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2010/12/03

LPG-¿Qué hicieron con aquel El Salvador?

 Escrito por Luis Gómez Zárate.03 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

elgoza@hotmail.com

No exagero al decir que El Salvador era un país mágico, embrujado por su belleza del trópico, con gente cordial y respetuosa de los valores cívicos, religiosos y morales.

Es el país más pequeño en extensión de Centroamérica, sin tierras vírgenes de reserva, en proporción a su acelerado crecimiento demográfico.

Esta densidad demográfica ha planteado una variedad de problemas, pero es también uno de los factores que más han contribuido a configurar la fisonomía del país y poner en marcha sus fuerzas de producción.

Por diversos imperativos, El Salvador es un país de trabajadores. Con hombres de empresa que siempre se han destacado por su iniciativa, audacia y habilidad no obstante los ataques constantes de parte de quienes se enriquecieron a costa de los rescates empresariales y hoy piden entendimiento.

Al repasar en nuestra mente lo que fue aquel El Salvador y ver la realidad de hoy, se nos hace un nudo en la garganta y se llora al ver que los colores azul y blanco de nuestra bandera que ondeaba orgullosamente hoy se ven opacados por el rojo del terror, hambre, pobreza, desempleo.

Por incapacidad no se garantiza la vida, la integridad, la salud, el trabajo, el bienestar económico, mucho menos seguridad ciudadana ni jurídica, distorsionándose la educación de los menores. Hoy somos un país desnudo, sin valores religiosos, morales y cívicos; las fiestas patrias carecen de calor cívico, sobre todo cuando son presididas por personas rechazadas por la mayoría de la sociedad, pero doblegándose escudos, estandartes y sables en posición de saludo.

Se ha perdido el sentimiento patrio que se expresa en nuestro himno nacional, el cual ha sido sustituido por el griterío de la chusma roja: “el pueblo unido jamás será vencido”. Estamos en el velorio de El Salvador, pero aun así al pueblo hay que decirle la verdad de lo que pasa: estamos en una situación grave en lo económico, a la que Carlos Acevedo, del Banco Central, ha calificado de “catástrofe”; y que no es algo que se visualiza en el horizonte, sino que ya se vive en El Salvador y utiliza la figura del hundimiento del Titanic para explicarlo diciendo: “el barco se está hundiendo, pero todavía sigue la música, la gente todavía está tomando su champán y su caviar. No nos hemos percatado de que la catástrofe ya está encima”. A pesar de este análisis, siguen los viajes innecesarios, los grandes gastos suntuosos, los aumentos de sueldos desmedidos a los allegados, porque para eso ocupan los préstamos.

Se abusa del crédito externo: de mayo de 2009 a mayo de 2010 nos han endeudado en $3,600 millones. Pronto será el zapotazo. A tal grado de inestabilidad económica hemos llegado, que el 25 de noviembre la Asamblea Legislativa reorientó $66 millones para pagar a los empleados públicos de un crédito aprobado el 14 de octubre de $220 millones para tapar cárcavas fiscales.

Aquel El Salvador pujante está a punto de ser incapaz de cumplir sus obligaciones crediticias y se verá complicado con el pago a los empleados públicos. A esta situación de no poder pagar la deuda y que nadie le querrá prestar a El Salvador se llama “default”.

Quienes tenemos relación con financieras internacionales de primer orden dicen tener documentos elaborados por las autoridades económicas salvadoreñas, etiquetados de “uso restringido”, no dudando que el colapso de El Salvador será pronto.

Ante esta catástrofe, como pueblo soberano debemos exigir cuentas a los responsables, sean quienes sean y de la administración presidencial que sea, y llevarlos a juzgamiento. Cayo Julio César, emperador romano, decía: “Quien toca ilegalmente un sestercio de los fondos de Roma es reo de muerte”.

¿Qué hicieron con aquel El Salvador?

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