Comentarios mas recientes

2010/09/27

Contra Punto-Los miedos a la suma - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Enrique Gomáriz Moraga.27 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR - Hace unos días, Oscar Fernández hablaba en estas páginas de la “La suma de todos los miedos”, para hacer alusión a los distintos tipos de miedos que refieren de una forma u otra a la violencia y la criminalidad que padece El Salvador. Su discurso es un buen ejemplo de cómo la izquierda le teme a la ruptura del viejo paradigma sobre seguridad que históricamente ha supuesto una cierta división del trabajo: la derecha se dedica a hablar de la inseguridad como parte de la crisis de sus valores y enfrenta el asunto con fuerte dosis de represión y la izquierda disuelve la cuestión de la seguridad ciudadana en una problemática infinita sobre inequidad social y habla primordialmente de prevención.
Hasta finales del pasado siglo pocas voces de izquierda se atrevían a cuestionar este viejo paradigma y su correspondiente división del trabajo (en términos de derecha e izquierda). Afortunadamente, con el inicio de este siglo, varias entidades en la región han querido superar esa estrecha visión. En el contexto de Naciones Unidas, el PNUD ha desarrollado un programa en El Salvador, y a nivel regional, que se orienta en esta dirección. Pero me parece políticamente más comprometida con una visión abiertamente progresista, la iniciativa de la Fundación Ebert para construir una propuesta alternativa a la estrategia de mano dura, por un lado, y al temor a la sustantivación de la inseguridad ciudadana, por el otro. En todo caso, ambos esfuerzos coinciden en términos generales en que la inseguridad ciudadana debe entenderse como un asunto con características propias (sustantivada) y que la respuesta a la misma debe ser integral, conteniendo tanto prevención como coerción.
Desde esta perspectiva, existe coincidencia creciente acerca de que las experiencias exitosas para enfrentar la violencia rampante se basan en sólidos acuerdos nacionales o locales al respecto y, que la práctica mas avanzada consiste en lograr establecer una Política de Estado sobre la base de ese acuerdo nacional. El argumento que sostengo (ver mi nota en ContraPunto) es que esa opción resulta extremadamente difícil en El Salvador sin un acuerdo político entre las principales fuerzas políticas, dado el peso que los principales partidos tienen en la vida nacional.
Pues bien, creo que buena parte de los obstáculos para lograr esa Política de Estado que sea la suma de voluntades nacionales, puede referirse a los distintos miedos a concretar esa posible suma. Voy a identificarlos lo más puntualmente posible.

a) El miedo a sustantivar el problema de la inseguridad.
- Este miedo consiste en pensar que uno se aleja del pensamiento progresista si considera que el problema de la inseguridad ciudadana adquiere perfil propio y no se mantiene disuelto en una violencia estructural generalizada. Como si pensar las dos cosas fuera imposible. Esa tendencia correlaciona con la idea de que la causa de la violencia es la pobreza y la desigualdad social. Existe una notable cantidad de información accesible que muestra que la pobreza es sólo uno de los factores importantes que explican la inseguridad. Además, existen ejemplos cercanos que deberían mostrar esa evidencia: Nicaragua tiene mucha más pobreza que El Salvador y mucha menos violencia y criminalidad; por el contrario, la violenta Colombia es uno de los países más ricos del continente. Pero eso también puede probarse en el territorio nacional: con frecuencia, los municipios con mayor violencia no son los municipios más pobres. Es decir, sin negar la importancia del factor socioeconómico, ya hay evidencia de que hay otros factores, culturales, simbólicos, institucionales y políticos, que tienen también un importante peso en la ecuación. Es necesario salir, sin miedo, de la visión paralizante que supone pensar que la crisis de seguridad ciudadana sólo se resolverá cuando se resuelva el problema de la pobreza o de la desigualdad. Más bien, hay que pensar al contrario: hoy la violencia es un obstáculo de primer orden para avanzar en el combate a la pobreza. En suma, la izquierda debe mostrar al pueblo que tiene una política de seguridad sustantiva que resulta eficaz en el corto, mediano y largo plazo.
b) El miedo a la pérdida de identidad por un pacto con el adversario.- Existe todavía una enorme dificultad para pensar que los Acuerdos de Paz son algo más que un cambio de escenario,  donde los enemigos siguen en pié, sin ser sustituidos por los adversarios políticos. Los Acuerdos de Paz también son la apertura de una ventana de oportunidad para posibilitar Políticas de Estado; es decir, para establecer un grupo muy reducido de temas que deben ser sacados de la instrumentación partidaria para ser considerados como acuerdos nacionales. Uno de ellos sería el tema de la seguridad ciudadana. Desde luego, para ello debe dejarse de considerar a la derecha nacional como algo a extirpar (mediante un Estado fuerte) o sin relevancia alguna. Es decir, hay que considerarla como adversario político a vencer en el proceso democrático. Por más que se utilicen epítetos (fascistas, vendepatrias, et.) la derecha no perderá relevancia en el corto o en el medio plazo. Y su acuerdo en temas emergentes es completamente necesario.
Más bien hay que dejar de ser hipócritas: es un hecho que se adoptan acuerdos con la derecha con relativa frecuencia. Pero sobre todo es evidente que los dos partidos mayoritarios se ponen de acuerdo para enfrentar, por ejemplo, las emergencias y desastres naturales. Y hacer eso a nadie le parece mal. Por ello, con frecuencia me hago la pregunta: ¿Dados los niveles rampantes de la violencia en El Salvador, que han causado en los últimos 15 años diez veces más muertes que la suma de los desastres naturales, no será posible considerar esa violencia como una verdadera emergencia nacional, que requiere de un acuerdo patriótico?
c) El miedo a perder protagonismo como autoridad legítima.- El otro miedo a comprometerse en impulsar una suma de voluntades refiere principalmente a los Gobiernos en el sistema presidencialista. Pese a que tanto Saca (en su última fase) como Funes insisten en que el Gobierno no puede enfrentar sólo la violencia desatada y necesita del concurso de la sociedad, lo cierto es que se resisten a plantear abiertamente al país la necesidad de una Política de Estado, que por su propia naturaleza necesita de un acuerdo político nacional. La razón de esa resistencia es el miedo a perder protagonismo como autoridad legítima. No es nada seguro que un Presidente que planteara abiertamente una Política de Estado en este tema, tendría necesariamente que perder protagonismo. Pero incluso si ese riesgo existiera, ya es hora de que el Presidente lo ponga en la balanza, frente a la posibilidad de enfrentar todos juntos el embate del crimen organizado y la criminalidad general. Porque si las experiencias exitosas frente a situaciones graves de criminalidad refieren a acuerdos colectivos, los miedos a la suma de voluntades, por más entendibles que sean, no se justifican en una perspectiva de compromiso con el bien común.

Los miedos a la suma - Noticias de El Salvador - ContraPunto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.