Marvin Galeas.30 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Esta semana, por alguna razón, he recibido de los lectores más correos electrónicos que de costumbre. Y no sólo sobre el tema de la columna del jueves pasado titulada: "El populista versus el estadista". Algunos quieren saber, en secreto, a quién me refería cuando hablaba del populista. Otros me pedían que les confirmara si se trataba de Fulanito de Tal, que no le iban a contar a nadie.
Una señora me sugería que no hiciera caso de insultos, que ni siquiera los mencionara en mis escritos. Alguien quiso saber lo que pienso sobre las elecciones en Venezuela. Otro más me pidió opinión sobre el reciente fallo de la Corte en torno a la libertad de expresión. Y sobre muchas y variadas cosas más.
Trato siempre de responder a todos los amables lectores que me escriben agradeciéndoles sus comentarios y gentilezas por el mismo medio. Sin embargo, pienso que hay algunas interrogantes de interés general que vale la pena comentar de manera pública. Hago este jueves el ejercicio de responder varias de las preguntas planteadas, algunas muy coyunturales y otras que me hacen de manera bastante reiterada. Comencemos, pues, esta plática entre amigos.
No tengo todavía los suficientes elementos para emitir una opinión sólida sobre el último fallo de la Sala de lo Constitucional. Pero me suenan, en el debate que se ha abierto al respecto, más adjetivos que argumentos; más crispación que razonamiento. Es muy difícil que un lector común encuentre en medio de tantas declaraciones altisonantes, de todos lados, elementos para formarse un juicio razonablemente certero sobre los alcances del fallo. Mención aparte merecen, a mi juicio, los serenos comentarios publicados en este periódico por Salvador Samayoa y Fabricio Altamirano.
Sobre las elecciones en Venezuela. Más allá de que el comandante haya obtenido una mayor cantidad de escaños en el Congreso, son buenas noticias para los demócratas que ahora la oposición cuente con instrumentos legales y legítimos para frenar el afianzamiento del totalitarismo en la Patria de Bolívar. También quedó claro que la mayoría de venezolanos rechaza la locura del socialismo del Siglo XXI. La oposición sacó más votos que el chavismo a pesar de las matonerías del gobernante.
Chávez, por otra parte, mostró ante el mundo, en vivo y en directo, su poca educación, su falta de caballerosidad y su talante vulgar al tratar de intimidar desde su silla presidencial a una joven periodista, que de manera ejemplar se le plantó, pese a las ofensas y sarcasmos del comandante. Mis respetos por la actitud valiente de la periodista Andreína Flores.
Sobre los insultos anónimos. Quiero aclarar que en el último párrafo de mi columna anterior no me refería a los correo con ataques directos a mi persona. Eso me tiene, en realidad, sin cuidado. Se autodestruyen. Cuando uno se mete a opinar públicamente se expone a cualquier cosa. Por ello quien no aguante el calor que se salga de la cocina. El párrafo en mención se refiere a aquellos "grupos políticos", cuya única estrategia de comunicaciones es la de enviar a través del anonimato correos electrónicos masivos escritos, donde tratan de enlodar a ciudadanos honorables.
Por las personas atacadas resulta muy sencillo deducir de dónde vienen los insultos. Da pena constatar lo enfermos que están del alma ciertos sujetos. Y lo peor es que con esas sucias estrategias creen que están impulsando ingeniosas tácticas de comunicación política. No estoy hablando de la izquierda esta vez.
Otra pregunta personal muy reiterada: ¿Por qué ataco al FMLN, si antes milité en esa organización? La verdad es que éste FMLN está controlado básicamente por el Partido Comunista. Nunca en mi vida fui miembro de ese partido. Estuve en el ERP, el cual nació como una respuesta crítica a la izquierda sectaria, envejecida y dogmática de los comunistas. Pero quiero agregar que, a estas alturas del campeonato, considero tras mucho estudio y meditación que los intentos socializantes, sean de izquierda y derecha sólo han significado desgracias a los pueblos. Allí está la historia más que mis palabras.
Finalmente en mi artículo anterior no me refería a nadie en particular. Si alguien se sintió identificado con el populista descrito en la columna, no es problema mío. Algunos me respondieron ofendidos. Qué bobería. Es como si usted un día sale a la calle y diga fuerte y sin mirar a nadie ¡ladrón! Y de pronto salga un vecino reclamándole y aclarando que él no se ha robado nada.
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