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2010/12/12

Simpatizantes FMLN -Los radicalismos acercan posiciones encontradas

 12 de Diciembre. Tomado de Simpatizantes del FMLN.

No todos los salvadoreños y militantes de “raza” o “hueso colorado”, como se acostumbra decir, están de acuerdo con las políticas generales y particulares seguidas por el gobierno.
Tampoco aceptan todas las actuaciones de los funcionarios, diputados y alcaldes del FMLN. Sería imposible lograr consensos y apoyos totales. Así ha sido siempre desde la Roma de los Césares, a la Grecia de los clásicos y la Francia de los Enciclopedistas. Salvador Allende llegó a la presidencia por la vía de las elecciones; pero en su gestión no contó con el respaldo sin condiciones de agrupaciones como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Lula en Brasil se mantuvo gobernando con el apoyo del Partido de los Trabajadores; pero nunca logró conciliar intereses con el poderoso movimiento social de los Sin Tierra.

Lo he sostenido en el tiempo de escribir para este espacio y lo he dicho fuera de su ámbito, en las jurisdicciones peligrosas de la calle, del campo, de las montañas y del litoral, colmados de oídos oficiosos y de zarpas reivindicativas del “gobiernismo”. Con mi firma quedaron atestiguadas mis letras y con voz sin claudicar jamás ni reducido en obsequio de ningún enfado, mis palabras. Vuelvo a decirlo, pues, reiterando mis párrafos denunciatorios, mis alegatos y posiciones: a la dirigencia del FMLN la han acomodado las circunstancias, los puestos públicos logrados por los aguerridos comandantes de los años de la lucha cruenta, los forjados en el crisol del combate. ¿Al presidente de la república lo habrán acomodado, hora con hora, día con día, los servicios informativos oficiales, sus asesores o ya tenía su posición conservadora antes de ser candidato oficial?

Los salvadoreños no piden demasiado al partido ni al presidente: únicamente hacer efectivos algunos cambios y básicamente tres tareas: investigar a profundidad la corrupción de los regímenes areneros y llevar a los responsables a la justicia; combatir fuertemente la delincuencia común y el crimen organizado y por último generar empleo masivo vía obras públicas, reactivando la agricultura o apoyando la inversión nacional y extranjera bajo parámetros de equidad y progresión social. Las críticas y las sugerencias no son gratuitas: obedecen a tantos años de marginación y opresión, con las nuevas autoridades se busca revertir la situación y llevar al país a horizontes de bienestar general, de progreso y verdadera paz con justicia social.

El presidente ha disminuido en su aceptación popular; pero mantiene cierto nivel de apoyo en la población. Nadie en su sano juicio le discute su pasión de servicio público, su acendrado liberalismo, hasta su fervor nacionalista, su patriotismo místico (no se confunda con su respaldo a la fuerza armada y ese empeño por dotarla de nuevos equipos, sobre todo aviones modernos), su decencia y su fuerte carácter, sobre todo para enfrentar a fuerzas retardatarias y hasta altos dirigentes del FMLN y sus mismos funcionarios, que a su juicio han actuado de espaldas al programa de gobierno y a las necesidades del país. No es tarea fácil administrar una nación como la nuestra, hay demasiados intereses en pugna y una clase económicamente poderosa resistente a los más tibios cambios. También organizaciones sociales que quisieran ver reformas drásticas y una mayor participación del gobierno en los asuntos del comercio exterior y en el libre mercado, sobre todo para regular precios de los productos de la canasta básica y las medicinas.

Con posiciones encontradas me encontré este fin de semana al escuchar los comentarios de un representante de los grupos dominantes de la economía nacional, sumergido como se dice en un tanque de pensamiento liberal. “El presidente es un abusivo y no oculta su deseo de intervenir en el libre mercado”, fueron sus iniciales palabras dirigidas a empresarios, profesionales y agricultores. “No hemos logrado mayores inversiones nacionales y extranjeras por la incertidumbre que generan sus actuaciones y las de sus funcionarios, sobre todo los dirigentes del FMLN”. Esta cantaleta, me dije, la he escuchado reiteradamente; pero los mismos datos de esta entidad de estudios sociales y económicos, no reportan inversiones en 20 años de gobiernos areneros, cuando supuestamente estaban dadas todas las condiciones y privilegios para los grupos empresariales. ¿Cuál es la situación entonces? Así estaba sentado y escuchando atentamente, sabiendo que la única forma de ser uno mismo en tales circunstancias es apartarse del medio: hundirse o echar a volar. Y, la verdad yo estaba más que a gusto para desplegar las alas.

Desde luego, estaba mintiendo, extraño en una reunión de tal naturaleza; pero como dicho está muchas de estas entidades siguen al pie de la letra la agenda propuesta por el partido Arena. ¿Cómo entender la campaña mediática de desprestigio de la cúpula arenera en contra del gobierno y del partido FMLN, sin escuchar los reclamos y posiciones idénticas de los empresarios? No hace falta ser experto en ciencias sociales y políticas o “analista” de tantos que pululan en este ambiente, para entender las razones que desde la profundidad de la oligarquía burguesa tienen para atacar permanente, al grado de la desestabilización, al régimen. Lo más difícil a veces resulta entender las posiciones de la izquierda radical, fácil cuando se trata de posiciones justas y equilibradas; peligroso cuando se cae en la anarquía.

El presidente Funes los ha tomado de la solapa, les ha pedido trabajar unidos y en armonía, no los ha castigado con más impuestos ni regulaciones de ningún tipo. Es más, ha retrocedido ante las presiones de los grandes fabricantes de bebidas alcohólicas, de las telefónicas y de los importadores de combustibles. Todavía descansa en la Asamblea Legislativa el proyecto de Ley de Medicamentos y recién se ha aprobado la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, instrumento con el cual supuestamente TODOS los ciudadanos podemos pedir explicaciones o informes sobre salarios, dietas o viáticos de los funcionarios, de compras millonarias, viajes o inversiones públicas. Esto debe de agradar a la empresa privada; pero no es así, ellos quisieran que todo proyecto de ley fuese sometido a su aprobación o preparado por sus propios equipos económicos, como desde siempre aconteció en este país.

Dicen que los extremos se juntan, no lo creemos así; las necesidades e intereses de la oligarquía y de la alta burguesía no pueden ser los mismos que de las mayorías poblacionales; a los militantes de “hueso colorado”, a los grupos sociales organizados de posiciones extremas, les resta ser equilibrados en sus peticiones, asumir el periodo de transición y no exigir más de lo normal y justo. Con sabiduría y mucha imaginación se puede llegar a estadios superiores, pero no abusar de las peticiones. Los radicales de la izquierda deben estudiar los fenómenos ocurridos en otras latitudes, ser precisos en los análisis y por cierto dudar o rehuir las cosas fáciles. La extrema derecha nada más tiene un camino: recobrar el gobierno para continuar administrando el Estado como su particular hacienda. Aquí reside el mayor peligro: la intolerancia y el extremismo de unos, se acerca al dogmatismo y el autoritarismo de aquéllos.

Publicado por pocote

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