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2011/01/26

RAICES -La pobreza se baña en la abundancia- Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Carlos Abrego.26 de Enero. Tomado de Raices. 

Con un título mentiroso un cable desata una serie de comentarios que están fuera de la realidad. Me refiero a este título: “El Salvador es el tercer país con más consumo del mundo”. ¿Qué podemos deducir de esta frase? Pues que en los hogares salvadoreños abundan todo tipo de artefactos domésticos, que las familias poseen varios vehículos, que la alimentación de todos es satisfactoria, que todos se visten decentemente, hasta con cierto lujo, que nuestros domicilios son espaciosos y con todas las comodidades habitacionales. Nos podemos imaginar por el título que nos estamos equiparando a los países más ricos, donde los niveles de vida son los más altos. Es sobre esta falsa imagen que se desatan los comentarios sobre el cacareado consumismo salvadoreño, pareciera que nuestra pobreza se baña en la abundancia.

Pero preguntemos ¿qué países nos preceden en este “consumismo”? Pues países tan subdesarrollados y pobres como el nuestro: Lesoto y Liberia. Esto debería ponerle freno a este fogoso entusiasmo crítico y poner mientes en la realidad de lo que ha motivado un título tan falso, pues lo que se nos dice es que la relación “consumo/producto interno bruto es muy alta”. Lo que esto señala no es un consumo extravagante, sino la extrema pobreza de nuestra producción. Es justamente esta la información relevante, es este el aspecto de la relación que nos debe preocupar.

No se necesita demasiado cacumen para entender que una población con salarios tan bajos, como son los tres salarios mínimos, el más alto no pasa de los 300 dólares y los otros dos son aún más bajos. El alto nivel del desempleo, según el PNUD más del 40% de la población está desocupada y más del 48% de la población activa carece de un empleo de calidad. ¿Qué consumo extravagante y criticable puede tener una población que gana poco y con un alto nivel de desempleo e incapaz de generar ahorro?

La relación “consumo/PIB” es de cada 100 dólares producidos, hay un consumo de 102,4 dólares. La producción es tan baja que las remesas entran en un porcentaje muy alto en el producto interno bruto. El informe del PNUD denuncia la escasa inversión y un bajo ahorro. Las proporciones por los años “2008 y 2009, la inversión promedió el 14% del PIB (producto interno bruto) y el ahorro el 9,3%", añade el documento, e indica que, "en contraste, los países de alto crecimiento económico presentan tasas de ahorro e inversión del 25% o más con relación al PIB".

Los media salvadoreños han insistido en el consumismo, los redactores del PNUD también pronuncian este sustantivo, pero los media pasan por alto el raquítico crecimiento de la economía nacional desde 1960, apenas 1.1%. Aquí se encuentra el meollo del problema del modelo que se aplica en El Salvador. ¿Pero acaso este crecimiento procede de que los trabajadores consumen demasiado o proviene de que la clase dominante, la oligarquía, ha preferido exportar capitales, evadir y eludir impuestos? El sometimiento de nuestro país a los dictados del FMI y de la BM fue instaurar leyes que permitan a las empresas extranjeras pagar pocos impuestos o simplemente no pagar y exportar sin impuestos los beneficios. Estos organismos nos obligaron a vender las empresas nacionales a la oligarquía y a los monopolios extranjeros. Este tipo de inversión es ineficaz, pues no es creador de nuevas riquezas, ni de nuevos empleos, sino que se trata de una simple transferencia de propiedad. Estas transacciones totalmente nefastas para nuestro país, pues el resultado ha sido que no tenemos nuestro propio sistema bancario, las empresas que fueron construidas por el erario nacional fueron a parar en manos de patrones que no invierten, que no innovan, que aumentan precios, como la electricidad y la telefonía, bajo el pretexto de restituir el capital invertido. Esta situación aumenta la cifra del consumo sin que la calidad y el nivel de la vida aumenten.

