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2010/12/11

LPG-La reactivación demanda claridad, unidad e incentivos

Seguimos lamentando que las fuerzas principales de la política nacional todavía no den señales de estar dispuestas a entrar en un análisis compartido con voluntad de sacar resultados efectivos y practicables.

Escrito por Editorial.10 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Q ue nuestra economía vaya a la cola de Centroamérica es un dato que, aparte de muy penoso, es revelador de que las cosas no se han venido haciendo bien en el país desde hace tiempos. A raíz de la crisis global cuyos coletazos nos han golpeado fuerte y en buena medida continúan haciéndolo, se puede ver más claro que nunca que nuestra realidad requiere, con urgencia, significativas dosis de realismo reconstituyente, no sólo para salir lo mejor librados que sea posible de este momento tan complejo y desafiante, sino sobre todo para encarrilar todas las energías nacionales por la ruta de una reactivación sostenible y progresiva.

Lo que preocupa es que las señales más visibles y sensibles que se vienen dando en el ambiente evidencian que hay muy poca comprensión del fenómeno real, tal como este es y no como las visiones interesadas quisieran que fuera. En lo económico, ejemplo palpitante de estos días es la anunciada eliminación del “draw back” del 6% sobre las exportaciones, justamente cuando estas están levantando cabeza en medio de la situación tan apremiante que vivimos. ¿Qué análisis estratégico rige este tipo de decisiones? Ese purismo que de repente sale a relucir es incompatible con el interés nacional patente en las circunstancias actuales, y de seguro ninguna de las naciones verdaderamente poderosas lo tomaría para aplicarlo por su cuenta. Aquí dan ganas de preguntar: ¿Qué nos pasa?

Por otra parte, está en el telar semioculto de las posibilidades inmediatas la adquisición de aviones por un valor que ronda los $100 millones. Y ese gasto, que puede tener justificaciones institucionales, no tiene ninguna justificación estratégica dentro del marco de apremios prioritarios en que nos movemos. Cuando estamos necesitando con urgencia construir un sistema de oportunidades de desarrollo educativo real para nuestros niños y jóvenes, esos $100 millones podrían constituir capital semilla para dicho sistema, que como tal no existe, aunque haya iniciativas sueltas, costosas y de pocos resultados previsibles. Aquí surge de nuevo la pregunta sintomática: ¿Qué nos pasa?

Sabemos, por sobrada experiencia, que lo social y lo económico son expresiones de un mismo fenómeno, en el que además interviene lo político, con influencia determinante. Cuando se ven muestras de desconexión entre esos tres componentes vitales de la realidad, hay motivos fundados para preocuparse. Y aquí hablamos del imperativo de tener una visión realista de las condiciones de presente y de futuro, unida a una estrategia que mueva energías en la vía de viabilizar y posibilitar el cumplimiento de las responsabilidades de todos los sectores de la sociedad, comenzando por el sector político y el sector gubernamental.

Seguimos lamentando que las fuerzas principales de la política nacional todavía no den señales de estar dispuestas a entrar en un análisis compartido con voluntad de sacar resultados efectivos y practicables. Hay fijaciones que obstaculizan el eventual esfuerzo: los partidos se anclan cada vez más en las competencias electorales que se avecinan; y el Ejecutivo lo hace en la ansiedad por tener más fondos disponibles cuanto antes.

Entretanto, va pasando el tiempo, que es cada día más valioso, sin que se vean las luces de un auténtico afán por salir adelante, todos juntos, en función inequívoca del bien común.

La reactivación demanda claridad, unidad e incentivos

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