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2010/09/29

Co Latino-Salud mental | 28 de Septiembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 José M. Tojeira.29 de Septiembre. Tomado de Diario Co Latino.

En una conversación en una de las mesas del Consejo Económico Social (CES) se discutía el tema de la Salud Pública. Llegó la Dra. María Isabel Rodríguez a exponer la Reforma de Salud, que por cierto se ve bien pensada y con buenos ejecutores. Ojalá tenga el apoyo económico que necesita y se merece. Pero en esta sesión una mujer preguntó por la atención que el Ministerio daba a la salud mental de la población en su sistema de atención pública. Y la Dra. Rodríguez con su habitual sinceridad dejó caer el dato: “Es una vergüenza, pero cuando llegamos sólo había 5 sicólogos contratados para contribuir a la salud mental. Tres para la capital y dos para el resto del país”, informó la Ministra.
Nuestro país tiene una de las proporciones de homicidios más elevadas del mundo. Las muertes en accidentes de tránsito están consideradas, proporcionalmente a la población, las más altas de América Latina. Golpes, gritos, mal trato en el hogar y en muchos lugares de la vida cotidiana son un espectáculo frecuente. Las frecuentes rupturas del hogar impuestas por la migración o por otras muchas causas, incluida la cárcel, no se consideran parte del malestar nacional. La incapacidad de hacer públicamente verdad sobre los crímenes de la guerra, dejando amargura interna en tantas personas, sigue presente en el país. ¿Hay algún programa para los niños pequeños de presos, muchos de ellos hijos de jóvenes hoy encarcelados? ¿No los estaremos empujando a seguir el camino de sus progenitores? ¿Reflexionamos sobre los riesgos de la salud mental de la población? El hecho de que estemos en el porcentaje de suicidios cercanos a lo que técnicamente se considera nivel de epidemia, debía hacernos pensar un poco más en estos temas.
El problema sin embargo, no está sólo en el tradicional abandono que las autoridades han tenido en el campo de la salud pública, y que hoy quiere revertirse con mayor seriedad. El hecho de no dar importancia a la salud mental es un problema nacional. No el único, pero sí uno más, que unido a los muchos que tenemos se convierte en un agravante de nuestra propia situación social. Porque en efecto, es muy poca la importancia que le damos a la salud mental. Tenemos tantos problemas que ése lo consideramos el último. Y sin embargo, ninguno de nuestros problemas es en cierto modo último. Porque todos están entretejidos en una especie de círculo maligno. Los muchos problemas producen mala salud mental y la mala salud en ese campo refuerza los problemas.
Por eso una vez más hay que insistir en soluciones integrales. Que tomen el conjunto de los problemas y empiecen a dar confianza al ciudadano de que las cosas pueden cambiar efectivamente. Aunque sea poco a poco, pero que las soluciones van en la buena dirección. Medidas que rompan el esquema de despreocupación social ante los derechos básicos y tiendan a crear redes de protección social fuertes en el campo de la salud, la educación, la vivienda. Y atendiendo especialmente a la infancia.
Se puede castigar a los mareros si cometen delitos, es evidente. Pero no hay por qué castigar a sus hijos, dejando la salud mental de sus niños prácticamente en el abandono. Al contrario, incluso con aquellos que de algún modo han traicionado a la convivencia social, robando, matando o produciendo diversos daños, hay que buscar vínculos que puedan reconstruir lo que sea posible. Y no hay duda de que los hijos de los presos , sobre todo los niños pequeños, deberían recibir una atención especial. Porque los niños son sujetos de derecho, y porque frente a la infancia todos debemos estar unidos, protegiendo y ayudando. Es más fácil que un delincuente se rehabilite, viendo que la sociedad cuida a su hijo, que si ve que su niño o niña crece en la misma miseria afectiva o material en la que él creció.
El ciudadano en general tiene que advertir, para mejorar su salud mental, que el Estado está realmente al servicio de la persona humana desde la concepción hasta al muerte, como dice nuestra Constitución. Mientras el lenguaje constitucional sea uno, y la práctica cotidiana otra distinta, la salud mental no mejora.
Y en esto de la salud mental, aunque tenemos problemas, tenemos también una asombrosa capacidad de recuperación. En el caso del pueblo salvadoreño, y en general centroamericano, podríamos decir aquello del castellano antiguo traducido a nuestro días: “qué buen ciudadano sería, si hubiera buenos gobernantes”. Si con problemas de salud mental graves seguimos luchando, resistiendo, esperando y viviendo incluso con una enorme capacidad de disfrutar la vida y la alegría, qué no sería si percibiéramos que las cosas van claramente hacia mejor.
Ponernos de acuerdo en metas claras de desarrollo social, de inversión en la gente, de sacrificio de los intereses mezquinos, es el único camino viable para responder tanto al enorme valor de nuestra gente, como a las necesidades de tantos compatriotas, golpeados por los problemas del presente. La reforma de la salud es un paso. Ojalá la apoyemos adecuadamente, así como otras decisiones que vayan en al dirección correcta. La mayor preocupación y acción en lo que respecta a la salud mental, es también uno de los objetivos necesarios de nuestro desarrollo humano.

Opiniones

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Editorial

¿Y los defensores de la crítica periodística?
Durante meses, con el ánimo de ganar la opinión pública y meter presión, y por ende, incidir en la resolución de la Sala de lo Constitucional, sobre el recurso de inconstitucionalidad interpuesto contra dos incisos del artículo 191 del Código Penal, varios editores y reconocidos periodistas blandieron, como su principal argumento: la defensa de la crítica periodística y la libertad de expresión.

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Salud mental | 28 de Septiembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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