C. Marchelly Funes.18 de Enero. Tomado de Diario Co Latino.
El 16 de enero se cumplieron diecinueve años de la firma de los Acuerdos de Paz. Han pasado casi dos décadas y se vuelve justo y necesario hacer un recuento de los logros alcanzados y de los desafíos pendientes. Habrá como siempre alguno/a que piense que los Acuerdos de Paz son simplemente actos que se celebran año con año, olvidando por completo la significancia histórica que tiene este proceso en la memoria histórica de El Salvador.
Brevemente, los hechos que han marcado los avances en estos diecinueve años son: el cese al conflicto armado entre la ex guerrilla y el ejército, la conversión del FMLN a un partido político constitucionalmente establecido, la creación de la Procuraduría para Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y la Policía Nacional Civil (PNC). Todo esto no se hubiese logrado sin la firma de los Acuerdos de Paz, firmados en enero de 1992, en Chapultepec, México.
Además, uno de los hechos más importantes de los últimos diecinueve años —aunque el mismo debió esperar hasta que la izquierda llegó al gobierno— fue el momento en el que Mauricio Funes, como presidente de la República, en acto solemne, pidió perdón en nombre del Estado Salvadoreño a las víctimas armado.
Horas antes de este homenaje, en acto litúrgico el vicepresidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, en su carácter de ex guerrillero, solicitó perdón a la sociedad salvadoreña. La reparación moral de las víctimas de la guerra y el perdón oficial por los excesos, omisiones y abusos de las administraciones del Estado salvadoreño era una necesidad congelada en el corazón del pueblo salvadoreño.
Los desafíos
Sin embargo, cabe también recordar que en el documento se planteó una reforma política que ni siquiera es conocida por la sociedad, mucho menos se han planteado propuestas relacionadas al tema. Aún y cuando la clase política del país sabe que esta reforma es sumamente necesaria para alcanzar una sociedad más justa y equitativa, no la sociedad demagógica que nos pintan en los discursos políticos, sino aquella con la que soñamos la mayoría de salvadoreños.
Por otro lado, se habló, escuetamente, de una reforma económica que, al igual que la primera, nadie tiene mayores conocimientos de lo que los firmantes acordaron. Sin embargo, no, es tan descabellado pensar que esta reforma tenga que ver con el modelo económico dominante de la época y aún existente, modelo que propició el conflicto armado por más de doce años : desigualdad en la distribución de la riqueza, exclusión social, pobreza, desempleo, entre muchas otras.
Otro de los desafió es el compromiso adquirido por el Presidente Funes en colaborar con el esclarecimiento de los crímenes efectuados durante el conflicto armado en la década de los ochentas, este no se debe perder de vista en lo que resta de gestión de este gobierno.
El cumplimiento de estos tres desafíos consolidará la democracia salvadoreña, fortalecerá la gobernabilidad y permitirá a la sociedad salvadoreña salir de la pobreza, de la exclusión, de la violencia, entre otros males sociales que le afectan.
En definitiva y en lo personal considero que hoy es buen momento para implementar un nuevo modelo económico-social que beneficie a las víctimas no solo del conflicto sino de las formas de gobernabilidad de las gestiones anteriores.
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