Redacción ContraPunto. Agosto de 2009.
Se impone la necesidad del debate de la portación de armas de fuego, el control de estas desde la venta y el estímulo a su proliferación
SAN SALVADOR - Contradictorio y paradójico, al mismo tiempo espeluznante. Períodos que debería de llamar a la reflexión y al recogimiento, en El Salvador son siempre semejantes a llamados de guerra en los que mueren asesinadas decenas de personas.
Ocurre en las fiestas patronales, en Semana Santa y en las Navidades y Fiestas de Año nuevo.
Del 1 al 6 de agosto pasado, período en el que se celebraron las fiestas patronales en El Salvador, dedicadas al Divino Salvador del Mundo, ocurrieron 88 homicidios, es decir, 38 casos más que los 50 ocurridos el año pasado en el mismo período.
Ese incremento representa un 76 por ciento entre celebración y celebración.
El subdirector general de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Ramírez Landaverde, explicó que en este período el delito del homicidio "ha roto un patrón que hemos tenido en los últimos meses", concentrado en una zona del occidente de El Salvador.
Las autoridades indicaron que hubo una "dispersión total" y que se registraron homicidios en lugares donde no se habían registrado durante todo el año. Por ejemplo, en lugares de Morazán y La Unión, donde casi nunca se registran asesinatos.
Los casos más dramáticos de ascensos de homicidios se registraron en Sonsonate, donde de 6 se pasó a 14 homicidios o en Ciudad Delgado, de 2 a 10 homicidios.
La policía sitúa los móviles en violencia social, pasional, rencillas familiares, disputas d propiedad, deudas y rencilla entre pandillas.
El promedio diario en las fiestas de agosto recién pasadas fue de 14,6; mientras que el promedio de homicidios en julio fue de 11. Ramírez Landaverde considera que debería restringirse el uso de las armas, exclusivamente a la policía, seguridad privada y Fuerza Armada. Hay que tomar en cuenta que de los 88 homicidios, 66 ocurrieron con armas de fuego.
Incluso sugirió la normativa para la portación de armas blancas, como machetes, muy usados en el campo.
El control de las armas, a través de la prohibición de la venta, así como de la portación ha sido sugerida desde hace décadas por Naciones Unidas a través de estudios científicos; expertos en violencia y en derechos humanos.
Gobiernos conservadores y sectores empresariales vinculados a la seguridad impidieron anteriormente cualquier debate en el sentido de restringir el uso de las armas de fuego en El Salvador, donde casi medio millón de éstas se encuentran en manos de civiles, en una población de apenas 5.7 millones de habitantes.
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