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2010/12/03

LPG-Las contradicciones y las indefiniciones tensan el ambiente

No basta con que haya proyectos significativos y proyecciones encaminadas a enfocar cuestiones de interés nacional; es preciso que haya líneas de tratamiento articuladas, armonizadas e inequívocas.

Escrito por Editorial.03 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

La actual gestión gubernamental es especial en muchos sentidos, porque, para empezar, representa, con todos los contrastes y vaivenes que se quiera, la primera experiencia de alternancia en el ejercicio del poder político en el país, no sólo durante este período de posguerra sino a lo largo de nuestra contemporaneidad. Se trata de una alternancia muy curiosa, porque, si bien la izquierda partidaria obtuvo el triunfo en las elecciones presidenciales de 2009, ya desde antes de que tomara posesión el nuevo Gobierno empezó a ser notorio que no había un entendimiento básico entre el gobernante entrante y el partido que lo llevó al poder.

A lo largo de los meses transcurridos de la gestión, se han establecido importantes posturas gubernamentales, como el esfuerzo por incrementar la inversión social, la definición realista de las relaciones internacionales y el distanciamiento de toda forma de radicalismo; y, en cuanto a iniciativas más específicas, la creación del Consejo Económico y Social y la voluntad ya bastante manifiesta de activar el Puerto de La Unión en una ruta de apertura y sostenibilidad. Sin embargo, es en la puesta en práctica donde se presentan los problemas de efectividad real, que deben ser atendidos cuanto antes para que la maquinaria de los proyectos funcione conforme a las exigencias de la realidad de cada uno.

Aquí es donde entra a jugar el tema de las contradicciones y de las indefiniciones en el seno de la misma gestión gubernamental, que siendo perfectamente evitables, indican, en primer lugar, desajustes de comunicación interna que no tienen justificación ninguna. Ahora mismo tenemos el caso del Seguro Social. El Director General se compromete con el sindicato a otorgar un bono a los trabajadores; dicho bono no se hace efectivo y los trabajadores se van a la protesta en perjuicio de los derechohabientes; entonces el mismo Presidente de la República desautoriza públicamente al Director General, que ya está en alitas de cucaracha por otros temas; a la vez se establece entre los sindicalistas y personeros del más alto nivel una mesa de negociación política para hallarle solución al conflicto. Cualquiera se pregunta: ¿Por qué no se empezó por esto último, en vez de llegar a ello por la vía tortuosa de un rodeo que deja tantos traumatismos en el camino?

Otro tema es el de la compra de una flota de aviones brasileños para equipar a la Fuerza Armada. Se lanza la idea desde el más alto nivel, y eso genera una serie de opiniones encontradas, especialmente en el ámbito político. Entonces se dice que no hay decisión tomada al respecto y que el punto está en estudio. Entonces, ¿por qué soltarlo a la discusión pública donde se sabe de antemano que provocará filos y ronchas? En realidad, es muy difícil justificar dicha compra cuando hay tantas necesidades urgentes en cartera; pero en todo caso, lo más prudente habría sido afinar el análisis, consultarlo de manera más privada y luego buscarle alguna salida.

Estamos, pues, ante muchas inconsistencias de manejo, que no tendrían por qué darse si hubiera una línea de acción definida. No basta con que haya proyectos significativos y proyecciones encaminadas a enfocar cuestiones de interés nacional; es preciso que haya líneas de tratamiento articuladas, armonizadas e inequívocas. Ojalá que esto se logre al corto plazo, porque a todos nos conviene que esta gestión salga adelante, pues es la suerte del país la que está en juego, con todo lo que eso significa para la estabilidad y para el desarrollo.

Las contradicciones y las indefiniciones tensan el ambiente

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