Vengo de pasar una experiencia excepcional, talvez la más excepcional de mi vida. Después de someterme a un cateterismo cuyos resultados fueron solamente “un paliativo” al decir de mis cardiólogos locales, por exhortación insistente de ellos me decidí a salir del país en busca de una solución a lo que de quedarme aquí sería una situación terminal, sin ninguna esperanza de solución médica al tener mis arterias coronarias seriamente calcificadas, cuya limpieza requería equipo y tecnología no disponibles en el país.
Escrito por Ernesto Rivas Gallont.05 de Diciembre.Tomado de La Prensa Gráfica.
La alternativa era ir a un tratamiento similar a Estados Unidos, pero, providencialmente y por las referencias elogiosas que recibí del INC de México, viajé a la capital mexicana, con mi esposa y mi hija mayor.
La semana pasada relaté mi experiencia en manos del cardiólogo intervencionista Dr. Jorge Gaspar, jefe del departamento de hemodinámica del Instituto Nacional de Cardiografía Ignacio Chávez, de México, D.F.
El INC atiende prioritariamente a mexicanos de escasos o ningún recurso económico, pero dedica dos de sus 10 pisos a atender pacientes que pueden sufragar el costo de su atención y tratamiento.
Lo primero que llama la atención al llegar al instituto es que dentro de aquel mar de gente uno se encuentra con una organización de recepción muy eficiente y cortés. En pocos minutos habíamos completado los formularios de ingreso e íbamos en camino a una amplia habitación, que tenía todas las comodidades modernas, menos conexión a internet ni televisión por cable.
Pocos minutos después llega al cuarto una joven cardióloga acompañada de otro médico para llenar un cuestionario detallado sobre mi caso. Ya ellos tenían el informe de mis cardiólogos locales y un video del último cateterismo que yo había enviado con anticipación a nuestra llegada.
Al rato se presentan las enfermeras, que son ejemplo de eficiencia, cortesía y amabilidad. Los médicos y ellas programarían los exámenes y preparativos preliminares para lo que sería un cateterismo muy complejo para descalcificar mis arterias.
Estábamos en un hospital del primer mundo, más que eso, uno de los mejores del mundo en su ramo.
¿Es necesario contar historias como esta? ¿Se requiere escribir sobre experiencias personales que han transformado angustia en esperanza?
Al haber sido testigo personal de la excelencia profesional y humana que se experimenta en el INC, uno, que tiene a su disposición espacios en medios para dejar constancia de su agradecimiento, se siente impulsado a relatar lo sucedido. Ello puede crear nuevas perspectivas para otros con dolencias similares.
El INC inició operaciones el 18 de abril de 1944 y en 1976 se trasladó al complejo que lo aloja, en donde implementa, enseña e investiga cardiología intervencionista, ecocardiografía, medicina nuclear, etc., así como las clínicas de cardiovasculopatías congénitasy de cardiología geriátrica y la avanzada automatización en servicios clínicos y en laboratorios.
La cardiología mexicana, en todas sus ramas, es considerada una de las más avanzadas del mundo y eso no es casualidad. En buena medida se debe a los centenares de médicos especializados e investigadores que se han especializado en el INC.
La aspiración más viva de los actuales directivos de la institución, herencia del maestro Ignacio Chávez, es la de hacer realidad la bella imagen del poeta francés Charles Baudelaire en “Los Faros”: “C’est un phare allumé sur mille citadelles...” (Es un faro encendido sobre mil ciudadelas).
Más sobre el INC hoy en mi blog, http://blog.netorivas.net
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