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2009/12/02

Hechos, Presidente, no palabras...

Escrito por Luis Mario Rodríguez R.02 de Diciembre. Tomado de el Diario de Hoy.

Los que creemos en la democracia, apreciamos la valentía, el carácter y la visión del Presidente Funes, cuando públicamente arremete contra aquellos que siguen empecinados en ahuyentar las inversiones, crear un clima de incertidumbre y acentuar la ideologización de las ideas. Del aprecio pasaríamos a la admiración, si sustituye al ministro de Educación; sus amigos, los amigos de Mauricio, constituyen un partido político, y su gobierno, junto con la empresa privada, la sociedad civil y los centristas de derecha e izquierda, hacemos una gran alianza junto con la oposición política, prescindiendo de los que privilegian la ortodoxia en el FMLN, en un acuerdo nacional que privilegie la erradicación de la pobreza, la eliminación de la desigualdad y el desarrollo económico.
La casi totalidad de discursos pronunciados por nuestro Presidente rechazan la partidización del gobierno, exaltan la necesidad del diálogo y la unidad nacional y presentan un rumbo claro sobre lo que el primer gobernante de izquierda quiere para El Salvador. Su valiosa capacidad de comunicar, la estructura de sus ideas y la claridad que el comunismo y las corrientes estatizantes coartan derechos fundamentales, son prueba más que irrefutable que él abraza la democracia y quiere hacer de cada salvadoreño su defensor y militante.

Desde la campaña electoral el Presidente protagonizó "diferencias de visión" con los dirigentes del FMLN. No obstante los contrapuntos con el candidato de la derecha, el entonces candidato Funes garantizó seguridad jurídica, estabilidad política y respeto al sistema democrático. Una vez electo, ha reiterado cuando ha podido hacerlo, que no es un caballo de Troya dentro del cual se esconden intensiones de cambiar la forma de gobierno del país; que respeta a los Estados Unidos, lo cual fue evidente cuando saludó con el mayor de los respetos a la secretaria de Estado en la toma de posesión el 1º de junio, y además, ha sido clara su preferencia por sistemas como el brasileño y el chileno. La suma de dichas ideas, en la que sobresalen la libertad, la democracia y el respeto a la Constitución de la República, y su cercanía a líderes socialdemócratas como los presidentes Bachelet y Lula da Silva, dan cuenta de un salvadoreño que desde la máxima posición del Órgano Ejecutivo tiene intensiones de gobernar para todos, adoptando un sistema democrático donde impere la justicia social y la libertad en sus diferentes expresiones.

Lamentablemente los primeros meses de gobierno no han sido suficientes para que el Presidente tome decisiones claras, ejerza la autoridad que le otorgamos los salvadoreños e inicie el camino hacia la construcción de una socialdemocracia en El Salvador. Lo que todos hemos presenciado es la claridad de objetivos que el vicepresidente y ministro de Educación está concretizando con cada una de sus acciones que ya han sido reiteradamente denunciadas por otros editorialistas. Su último gran logro es la adición del partido al que representa apoyando la "V Internacional Socialista", lo cual, como bien sabemos, no debe extrañarnos, pues no hace más que cumplir con los ideales que los estatutos del partido de izquierda siempre han proclamado.

El mandatario tiene un colectivo de más de quinientos mil votantes que lo llevaron a la Presidencia y que con seguridad apoyarían la construcción de una fuerza política de avanzada, capaz de adaptarse a las exigencias del presente siglo, que deje de lado el discurso polarizante de la lucha de clases. Tiene en sus manos la posibilidad de hacer modificaciones en su Gabinete de Gobierno nombrando nuevos ministros, entre ellos el de Educación, que sin dejar de lado los ideales de cambio, haga su trabajo técnico, consolidando la reforma educativa que inició hace veinte años en el país. Joaquín Samayoa o su hermano Salvador, Sandra de Barraza, William Pleytez, Roberto Rubio, Ricardo Córdova y muchos otros intelectuales de respeto, tienen las credenciales suficientes para apoyar la gestión del Presidente. Finalmente el gobernante tiene la capacidad de cerrar filas con la oposición política y otros actores para lograr la mayoría simple que le permita aprobar la legislación secundaria para echar a andar su plan de gobierno, pues son pocas las decisiones legislativas que requieren 56 votos, por lo menos hasta el 2011 que será necesaria la aprobación del financiamiento para las pensiones y el 2012 que deben ser electos nuevos magistrados en la Corte Suprema de Justicia.

No se trata de estrategias políticas para dividir a la izquierda como las que presumiblemente está patrocinando el ex Presidente Saca en la derecha con los disidentes de ARENA. Es impensable pedirle al Presidente Funes que de una vez por todas defina su relación con el FMLN, sin que una ruptura tenga como consecuencia una grave crisis política para el Ejecutivo. Sin embargo la política, como todo en la vida, es de riesgos y cálculos y sin duda alguna el Presidente debe arriesgarse, pues en el riesgo está el triunfo y con seguridad encontrará apoyo en todos y cada uno de los salvadoreños que aspiramos legítimamente a que sin importar afinidades ideológicas, cada cinco años podamos votar tranquilamente por el partido de nuestra preferencia, sabiendo que si la voluntad popular elige al otro, la democracia subsistirá y el país continuará por la senda del desarrollo. El Presidente no puede seguir basando su popularidad en meras declaraciones, que aunque claras y contundentes, se quedan en palabras. Debe pasar a los hechos y legarle a nuestros hijos un país en el que la política deje de ser el instrumento de los que viven en el pasado –-los comunistas-- y de los que quieren vivir de ella –-los disidentes y sus patrocinadores.

Hechos, Presidente, no palabras...

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