La aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública, ocurrida hace tres días, es un excelente primer paso para transparentar la actividad pública, y así debe entenderse, como una herramienta.
Escrito por Luis Laínez.05 de Diciembre.Tomado de La Prensa Gráfica.
La aprobación, sin embargo, ha levantado voces que más que buscar la transparencia se inclinan por el control.
“Ahora sí los medios de comunicación dirán la verdad”, manifestó una diputada efemelenista al finalizar la aprobación de la ley.
Luego, el subsecretario de Transparencia, Marcos Rodríguez, se refirió en Radio Nacional a la ley en función de que la información llegaría directamente a la población, sin necesidad de los medios de comunicación.
Ambos casos son interesantes, y muestran la percepción que hay en la izquierda de los medios de comunicación, que, en otras latitudes –sobre todo al sur del continente, aunque sus discípulos cuscatlecos han repetido los mismos planteamientos–, ha llegado a identificar a los periodistas como enemigos de los gobiernos.
En realidad, el buen periodismo, honesto y valiente, es enemigo del poder. Incomoda a quienes se sienten dueños del poder y que lo quieren ejercer sin cuestionamientos.
Poner información directamente a los ciudadanos no es estrictamente periodismo (si no, veamos cómo la organización WikiLeaks buscó a cinco grandes periódicos –cuatro en Europa y uno en Estados Unidos– para divulgar 250,000 documentos que presentan a la diplomacia estadounidense de forma cruda y sin protocolos).
Algo que se debe evitar es que los funcionarios quieran decidir qué es lo que debe conocerse y definir “la información”.
De ahí nace la necesidad del buen periodismo. Que pueda tener acceso a la información –toda y sin restricciones– para poder presentarla a los ciudadanos. Pero, además, procesarla e interpretarla. Tampoco hay que dejar de lado el profesionalismo. Toda la información, por muy buena que sea, debe ser contrastada y verificada. Preguntar a todos los involucrados, para conocer su versión y darles oportunidad de que expongan su punto de vista.
Pero eso es el camino que se sigue una vez se tenga la información. Por eso es tan importante contar con una ley que garantice el acceso irrestricto. Claro, hay elementos sensibles, que tengan que ver con seguridad nacional o que pongan en peligro la vida de seres humanos.
Sin embargo, tener una ley es un buen paso. El primero de muchos que deben darse.
La nueva ley establece que habrá un consejo que deberá garantizar el cumplimiento de las disposiciones ahí contenidas. El presidente Mauricio Funes, según la ley, será quien escoja, de ternas presentadas, a los integrantes de ese consejo.
El presidente ha sido un hombre de medios, por lo que todo mundo espera que haga una buena elección.
Rodríguez, el subsecretario de Transparencia, además, dijo algo muy importante: recalcó que fueron el FMLN y ARENA los que aprobaron la ley. Y que el Frente mantuvo su palabra de tener un instrumento de esta clase –pues lo propuso cuando era oposición–. ARENA, en cambio, estuvo en contra cuando era gobierno y ahora, en la oposición, dio sus votos para transparentar a su adversario.
Sea por las razones que fuera, lo cierto es que todos en este país tenemos razones para celebrar. O, al menos, para estar un poco más optimistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.