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2010/12/17

LPG-Modernización ordenada del transporte público: reto integral

 El proyecto es atractivo y financiable, y si se hace sobre la base de la seriedad en la participación de todos, no tiene por qué fallar.

Escrito por Editorial.17 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

El Gobierno, por medio del Viceministerio de Transporte, ha dado a conocer el plan de echar a andar un Sistema Integrado de Transporte del Área Metropolitana (SITRAMSS), lo cual implica reordenar el servicio con buses articulados en rutas preestablecidas, sobre la base económica de lo que se ha dado en llamar asocio público-privado. El proyecto, de entrada, resulta una iniciativa atendible, porque se orienta en la ruta de ordenar lo que hasta hoy es un gigantesco desorden creciente. Pero, como era previsible, más por la forma en que se hacen las cosas que por el contenido de las mismas, las reacciones adversas o reticentes no se han hecho esperar.

Desde hace tiempos viene rodando la idea de poner en práctica en nuestra caótica área metropolitana un sistema de buses articulados, de gran capacidad y con un esquema de trabajo que supere la saturación de unidades, la indisciplina y la arbitrariedad imperantes. Experiencias inmediatas, como la de la ciudad de Guatemala, sirven de ejemplo de lo que se podría lograr en el Gran San Salvador. El actual alcalde capitalino lanzó, desde su campaña, la propuesta del metrobús, que no logró cuajar por falta de los apoyos correspondientes. En realidad, proyectos de esta índole no pueden funcionar sin lo que podríamos llamar, para hacer uso de la terminología de moda, un asocio Gobierno Central-Municipalidades-empresarios. Y hacerlo no en función de quién se lleva la palma, sino en razón de que la necesidad de transformación real del desarticulado y perverso sistema vigente empiece a tomar cuerpo en los hechos.

La iniciativa ha sido lanzada, la implementación llevará su tiempo. Estamos hablando de que el primer tramo Soyapango-Catedral estaría en pie de función, si las cosas van bien, en la segunda mitad de 2013. Hay múltiples complejidades por atender, pues se trata de una renovación progresiva del sistema. Y lo primero que habría que lograr es que los actores directamente envueltos en el proyecto –ya los mencionamos: Gobierno Central, Municipalidades y empresarios actuales o futuros– logren desarrollar de entrada una interacción positiva. El proyecto es atractivo y financiable, y si se hace sobre la base de la seriedad en la participación de todos, no tiene por qué fallar.

En estos primeros momentos, hay dimes y diretes, reclamos y reservas. Es lo usual en el ambiente. Pero ojalá que esta vez la iniciativa nazca con suerte, y eso depende en primer lugar de las actitudes y propósitos de los que la impulsan en principio. En otras palabras, el Gobierno debe abrirse a la búsqueda del éxito de su iniciativa, más allá de cualquier consideración de imagen coyuntural, que es lo que desafortunadamente se acostumbra.

Lo que ya no se puede ni se debe es continuar en el caos, que lleva inevitablemente a la insostenibilidad del sistema tal como está. Los vicios de origen –como el inveterado reparto abusivo de permisos de línea, que empezó hace muchos años– ya están al tope. La reforma estructural y empresarial de dicho sistema es inaplazable.

Insistimos en la necesidad de que todos los que tienen legítimos intereses y responsabilidades en toda esta temática dejen de lado sus pequeños resquemores o sus egoísmos sectoriales, y pasen a una consideración realista de las necesidades y las posibilidades en el ámbito de esta problemática que se ha venido volviendo cada vez más crítica e inmanejable.

Modernización ordenada del transporte público: reto integral

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