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2010/09/27

LPG-Evitar la crisis fiscal: dolorosa medicina

 El costo social del ineludible ajuste fiscal será gigantesco y las clases medias serán el jamón del sándwich.

Escrito por Claudio M. de Rosa.27 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.

 

La situación fiscal del país se deteriora con rapidez y si no se toman medidas puede producirse un colapso de graves proporciones. El estudio “Revisión del Gasto Público” del Banco Mundial, y el Banco Interamericano de Desarrollo, destaca la necesidad de racionalizar el gasto y focalizar los subsidios. Pero pone énfasis en la urgencia de aumentar la recaudación mediante una profunda reforma tributaria. Si bien la situación fiscal se deterioró en 2009, ante la caída de los ingresos tributarios por la recesión económica, el fisco se ha sumido en una grave crisis por la baja disciplina financiera y falta de racionalidad del gasto, que ha demandado más préstamos externos.

En efecto, el gasto corriente del gobierno central que se elevó de 16.0% del PIB en 2009 a 17.9% en 2010, bajaría levemente a 16.9% en 2015, según el acuerdo con el FMI. Pero la recaudación, que llegó a 14% del PIB en 2007 y 2008 y que bajó a 13.1% en 2009, según el FMI se elevaría a 17% en 2015 (16.1% para BM-BID). Por tanto, a partir de 2013, los contribuyentes pagarían unos $1,000 millones adicionales anuales. Claramente, el esfuerzo está por el lado de los ingresos, no del gasto.

Si se da la reforma tributaria y la economía crece hasta 4% entre 2013 y 2015, se estima que la deuda pública que supera el 51.3% del PIB en 2010 se reduciría a 45.3% del PIB en 2015. Pero, si la recuperación económica es más lenta o no se implementa toda la reforma fiscal, la deuda llegaría a 65% del PIB en 2015; y si la reforma y el crecimiento económico son débiles, la deuda subiría hasta 64% del PIB, según el BM-BID, mientras que el FMI la ubica en 72%.

Entre las recomendaciones para aumentar la recaudación (muchas son parte del acuerdo con el FMI), destacan: introducir un impuesto mínimo sobre los activos de las empresas; adoptar el impuesto sobre la propiedad; reducir las deducciones por educación y gastos de salud; aumentar el IVA; introducir un régimen simplificado para contribuyentes de bajos ingresos; considerar como ingresos sujetos a tributación las rentas de las personas (por trabajo y/o por su capital); eliminar las deducciones de los intereses pagados por las empresas en sus créditos.

El gasto público ya causa preocupación a los organismos multilaterales, por el enfoque gubernamental de algunos servicios como “derechos” sociales, porque tienen un alto costo y sin un adecuado diseño y buena implementación pueden profundizar la crisis financiera estatal.

El otro énfasis se pone en la focalización/eliminación de los subsidios, destacando las medidas: revisar tarifas y precios de los servicios subsidiados e incluir los subsidios en el Presupuesto General; eliminar el subsidio generalizado al gas y al transporte público, dejando que sus precios aumenten y compensar a los pobres por medio de transferencias directas; y focalizar aún más los subsidios de agua y electricidad y utilizar transferencias directas.

Si bien el Estudio analizó una parte importante, ignoró lograr la recuperación económica, algo estratégicamente necesario, porque solo con más impuestos no se recaudará lo “deseado”. Debió enfatizar que es fundamental mayor crecimiento económico. Esto permite recaudar más impuestos, tener más recursos para financiar el gasto social y requerir menos endeudamiento. Quedaron en el tintero otras formas para aumentar los ingresos fiscales, como la concesión de los puertos de La Unión y de Acajutla así como evaluar los ingresos que podrían generar la minería y la prospección de gas natural e incluso de petróleo. Hay interesados.

Es ineludible racionalizar y hacer más eficiente el gasto. Ideas hermosas como contratar 14 mil médicos para atender “a domicilio”, gastando la mitad de su tiempo en desplazarse, más vehículos, gasolina y mantenimiento vehicular, no son sostenibles en estos momentos. El caso de Grecia que quebró por construir un Estado benefactor es ilustrativo.

El costo social del ineludible ajuste fiscal será gigantesco y las clases medias, una vez más, serán el jamón del sándwich. Y que Dios nos encuentre confesados, porque si tenemos una catástrofe natural el país no tendrá dónde recurrir por su alto endeudamiento.

Evitar la crisis fiscal: dolorosa medicina

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