Para poder hablar de consumismo como lo hacen los media y algunos precipitados comentaristas, deberíamos primero saber como se compone este consumo, qué parte de los salarios va a la alimentación, al alquiler, a productos como el transporte, la electricidad, el gas, las medicinas, la ropa, el calzado, etc. Si nos planteamos este tipo de cuestiones, no se puede hablar de consumismo, ante una población que tiene dificultades para juntar cabo con cabo en los angustiosos fines de mes. ¿Qué consumismo tienen los que ganan el salario mínimo o menos del salario mínimo? ¿De qué consumismo se puede hablar de parte de la población campesina? Si, muchos hogares no tienen acceso a la electricidad, ni al agua potable y a servicios higiénicos.

La solución a la irresponsabilidad ante la nación de las clases dirigentes, los sucesivos gobiernos han profundamente endeudado al país, sin producir realmente crecimiento, ni inversiones productivas. Es esto lo que tratan de ocultar con la palabra culpabizadora de “consumismo”.

Se impone un urgente y estricto control de la circulación de capitales, apremia instituir impuestos sobre los capitales especulativos y parasitarios y facilitar realmente las inversiones creadoras de empleos y productoras de alto valor agregado en el país.

Es decir no podemos entretenernos con la enconada mezquindad de acusarnos mutuamente, porque fulatino gasta sin pensar y bota las cosas sin realmente consumirlas. Es posible que podemos, en algunos casos, medir mejor nuestras compras, pero seamos serios, la pobreza en nuestro país es tal, que no permite realmente la existencia de un consumismo desenfrenado. La alharaca en torno del consumismo salvadoreño persigue ocultar el total fracaso del capitalismo salvadoreño y también de las políticas económicas practicadas por los gobiernos sucesivos.

Realmente necesitamos invertir las prioridades de la sociedad. Hasta hoy se han priviligiado los beneficios privados y la acumulación privada. Pues aunque no lo parezca en el país se han acumulado riquezas y la distancia existente entre las clases trabajadoras y la clase oligárquica es enorme. Esta clase parasitaria durante medio siglo ha acumulado y exportado a otras plazas más rentables sus ganancias.

En estos meses el patronato, su prensa y sus partidos han alegado que se necesita un clima de confianza para invertir, insisten en la gobernabilidad, en la seguridad para sus inversiones, el respeto de las reglas de juego. Pero la ausencia de inversiones y de crecimiento de nuestra economía no data de hoy: el promedio de 1,1% de crecimiento desde 1960 es elocuente en este sentido.

Entre las promesas electorales del candidato, ahora presidente, y del partido que lo promovía, un lugar importante ocupaba la reforma fiscal, todo esto se fue en discursos y simulacros que no produjeron las contribuciones necesarias para invertir en el desarrollo del país. Este gobierno como los anteriores ha continuado la misma política de endeudamiento.

No se puede continuar conservando esta política de salarios de miseria. Sí, otra exigencia es el aumento substancial de los salarios mínimos, el control de los precios de los productos de primera necesidad. Estas pocas medidas chocan con los intereses de la oligarquía, pero corresponden con las necesidades de la población, pues invertir en el bienestar, en la educación y en la formación son medidas que traerán consecuentes beneficios para la economía. La formación de los trabajadores contribuye al aumento de la productividad. Pero sobre todo estas medidas son propicias para el desarrollo de las personas.

La inversión de las políticas gubernamentales no va a venir sola. Ya ha pasado el tiempo suficiente para percibir cuál es el rumbo del actual gobierno en lo fundamental. Es necesario saber y tener en cuenta que las pocas medidas sociales, importantes en la vida diaria para muchas familias, no han tocado en nada la estructura social del país. La pirámide social sigue siendo la misma. En El Salvador hay quienes viven en la opulencia, que gastan en pocas horas lo que un trabajador gana durante un año. El cambio llegará como fruto de la movilización popular, por el camino de luchas reivindicativas y solidarias.

RAICES - Periodismo Alternativo desde El Salvador

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