Una vez que se rompe el tabú de no perseguir por pensar y expresar, se liberan las malignas fuerzas que buscan atemorizar y subyugar a los pueblos
28 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Los medios de difusión no están en el negocio de difamar o insultar a nadie, pero sobran individuos en este suelo que están en el negocio de extorsionar, amenazar y perseguir a periodistas, editores y dueños de medios por lo que otros escriben y declaran. De un tiempo para acá son numerosos los intentos por amordazar, amenazar periodistas y echarles encima la responsabilidad del creciente deterioro de la seguridad y de la economía.
El repugnante fallo de la Sala de lo Constitucional que penaliza el ejercicio del periodismo es el clásico ejemplo de cortarle la cabeza al mensajero por las noticias que anuncia. Además se falló sin haber oído verdaderamente, en ningún momento, a los que son afectados, lo que desde el punto de vista moral es insostenible.
Se falló sin que haya casos de honras destruidas o graves difamaciones; lo resuelto equivale a legislar contra fantasmas pero además legislar para perseguir y arruinar vidas reales y menoscabar una actividad que da trabajo a decenas de miles de personas.
El más insidioso perjuicio, empero, es que la denuncia ciudadana, el debate de los problemas locales y nacionales, la crítica a malas actuaciones, los señalamientos a funcionarios incapaces y el montaje de conjuras contra la democracia se convierten en asuntos de alto riesgo por la persecución al mensajero que el fallo faculta.
La sucesión vertiginosa de sucesos, las múltiples fuentes de noticias, las limitaciones materiales, las implacables horas de cierre, la dificultad de contactar a funcionarios e inclusive la negativa de muchos de ellos a responder y aclarar asuntos, vuelve imposible que todo lo que se publica o difunde esté químicamente puro. Es una grosera contradicción que, debido a incapacidad, una obra se ejecute mal o mueran pacientes por mala praxis sin que los responsables sean sancionados, pero que la denuncia de esos hechos pueda llevar a la cárcel a un periodista o arruinar el medio donde trabaja.
De la defensa de la honra a las turbas divinas
La legislación española hace ver que la coacción y la amenaza al ejercicio del periodismo y a la comunicación en general conducen al silencio, a sumir en tinieblas a los pueblos. Cuando faltan noticias y cuando no se pueden contrastar diversas versiones de sucesos o conocer lo que otros piensan, se cae en los rumores, en la ignorancia, en la desorientación.
Se cae en los "Granma" y los "Pravda" de este mundo, en los canales únicos, en las cadenas televisivas a las horas en que la gente busca entretenimiento pero que se ven forzadas a oír al dictador en sus interminables peroratas. El punto de partida es la defensa de "la honra", como si los honrados necesitan que alguien los defienda; lo clave en estos procesos es introducir la penalización del que comunica o del ciudadano por contar lo que piensa. Una vez que se rompe el tabú de no perseguir por pensar y expresar, se liberan las malignas fuerzas que buscan atemorizar y subyugar a los pueblos. No es casual que en forma paralela esta persecución contra la gente y contra los periodistas, se estén formando grupos de choque, bandas de fanáticos al estilo de las juventudes hitlerianas y las turbas divinas sandinistas.
No hay democracia que relegue la libertad de expresión a un segundo rango, o la someta a lo subjetivo, a las maquinaciones de extorsionistas.
elsalvador.com :.: Abriendo las puertas a la extorsión de medios
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