Oscar A. Fernández O. 27 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.
Educar en la igualdad y el respeto,es educar contra la violencia.
Benjamín Franklin
SAN SALVADOR-Calidad es una categoría polisémica, que al igual que aquellas palabras que se utilizan con todas las acepciones imaginables según la conveniencia, tales como libertad, democracia, violencia, entre otras, conforman un universo lingüístico que en lugar de aclarar, oscurece el pensamiento.
“No resulta claro el significado de calidad y el término es diversamente empleado por los distintos interesados. Los estudios sistemáticos sobre la calidad de la educación son escasos y espaciados. Como resultado las declaraciones relativas a la calidad no están bien basadas, sea cual fuere el sentido en que es empleado el término” (OCDE. Escuela y calidad de la enseñanza. Informe internacional. 1991)
En nombre de la calidad –buena o mala- se pueden hacer afirmaciones de diversos contenidos. Estados Unidos uno de los países de la OCDE más preocupado por la calidad, comienza su informe con una frase impresionante, afirmando “Nuestra nación se halla en peligro...” (Comisión Nacional para la excelencia educativa. A nation at risk: the imperative for educational reform. 1983) En este mismo documento, el discurso norteamericano dice: “La historia no tolera a los ociosos. Hacemos frente a competidores decididos, bien capacitados y fuertemente motivados. Competimos con ellos por prestigio y por mercados internacionales, con nuestros productos y nuestras ideas...” Su publicación se considera un hito en la historia moderna de la educación norteamericana. Entre otras cosas, el informe estableció la evidencia de que el sistema educativo norteamericano había fallado completamente.
Podemos discutir qué es calidad para los Economistas, para los empresarios, para los educadores, para los psicólogos, para los políticos, etc. En relación al ámbito educativo se habla hoy de calidad en el aprendizaje, calidad respecto a la infraestructura, calidad por objetivos, calidad del currículo, calidad por niveles, calidad para competir en el mercado, calidad de los profesores, etcétera.
El tema de la calidad se ha constituido en un lugar común en el ámbito educativo, al extremo de ser una verdadera obsesión que como tal, tiene mucho de irracional. Cuál es su origen y por qué se apropia de ella el discurso institucional, son interrogantes que no se aclaran y ni si quiera se mencionan. A la luz de los antecedentes existentes, en gran medida, la preocupación por la calidad es explicada por la existencia de un mercado altamente competitivo, acompañado de un desarrollo exponencial de las tecnologías, la incorporación masiva de la microelectrónica, la introducción creciente de nuevos materiales y la propagación de ideas y presupuestos absolutistas como el fin de las ideologías.
El problema de la calidad planteado en términos mercantiles no es inocente en relación con los efectos políticos que genera. De aquí que la esencia del término en el ámbito de la educación pierde precisión y se convierte en una expresión que se usa a conveniencia. Así, cada sector social, cada postura pedagógica tiene su propia versión de lo que debería ser una educación de calidad. Pretender un patrón para la educación de calidad es igual a no permitir las diferencias individuales.
La categoría calidad está contaminada con criterios e intenciones políticas, porque si lo esencial de la calidad es la diferenciación, entonces se está buscando a través de la escuela, la profundización de la dualización: por un lado los integrados y por el otro los excluidos o marginales. “Los que hablan de la calidad en el mercado siempre se refieren a la calidad para los <incluidos> los <integrados>; nunca para los <excluidos> o <marginales>. Son estas las consecuencias políticas del discurso de la calidad como una retórica conservadora en el campo educacional” (Pablo Gentile. La nueva retórica conservadora en la educación. 1994)
La realidad salvadoreña no hace más que reforzar estas evidencias. La PAES por ejemplo, siempre demuestra que la mayoría de las notas altas son de estudiantes de escuelas pagadas y generalmente los estudiantes de escuelas estatales obtienen las notas bajas. Debemos añadir, que las escuelas de “bajo rendimiento” o “malas” generalmente están ubicadas en las zonas desfavorecidas por el sistema y la pobreza de sus habitantes les obliga a enviar a sus hijos a la escuela más cercana.
