo Gallegos incluso instó a los vendedores “a buscar otra manera de ganarse la vida”.
La propiedad intelectual es un derecho que es violado con frecuencia en El Salvador. Para Melvy de Alas, Coordinadora de la Propiedad Industrial del CNR, el problema de la piratería radica “en la violación de la ley de propiedad intelectual y material” la cual estipula que debe de existir autorización explícita de parte de la empresa a la cual el autor cedió derechos patrimoniales de reproducción así como la autorización del autor o autores de la obra.
Es decir, el problema se resolvería al existir un acuerdo entre empresas multinacionales y los artistas, con los vendedores de discos piratas. Según Melvy, no es el hecho de que la venta sea callejera lo que le da el calificativo de “pirata” a un producto, sino el hecho de no tener permiso para reproducir la obra. En pocas palabras, si se llegara a un acuerdo entre ambas partes, vender discos quemados ya no sería piratería. Sin embargo, la solución no es tan fácil como parece: para no ser ilegal la venta de un CD de Daddy Yankee en la calle, los vendedores deberían de tener el permiso de la compañía disquera y del mismísimo reguetonero para que sus ventas fuesen legales.
“Destrozados” por la piratería
Pero mientras no exista un acuerdo entre ambas partes, la venta de los discos piratas, sigue. Las consecuencias de esta actividad se ha hecho sentir en las empresas que distribuyen materiales originales. Para estas personas, las ventas se han visto afectadas considerablemente con la expansión de los discos piratas. Uno de los primeros en caer fue el renta videos Blockbuster quien se maneja que cerró por sus bajas ventas. Ya en el 2005 Blockbuster reportaba una disminución del 43% en sus utilidades.
Para el encargado de tienda Mixup, ubicada en Multiplaza “, verdaderamente las ventas disminuyen por la piratería”. Aunque considera que, por la misma ubicación del centro comercial y su exclusividad, la gente todavía busca discos originales “por amor a la música y porque tienen más posibilidades”.
Por su parte, Carlos Santamaría, gerente de la sucursal de Cd Planet, en Metrocentro, afirma que las ventas más afectadas por la piratería es la de películas en DVD. Para Santamaría el nivel de piratería hoy en día es “exagerado”; de igual manera, considera que la competencia es desleal “imagínese la disparidad de precios, una película pirata vale $1 y una película original en estreno vale $33”. Santamaría sin saberlo, también coincide con el encargado de Mixup, el gerente de Cd Planet, asegura que la música no se ha visto tan afectada, aunque afirma categóricamente que con lo que respecta a las películas la piratería los tiene “destrozados”. Los costos de las películas no los pueden disminuir ni hacerlos competitivos con los precios de los piratas ya que según Santamaría, tiene que pagar por “fletes”, importación por pago de introducción de productos más el margen de ganancia, todo esto es lo que determina el precio de la película. La poca demanda de las películas ha hecho, según Santamaría, que en la actualidad solo se traigan por encargo.
“La comida de mis hijos”
En un estudio publicado en el 2007 por Business Software Alliance (BSA) El Salvador ocupa el primer lugar en piratería en Centroamérica, seguido de Guatemala; el segundo lugar en América Latina, solo por detrás de Venezuela; y decimotercer lugar a nivel mundial entre 102 países objeto del estudio.
Según este estudio, desde el 2003 hasta el 2006, el índice de productos pirateados se incrementó desde un 79% al 82%. Esto a pesar de que en el 2005 se aplicó la ley de propiedad a Asamblea Legislativa aprobó reformas a la Ley de Propiedad Intelectual en las que se prohíbe la venta de productos con marcas falsificadas, así como música y películas reproducidas en forma ilegal.
A pesar de la aprobación de las reformas, el gremio de los piratas ha logrado establecerse con fortaleza; Josefina asegura que ya han pasado dos años desde el último decomiso. Más que especular de la fragilidad de las leyes salvadoreñas, la dirigente siente que se han “calmado” por la misma organización que tienen.
Hoy se sienten un gremio incluido desde que son parte del Consejo Económico y Social del presidente Funes. Esta mujer no se amilana ante nadie, ni a la empresa privada; ni a las autoridades de gobierno, “lo mejor de estar en el Consejo Económico Social es tener la oportunidad de enfrentar a la gente de la ANEP”. Considera que no lo hace por molestar a nadie, sino porque su lucha es por sus hijos, por esta razón ella se compara con un león si alguien se mete con su fuente de trabajo. “Tóquenle a un león la comida, ¿qué hace ese león? Se lo va hartar a usted también. Y si a mí me tocan la comida de mis hijos… también me les voy a tirar encima”. Josefina sonríe, mientras afirma que no pierde la esperanza de que este nuevo gobierno haga una revisión de la ley de propiedad intelectual, pero pase o no pase la revisión, “Fina” y sus colegas… continúan con su venta.
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