No es el momento... de hacer reformas fiscales; es más, nunca fue y nunca será el momento de pagar más impuestos, ya que estamos al borde de la crisis, a punto de entrar o de salir de ella. No es el momento de derogar la ley de amnistía, las heridas se pueden abrir... además puede aparecer la verdad, e incluso se corre el peligro de hacer justicia a las víctimas. No es el momento de aprobar una Ley de Partidos Políticos y de arruinar el maravilloso mundo de los funcionarios públicos y de los partidos políticos. No es el momento de aprobar una ley de ordenamiento territorial... cuando quede la mitad de la población será más fácil ponernos de acuerdo. No es el momento del voto en el exterior y del voto residencial, se corre el riesgo de que más gente participe y se arruine el “cratos” por culpa del “demos”.
Escrito por Óscar Picardo Joao. 09 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.
No es el momento de incrementar el presupuesto de educación y acercarlo a la media latinoamericana de 4% del PIB, mejor incrementemos la migración y la exportación de productos nostálgicos. No es el momento de la ciencia, la cultura, el arte y la historia, sigamos mejor graduando abogados y administradores de empresa para fomentar el imperio de la ley y un país de empresarios con muchos títulos y poco conocimiento. No es el momento de invertir en ciencia y tecnología, por el contrario sigamos –las universidades– con la docencia de hora clase que es más barata, y –las empresas– comprando soluciones enlatadas en Miami.
No es el momento de una fe coherente ni de valores arraigados a costumbres éticas, mejor es una religión a mi medida con un dios malabarista y milagrero, que entienda mis autismos y necesidades tecnológicas y consumistas. Tampoco es el momento de la seguridad ciudadana, sino el de institucionalizar el fenómeno de las pandillas y el de llevar las estadísticas de muertos por género, edad, raza, etc.
No es el momento para la investigación periodística profunda, sino para el debate especulativo, para los reportajes con preguntas y respuestas obvias y para las entrevistas coloquiales de proyección política. No es el momento de las oportunidades para la Nación, sino las oportunidades del momento para unos pocos políticos y empresarios pueden jugar ajedrez sobre el tablero nacional...
¿Cuándo va ser el momento del país, de los ciudadanos, de la coherencia, del desarrollo...?, no lo sabemos; por ahora el momento que vivimos es el de cierto anarquismo legitimado, es el momento del poder y del consumo exacerbado. Se trata del momento inmediatista, el momento cotidiano del hoy, sin pasado y sin futuro, sin archivos y sin planificación, sin memoria y sin sueños.
¿Qué le podemos decir a los niños y jóvenes sobre nuestro devenir?; muchos sin que les digamos nada salen huyendo hacia el Norte, otros se quedan estáticos esperando los resultados de los dados cargados. En efecto, vivimos un preocupante momento existencialista entre la libertad y la angustia. Los partes noticiosos de la realidad no dan mayores certezas: crisis económica, desempleo, alta tasas de asesinatos, tragedias, incertidumbre, etc.
A la base de este escenario pesimista, aún tenemos esperanza que surja un nuevo liderazgo que ilumine, inspire y nos pueda convencer que podemos cambiar y que realmente es el momento de hacer las cosas necesarias para el país; este liderazgo no será mesiánico, está en potencia y latente en cada joven, en las empresas, en las comunidades, en las universidades; no esperemos que otros decidan que ahora no es el momento de cambiar y transformar la negatividad.
Construyamos el momento, busquemos las oportunidades, trabajemos con pasión y optimismo.
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