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2010/09/01

RAICES -La guerra por Tamaulipas- Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Eduardo Guerrero Gutiérrez.01 de Septiembre. Tomado de Raices.

Como lo indica la gráfica del mapa nacional, por su ubicación geográfica Tamaulipas debe ser el estado más codiciado por los narcotraficantes mexicanos (dado su papel central como transportadores de drogas a Estados Unidos): tiene una larga frontera con la Unión Americana, cuenta con una extensa costa oceánica y, frente a otros estados fronterizos y costeros como Baja California y Sonora, sus ciudades de frontera (Nuevo Laredo, Miguel Alemán, Reynosa, Río Bravo y Matamoros) son los destinos más cercanos —por mar y por tierra— para los narcotraficantes de cocaína y marihuana que operan en los puertos de Quintana Roo (como Chetumal, Playa del Carmen, Cancún) y Yucatán (como Puerto Progreso); y también para los que reciben cargamentos en puertos del Golfo de México como Campeche, Ciudad del Carmen, Coatzacoalcos, Alvarado, Veracruz, Tuxpan, Tampico, Ciudad Madero y Altamira. Para los traficantes que transportan drogas desde los puertos más importantes del Pacífico entre Puerto Madero (Chiapas) y San Blas (Nayarit), la frontera tamaulipeca también es la más cercana y, por ende, el destino menos riesgoso.

Los orígenes remotos del Cártel del Golfo han sido ubicados en una banda de traficantes de whisky que operó a lo largo del Golfo de México (incluida la costa americana) en los primeros años de los treinta (todavía eran años de la Prohibición en Estados Unidos). El líder de los traficantes era Juan Nepomuceno Guerra. Tres décadas después, en los sesenta, Juan García Ábrego, sobrino precoz de Nepomuceno, le sugirió a su tío traficar cocaína. La sugerencia derivó en un gran negocio: el Golfo se encargó de comerciar en Estados Unidos cuantiosos cargamentos de cocaína colombiana. Estos acuerdos entre narcos mexicanos y colombianos se extendieron entre otras organizaciones y a otras zonas del país. El comercio ilegal de la cocaína se volvió una fuente de enormes utilidades para los cárteles mexicanos a partir de los ochenta.

García Ábrego, líder del Golfo, fue detenido a principios de 1996 e inmediatamente extraditado a Estados Unidos. Este descabezamiento súbito de la organización criminal generó una gran ola de violencia a lo largo de Tamaulipas. Después de casi tres años de inestabilidad, Osiel Cárdenas logró consolidarse como mando principal del Cártel del Golfo. La obsesión de Cárdenas con su seguridad personal y la protección de sus negocios lo llevaron a crear los Zetas, un agresivo, sofisticado y corpulento cuerpo de corte militar integrado por desertores elite del ejército mexicano y, posteriormente, por kaibiles —desertores del ejército guatemalteco—. Con el apoyo de los Zetas, y su líder principal, Heriberto Lazcano, el Golfo robusteció su presencia en Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y Veracruz entre 1999 y 2002. Osiel también expandió en estos años las redes internacionales del cártel, especialmente con los traficantes de Colombia, Guatemala, Perú y Venezuela. En marzo de 2003 Osiel fue detenido por militares, pero continuó al mando del cártel desde La Palma, una prisión de “máxima seguridad”, hasta que fue extraditado a Estados Unidos en 2007.

Una vez extraditado Cárdenas, su hermano Ezequiel y Eduardo Costilla ocuparon su lugar. La ausencia de Osiel generó tensiones entre el Golfo y los Zetas, quienes empezaron a actuar de modo semiautónomo. Sin consultar al Golfo, los Zetas forjan una alianza coyuntural con el Cártel de Juárez y la organización de los Beltrán Leyva a mediados de 2008 para combatir al Cártel de Sinaloa. Estos y otros factores como el escandaloso modus operandi de los Zetas (que aumenta su visibilidad y atrae invariablemente la presencia policial y militar), y algunos incidentes como el asesinato en febrero de este año de Víctor Peña El Concord 3, uno de los principales capos del Golfo, culminaron no sólo en la separación de ambas organizaciones sino en su confrontación.
El enfrentamiento entre el Cártel del Golfo y los Zetas ha propiciado un aumento drástico de la violencia en Tamaulipas. Como puede observarse en la gráfica, desde febrero hasta junio de este año la violencia ha escalado hasta alcanzar una cifra de 100 ejecuciones mensuales.

