Patricia Figueroa.27 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
A partir de 1992 surgieron en El Salvador nuevas oportunidades para potenciar al sector textil, confección y zonas francas como generador de empleo y de divisas. Dieciocho años después, se puede afirmar que se hizo realidad la apuesta de convertirse en sector estratégico para nuestro país.
Día a día se cumple con la promesa de aportar al crecimiento económico y de mejorar las condiciones de vida de miles de familias salvadoreñas a través de fuentes de trabajo directas e indirectas. De hecho, en muchos de los municipios aledaños, donde operan empresas del sector, han experimentado mejoras significativas en el índice de desarrollo humano, tal es el caso de los municipios de Chalchuapa, Santa Ana, Colón, Quezaltepeque, Antiguo Cuscatlán, Metapán y Santa Tecla, entre otros.
La diversificación y la incidencia de las empresas en la cadena de valor de la industria de prendas de vestir, agroindustria, electrónica y servicios, entre otros, se ha logrado participando en un mercado internacional altamente competitivo. El sector empresarial compite directamente con empresas ubicadas en China, Indonesia, India, Malasia, y la lista continúa. Todos ellos son países que han mejorado su competitividad garantizando reglas claras e invirtiendo importantes recursos en educación, formación técnica e infraestructura pública.
La lucha por mantener y ampliar la participación en los mercados internacionales, constantemente pone a prueba la creatividad, la visión estratégica y la capacidad de los empresarios y de la fuerza laboral de adaptarse a los cambios y tendencias que día a día se nutren de nuevas exigencias y estilos de vida de los consumidores a nivel mundial.
Los beneficios económicos y sociales que las más de 270 pequeñas, medianas y grandes empresas del sector generan para El Salvador son tangibles. El sector genera el 50% del empleo en la industria manufacturera, aporta más del 18% del PIB industrial y aproximadamente el 52% de las exportaciones totales del país. Esto reafirma que es de beneficio común mantener las políticas que incentiven la producción y la sostenibilidad de las empresas del sector y de ampliar aún más la posibilidad de que vengan nuevas inversiones a aquellos municipios donde este desarrollo aún no ha llegado.
Para ampliar la incidencia y participación en las distintas cadenas de valor, debe haber una importante formación del recurso humano que sustente y respalde dicha integración. Además, se debe invertir constantemente en desarrollo tecnológico y en ampliar las opciones de abastecimiento de bienes y servicios para mejorar nuestra competitividad.
Trabajando de forma coordinada con el Gobierno se aprovecharán diversas oportunidades de negocios y mercados aún sin explorar. La coyuntura económica y política a nivel mundial, y la experiencia adquirida por el sector a través de los años, nos ubica en un momento histórico. Un momento en el que tenemos la gran oportunidad de modernizar el marco legal y el régimen de zonas francas, con el fin de competir en la economía mundial y de apoyar la labor del Gobierno en la búsqueda de nuevas oportunidades de crecimiento.
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