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2010/12/24

LPG-Editorial-La Navidad es momento propicio para reanimar el espíritu nacional

 Navidad es tiempo de concordia y de buenos augurios, que es lo que los salvadoreños más estamos necesitando, de cara al cúmulo de desafíos que trae la realidad y que las actitudes imperantes complican más de la cuenta.

Escrito por Editorial.24 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Hoy más que nunca, las condiciones de la realidad nacional y las de la realidad internacional que nos afectan, hacen que el sentimiento ciudadano requiera soportes anímicos motivadores. El día a día de los salvadoreños se ha venido complicando progresivamente, en esta posguerra en la que ya no existe la violencia política de la preguerra y de la guerra, pero que ha visto surgir flagelos nuevos, como la delincuencia organizada que tiene múltiples caras y la desaceleración económica crónica que enturbia todos los esfuerzos nacionales; y por eso mismo estamos necesitados todos de estímulos eficaces, que nos permitan refrescar periódicamente las energías disponibles en los distintos campos del quehacer público y privado.

De seguro la facilidad con que los ánimos se crispan y se exasperan aun ante las inconveniencias más coyunturales es consecuencia de la sensación generalizada de que no hemos logrado, como nación y como sociedad, entendernos en un proyecto común, que no sólo fije una ruta hacia adelante, sino que ordene todos los esfuerzos hacia una meta compartida, que no podría ser otra que el desarrollo nacional en sentido estrictamente democrático, es decir, para el progreso de todos, sin distingos ni exclusiones de ninguna índole.

La Navidad es un momento de armonía y de convivio familiar y social; y esas características son las que más necesita asumir nuestro proceso nacional en las circunstancias que corren. Aunque la armonía pueda ser considerada una aspiración casi inocente en un mundo marcado por contradicciones tan severas, hay que asumir el hecho de que sin armonía básica la vida en comunidad —sea local, nacional o internacional— resulta no sólo insostenible sino irrealizable. De esto hay infinidad de ejemplos, tanto en lo negativo como en lo positivo. Sólo las sociedades que logran un acuerdo mínimo suficiente han alcanzado éxito real en la ruta del progreso; las sociedades que no logran superar sus divisiones internas gastan prácticamente todas sus energías en mantenerse como tales.

Nosotros ya no somos una sociedad dividida, como lo fuimos antes y durante el conflicto bélico; ahora estamos construyendo, con todas las dificultades que se quiera, la integración que nos convertirá en una auténtica nación, con amplios horizontes de futuro. Esto debería ser el más fuerte y convincente incentivo histórico para rehacer positivamente nuestros tejidos socioeconómicos, dañados por la inercia o por la irresponsabilidad. Es hora de reconocerlo y de remediarlo con ánimo renovador.

El espíritu nacional positivo y constructivo debe imponerse sobre todos los trastornos, desatinos, desplantes y exabruptos que se ven a diario en el ambiente. Nuestra atmósfera, contaminada de irracionalidad, requiere una especie de fumigación de buen sentido y de comprensión mutua, para que las cosas puedan tomar el rumbo que el interés nacional demanda.

La Navidad es tiempo de concordia y de buenos augurios, que es lo que los salvadoreños más estamos necesitando, de cara al cúmulo de desafíos que trae la realidad y que las actitudes imperantes complican más de la cuenta. La confianza, por la que tanto se clama, se funda justamente en la concordia básica, a la que todos tenemos que apostarle para que el país y el proceso sigan adelante como debe ser. ¡Que la nación tenga también su feliz Navidad!

La Navidad es momento propicio para reanimar el espíritu nacional

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