La violencia podría seguir aumentando dado el alto valor estratégico de Tamaulipas como punto de entrada y salida de drogas hacia Estados Unidos. Golfo y Zetas pelearán cada una de las plazas y, dependiendo de su capacidad de fuerza, podrían arribar a tres escenarios en Tamaulipas: una organización logra expulsar a otra del estado, los combates continúan indefinidamente sin un vencedor claro, o pactan la paz mediante la repartición de plazas. Ahora el Golfo está aliado con La Familia Michoacana y Milenio, y los Zetas tienen de su lado a Juárez y a la organización de los Beltrán Leyva, dirigida ahora por Héctor, uno de los hermanos del extinto Arturo.
Si el consumo de drogas calificara como una actividad deportiva, Tamaulipas escalaría siempre al lugar más alto del pódium: obtendría medallas de oro a nivel nacional tanto en el uso de “cualquier droga” como en el uso de “drogas ilegales”. Como lo indica el cuadro 1, entre la población masculina de 12 a 65 años, Tamaulipas registra una incidencia en el consumo de drogas de casi el 20%.

En el consumo de cocaína ningún estado supera a Tamaulipas: en todos los rangos de edad registra las más altas proporciones. En el rango de edad de los 26 a los 34 años los tamaulipecos registran incluso una proporción mayor en el consumo de cocaína que de marihuana.

Los últimos dos gobiernos de Tamaulipas hicieron muy poco para combatir al crimen organizado. Dado el tamaño del reto que enfrenta este estado en el renglón, los avances en los rubros de infraestructura, equipamiento y profesionalización policial son muy modestos. Tamaulipas no cuenta siquiera con un programa de seguridad pública (circula en línea una presentación en powerpoint de 38 láminas con enunciados genéricos titulada “Programa sectorial de seguridad pública”; esto no califica como un programa público).

Ante el desprendimiento de los Zetas, el Golfo ha intensificado sus labores de reclutamiento de policías municipales a lo largo de las ciudades que colindan con la frontera. El Golfo y los Zetas, además, han logrado silenciar a los medios locales a través de amenazas a empresas o individuos que divulguen sus crímenes y actos violentos. Dada la anemia de las agencias de seguridad en el estado, estas amenazas han logrado su propósito.

El futuro próximo no pinta bien para Tamaulipas. Su territorio ya es escenario de una pelea cada vez más violenta entre dos grandes organizaciones criminales cuya evolución es incierta. Además, los Zetas ya mostraron que sus agresiones al gobierno estatal no respetarán jerarquías políticas o burocráticas. El asesinato del virtual gobernador, Rodolfo Torre, el 28 de junio, seis días antes de las elecciones estatales, fue un ultimátum en este sentido. Por cierto, dos días antes del magnicidio, Roberto Rivero, sobrino de El Lazca (líder los Zetas) y lugarteniente de los Zetas en Veracruz, Campeche, Chiapas y Quintana Roo, había sido detenido. Tres semanas antes, Hipólito Bonilla, contador de El Lazca también había sido arrestado. (Sobre los efectos de la detención de capos y miembros operativos de los cárteles en el aumento de la violencia, ver pp. 27-35.)

Fuentes
Secretaría de Salud, Encuesta Nacional de Adicciones 2008, México, 171 pp.
Ricardo Ravelo, Osiel: vida y tragedia de un capo, Grijalbo, México, 2009, 252 pp.

Eduardo Guerrero Gutiérrez. Consultor en políticas públicas. Presidente de la Asociación Mexicana de Ex Becarios Fulbright-García Robles. De Revista Nexos, México

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