De esto, podemos hacer algunas afirmaciones válidas. Primero, calidad para pocos no es calidad, sino privilegio. Hay estudios e informes que lo corroboran (Informe de la comisión nacional de la modernización de la educación. Op. Cit.) Las negritas son nuestras. Segundo, la calidad educativa no puede negociarse como un objeto de compra-venta, pues la educación no es mercancía.
Cuando la calidad educativa se plantea al margen de los conflictos sociales y políticos, de la realidad social, de lo cotidiano, entonces no se distingue del modo de abordarla en el mundo empresarial. Como adaptabilidad y ajuste al mercado, como competitividad, productividad, rentabilidad, como medida. Por eso cuando se plantea la escuela de calidad total en nuestra realidad educativa, el conflicto, la diferencia política, la pluralidad de opciones no tiene espacio, pues se vuelven un obstáculo para lograrla. La retórica de la participación del “cliente” en la definición de los objetivos y métodos educacionales a partir de las necesidades del “consumidor” genera la sensación de participación democrática, cuando en realidad es sólo una ilusión producto del marketing. Todo ya está decidido.
La calidad es un derecho de todos y no un privilegio de pocos. Octavo, la calidad educativa no es una moda limitada al corto plazo. La educación no se debe evaluar a partir de productos mensurables en rangos. Los seres humanos somos originales e irrepetibles por definición, lo cual no excluye la homogenización sobre la base de algunos valores fundamentales. En suma, la calidad, cómo mejorarla y cómo alcanzarla, siempre generarán interrogantes fundamentales sobre los objetivos de la sociedad, aunque la tecnocracia gobernante diga que esta discusión es abstracta. La calidad educativa es un problema mucho más complejo de lo que parece, con vinculaciones en el orden social, económico y político.
La escuela y la familia “construyen personas sociales” desde el mismo nacimiento. Entonces, ¿Qué debemos tomar en cuenta para hablar de “calidad educativa? Veamos algunos aspectos que nos pueden servir de parámetros para medir la calidad, que va mucho más allá de llenar las aulas de computadoras e internet. 1. Cantidad de alumnos que ingresan y egresan del sistema educativo. 2. Tiempo que tardan los alumnos en terminar el nivel educativo (si lo hacen en el tiempo estipulado o tardan más). 3. Pertinencia de los contenidos de la enseñanza y el aprendizaje desarrollados en el nivel. 4. Si esos contenidos fueron aprendidos por sus alumnos. 5. La persona resultante (solidaridad, pensamiento científico, espíritu democrático, defensores de su patria, respetuosos de los derechos y obligaciones, no discriminar, etc.). 6. Escala de valores internalizada. Impacto político, social, económico y cultural de la educación recibida sobre la persona y la sociedad. 7. Lugar que ocupan los docentes en la sociedad, que debe ser privilegiado. 8. Existencia de espacios institucionales para la reflexión de los docentes y su capacitación permanente. 9. Menor dependencia tecnológica del extranjero. 10. Aumento de la producción nacional. 11. Aumento en la venta de libros. 12. Aumento en la medicina preventiva de la población. 13. Mayor participación electoral. 14. Existencia de una política educativa coherente en todo el territorio nacional y, de ser posible, coordinada con otros países de la región.
La UNESCO ha realizado esfuerzos para lograr una educación de mayor calidad y con equidad y fue así que en coordinación con su oficina regional para América Latina y el Caribe (OREALC), se constituyó en noviembre de 1994 el LLECE (Evaluación de la Calidad de Enseñanza), al cual Cuba se incorporó en agosto de 1995. Hoy integran el Laboratorio 14 países latinoamericanos y el resto está solicitando su ingreso. Sus objetivos son generar estándares regionales, desarrollar un programa de investigaciones sobre la educación básica y fortalecer la capacidad técnica de los ministerios de Educación en el terreno de evaluación de la calidad.
Se debe comenzar a entender que la “calidad educativa” no pasa sólo por lo que hace el docente, también pasa por lo que hace la familia y el Estado nacional al respecto. El Estado tiene la obligación de garantizar una educación de calidad para todos sus habitantes y, en una sociedad capitalista tremendamente desigual como la nuestra, debe garantizar que todos los sectores sociales tengan las mismas posibilidades. Por ello es que la escuela pública y su defensa, es de vital importancia para nuestro futuro como sociedad civilizada, justa y democrática.
¿Qué es la calidad en la educación? - Noticias de El Salvador - ContraPunto
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