Escrito por María A. de López Andreu. Viernes 7 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
La amenazante pandemia de la gripe A H1N1, puso a discusión la conveniencia o no de realizar los festejos agostinos. Se investigó, incluso, que en cierta ocasión, los festejos se habían trasladado al mes de diciembre, pero esto no fue aceptado por la población. Y, de nuevo, las fiestas patronales se celebraron en agosto.
Ahora, en 2009, parecía prudente que las fiestas se suspendieran; se escucharon voces, clamando por las pérdidas económicas que la suspensión de las fiestas significaría para los miles de comerciantes que, pacientemente, esperan todo el año para poder "hacer su agosto". Protestaron los artistas, los expositores de Consuma, los participantes en los distintos eventos, etc.
Y las gremiales de empresarios pidieron tomar todas las medidas necesarias para evitar más contagios, a la vez que exhortaron a evitar anuncios y exageraciones que causaran un pánico que, indudablemente, complicaría aún más la situación económica.
La Iglesia Católica, en la prudente y sabia voz del arzobispo, invitó a la ciudadanía a cumplir con todas las medidas necesarias para evitar contagios. Habló del valor de nuestra tradición, del significado de estas fechas y la conveniencia de que estos aspectos culturales no se pierdan. Y, tal como debe ser, nos recordó que la oración debe ser parte integral de esas medidas.
El alcalde de San Salvador, con todos sus preparativos al punto, con todos los gastos ya realizados y los compromisos ya contraídos, fue enfático al anunciar que, si el Ministerio de Salud decretaba alerta roja, él sería el primero en acatar el rígido protocolo que eso significa, a fin de preservar la salud de la población.
Pero, independientemente de lo que el Ministerio hiciera, él, por su parte, montó todo un sistema de atención para quienes tuvieran síntomas, y de prevención para la población que asistiera a los diversos eventos, a fin de que pudieran disfrutar de las actividades tradicionales con mayor seguridad.
La ministra de Salud y los viceministros, dieron entrevistas e hicieron declaraciones en relación a la gripe; determinaron que no era necesario suspender las fiestas, y las fiestas no se suspendieron. Eso sí, en la actual campaña mediática gubernamental (que ha sido calificada de cursi), se incluyeron bastantes cuñas acerca de la necesidad de prevención. Y, en resumidas cuentas, la tradición se impuso al riesgo.
Traigo todo esto a cuento porque, de nuevo, el actual gobierno hace gala de su incongruencia. Por un lado, la tradición pesó más que otras consideraciones (no lo critico, lo establezco); pero, por otro, su propaganda que ahora atiborra a los televidentes, está firmada como: Gobierno de El Salvador. "El Salvador", ¡en letras rojas! Verdaderamente, es inaudito. Es una falta de respeto, es un subliminal adoctrinamiento y una burla para nuestra nacionalidad y tradición.
Por eso, aplaudo la moción de la fracción legislativa de ARENA, que ha pedido la reforma a la Ley de Símbolos Patrios, para que toda en comunicación oficial, de todo tipo, cuando se imprima el nombre de "El Salvador" o el lema "Dios, Unión, Libertad", se utilicen únicamente los colores negro, azul, dorado o blanco.
Hasta ahora, ese mandato no existe en ninguna ley de la República, pero está escrito en el corazón de cada salvadoreño, que reímos, lloramos, nos conmovemos y respiramos nuestro azul y blanco. Y, como bien se sabe, la tradición y la costumbre, hacen ley.
Ok...importantisima la contribucion de la ilustre sr. El Salvador se escribe en azul!!!
ResponderEliminarCon eso tendremos un ES mejor!!!
Vaya chiste de mal gusto..pero esos son los ilustres guanacos....caqueros...poco sesos...