Escrito por Zarko Pinkas. 29 de Septiembre. Tomado de La Página.
Cuando se ponen a trabajar lo hacen mal, comentó una fuente quien no puedo revelar, (me aplico la auto censura).La libertad expresión es uno de los más grandes logros de la democracia y ahora con el fallo de la Sala de lo Constitucional, provoca que los periodistas de cualquier línea y vertiente no puedan ejercer su profesión con libertad. Por mencionar un ejemplo, que muy pocas veces se da en el país, imaginemos un funcionario público sorprendido en lugar no muy apropiado u otro fenómeno también que no suele suceder relacionado a un vehículo de placas nacionales estacionado en el Obispo un día domingo en la tarde. Una denuncia publicada en un medio de comunicación podría ser vista como un atentado a la privacidad de los involucrados o involucradas. Esto tiene un nombre “Ley Mordaza”, tan fácil de definir en estas dos palabras.
El punto aquí es quién vendrá a poner los parámetros de lo que es una calumnia, y donde queda la función de un “informante” al cual se le debe proteger su identidad en los trabajos periodísticos de formato investigativo.
El caso de “Watergate” que destapo el escándalo de espionaje político en Estados Unidos y que le costó la presidencia a Nixon es un ejemplo claro del cuarto poder para manejar situaciones donde la prensa es esencial para la gobernabilidad del sistema democrático. Los periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, desenmarañaron los hilos los cuales apuntaban a la Casa Blanca a través del Comité para la Reelección del Presidente (CRP) de Richard Nixon. Los periodistas tuvieron ayuda anónima de un informador el cual se hizo llamar Deep Throat (Garganta Profunda) su identidad no fue dada a conocer hasta treinta y tres años después del escándalo.
Es decir que estos dos periodistas hubieran sido posiblemente arrestados por ser acusados de calumnia y difamación, y no revelar su informante; o por violar el derecho al honor, la intimidad personal y familiar y la imagen de Nixon y sus allegados. El mismo Bill Clinton pudo haber argumentado su derecho a la intimidad en el escándalo de faldas con Mónica Lewinsky; y, posteriormente, debió enfrentar un proceso, lo cual demuestra que un funcionario público tiene una responsabilidad con la sociedad, y es una figura pública expuesta.
Ahora si existe un tratado o tesis de gran intelectualidad donde se defina qué es difamación o calumnia exactamente, sería bueno conocerlo para saber qué decir y qué no, pues es una visión subjetiva, muy subjetiva.
Lo más increíble es leer ciertos comentarios denigrando la profesión periodística en diversos medios de la web y redes sociales con un obvio filtro ideologizado. Nadie quiere que levanten santos de un periodista, pues como todos seres humanos se cometen errores, pero cuando el tema encierra extrañas y hasta oscuras razones, es de ponerle cabeza al asunto y no el hígado. Algunas voces se han escuchado por algunos lares reclamando y reaccionando de diversas formas en contra la libertad de expresión cuando está no conviene a intereses particulares, económicos y políticos. Y aquellos que posiblemente celebran este acto jurídico, deberían reflexionar a futuro, no vaya a pasar que esta medida, como dicen en buen salvadoreño “se les de vuelta la tortilla”.
Una posible solución es publicar un “Manual de Carreño” sobre cómo ejercer el periodismo, aplicando la auto censura, con las definiciones de calumnia, difamación y cuantas relaciones semánticas se le pueden aplicar a un diccionario de la ética periodística.
A este tema consideré aplicarle un trato especial, pues los dos últimos presidentes han sido comunicadores, y uno de ellos un defensor de la libertad de expresión y un abanderado de este tema cuando hizo denuncias públicas sobre censura hacia sus programas.
La libertad de expresión es parte integral de una realidad evolutiva y de la democracia, y quienes al final se cubrirán y favorecerán según ellos con la aplicación de estas medidas, capaz terminan sentados frente a un juez, teniendo que explicar sus conductas y esqueletos en el closet.
Muy buena referencia con el caso de Nixon. Se nota quienes hacen las leyes no piensas en los periodistas freelance. Ellos no tienen editores ni conexiones a un medio, trabajan libremente. Ellos tendrán que aplicarse auto censura. En eso no piensas estos señores de la Corte, y toman en cuenta a un mafioso reconocido de unas de las familias peores vistas que son los Bukele, el de servipronto y su primo Armando Bukele un explotardor de primer orden. A ellos deberían meter presos.
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