Aunque administrativamente la Fiscalía no se detenga, el que no haya un titular que tenga la fuerza de su elección tal como la Constitución la establece es una falla injustificable muy perjudicial para el sistema.
Escrito por Editorial.Miércoles 12 Agosto. Tomado de La Prensa Grafica.
Desde abril está la Asamblea Legislativa en deuda flagrante con la institucionalidad al no haber elegido al titular de la Fiscalía General de la República, tal como la Constitución establece. Son ya cuatro meses, y habrá que seguir esperando, porque los partidos políticos han decidido reanudar sus intentos a fines de este mes. Hasta la fecha, la impresión que queda es que ha faltado la suficiente voluntad para arribar a una decisión de mayoría calificada que no tendría por qué ser difícil en sí. Lo es porque confluyen en ella ansiedades y temores que tienen tintes autodefensivos extremos, porque no se explican de otra manera.
Pero el hecho hay que verlo en enfoque múltiple, pues no es casual. Hay un dato que conviene resaltar: esta vez, ya no ha sido posible disfrazar las dificultades para entenderse, y la negociación política cupular se reconoce y se muestra como tal. Siempre han sido las cúpulas las que han tomado decisiones como ésta, y eso tiene un sentido político entendible, aunque luego se plasme en acuerdos legislativos. Por otra parte, la dificultad actual está vinculada sin duda a la alternancia en el ejercicio del poder. Y, aunque sean al final de cuentas los dos partidos políticos principales los determinantes para la mayoría calificada, todo hace ver que es del lado del ahora partido de oposición de donde surgen las ansiedades mayores y, por ende, las resistencias principales.
En varias ocasiones, dentro de la diz que negociación producida hasta la fecha, se ha llegado al punto muerto; y eso indica que hay que cambiar de método. En el caso de la Corte Suprema era más fácil, porque había un abanico de cargos; hoy es sólo uno, y por eso cuesta más.
Una posición clave y simbólica
En realidad, todos tendrán que aceptar que ya esta vez no se pueden manejar las cosas con procedimientos ligeros, como eso de abrir listas para que los interesados se presenten. Las cúpulas tienen que buscar, en vez de esperar aspirantes. Y hacer un ejercicio de limpieza de ansiedades, sobre la base de que lo que más les convendría a todos es un titular de la Fiscalía que reúna al menos cuatro características inequívocas: idoneidad, responsabilidad, seriedad y ecuanimidad. Si se reúnen efectivamente, con el equilibrio intelectual y anímico necesario, nadie tendría por qué temer nada.
La función del Fiscal General es de alto nivel, no sólo en jerarquía sino también en simbolismo personalizado del Estado de Derecho. Entre otras, tiene las atribuciones constitucionales de “defender los intereses del Estado y de la sociedad”, de “denunciar o acusar personalmente ante la Asamblea Legislativa o ante la Corte Suprema de Justicia, a los funcionarios indiciados de infracciones legales cuyo juzgamiento corresponde a esos organismos” y de “organizar y dirigir los entes especializados en la investigación del delito”. No es, pues, ni mucho menos, un funcionario más. Y las dificultades para llegar al elegido o a la elegida lo ponen en clara evidencia.
Lo que no se debe es seguir como estamos. Aunque administrativamente la Fiscalía no se detenga, el que no haya un titular que tenga la fuerza de su elección tal como la Constitución la establece es una falla injustificable muy perjudicial para el sistema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.