Si los partidos permanecen como están, en las condiciones calamitosas que en distintas formas y con diferentes consecuencias les afectan, el proceso y ellos mismos tendrán que pagar las facturas correspondientes, y más temprano que tarde.
Escrito por Editorial.Viernes 04 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Este es un momento muy especial en la vida política del país, y cada día resulta más claro que el hecho de haberse concretado sin dificultades la alternancia en el ejercicio del poder, como es natural en cualquier democracia que merezca el nombre de tal, ha venido a tranquilizar notoriamente el ambiente ciudadano en este punto, pero a la vez les ha traído a las fuerzas políticas inquietudes y desafíos que no tenían antes, al menos con la intensidad que hoy sale a relucir. Y es que la evolución democrática pone siempre en cuestión a los actores principales. Los partidos políticos, que son actores de primera línea, estaban bien acomodados en sus posiciones tradicionales; y al darse el giro en los roles, resultante de los resultados electorales, la comodidad se les acaba y tienen que ajustarse a la nueva correlación, que es mucho más que legislativa.
La ciudadanía, como es evidente de las respuestas que recoge la más reciente consulta de opinión de LPG Datos, está a la expectativa del surgimiento de nuevos liderazgos, especialmente en los dos partidos principales, el FMLN y ARENA. Pero, desde luego, internamente en dichas organizaciones partidarias, las resistencias a la renovación se hacen sentir, y hoy con más energía, porque se trata de hacer a la vez revisiones estructurales y reenfoques estratégicos. En el FLMN “los históricos” se atrincheran; en ARENA los que vienen de recorrer camino se erizan ante la idea de liderazgos verdaderamente diferentes, que no respondan a chaquetas usadas.
Está por verse lo que pasará en lo inmediato en este delicado tema, tan decisivo para las suertes respectivas. El que mejor lo entienda y lo asuma logrará mejores puntos, sin duda, de cara a los escenarios sucesivos.
APROVECHAR LOS MESES QUE VIENEN
Como hemos recordado antes, 2010 será año clave para desatar dinámicas renovadoras y reconstructivas en distintos órdenes y ámbitos, y especialmente en las áreas más señaladamente políticas, porque es el único año sin ansiedades preelectorales inmediatas, de aquí a 2014. 2011 será año preelectoral para las legislativas y municipales de 2012, que serán decisivas para medir cómo han sobrenadado los partidos esta fase posterior al inicio de la alternancia. 2012 será año electoral y de redefinición del mapa legislativo y del mapa local. 2013 será año directamente preelectoral de las presidenciales de 2014, con todo lo que eso traerá consigo en este nuevo esquema de correlaciones e interacciones que apenas se está empezando a dibujar.
En 2010, pues, habría que apurar el paso para hacer algo de veras significativo en temas como la reforma electoral, el ordenamiento de los partidos políticos, la puesta en marcha de la mecánica del ordenamiento territorial serio y efectivo que necesitamos desde hace tanto tiempo, y la definición –¡por fin, sin excusas ni pretextos!– del régimen aplicable al sistema portuario, y en particular el que corresponde al Puerto de La Unión, que está en clarísimo riesgo de quedar como proyecto minusválido.
Si los partidos permanecen como están, en las condiciones calamitosas que en distintas formas y con diferentes consecuencias les afectan, el proceso y ellos mismos tendrán que pagar las facturas correspondientes, y más temprano que tarde.
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