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2010/12/16

LPG-Editorial-Hay puntos críticos para la gestión económica que quieren más atención

 Tenemos que caer en la debida cuenta de que no somos, ni mucho menos, una isla privilegiada, sino que estamos en el escenario de la competitividad, en el cual el que mejores condiciones ofrece se vuelve el más atractivo.

Escrito por Editorial.16 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

El balance que hacen las cúpulas empresariales sobre el desempeño económico del país en 2010 es desalentador, y esto debe ser analizado a fondo, porque en realidad el sector privado es el principal motor de la economía, y su ánimo o desánimo inciden decisivamente en el desempeño no sólo del proceso económico como tal, sino del proceso nacional en su conjunto. Ya está prácticamente anunciado que en 2010 no se alcanzará el 1% de crecimiento, que era ya una estimación poco estimulante; y eso hace que la proyección de un 2.5% para 2011 quede bastante más en duda. Esto contrasta negativamente con lo que ocurre en nuestros inmediatos entornos, lo cual debería despertar una reflexión colectiva, seria y sincera, sobre las retrancas que nos mantienen en este estado de debilidad ya endémica.

Hay tres cuestiones especialmente vitales: la necesaria reactivación, el déficit fiscal y el endeudamiento público. La economía padece una modorra crónica, el déficit fiscal es un lastre muy pesado y el endeudamiento público está en zona de alto riesgo. Todo esto va íntimamente vinculado con dos temas que no es posible evadir ni disimular: los rezagos en la reforma estructural del sistema, para abrirlo y dinamizarlo de veras; y las contingencias políticas, que inciden en la atmósfera nacional y en la conducción gubernamental.

La reactivación no se dará en la medida que se necesita sin un esquema de incentivos diseñado con gran inteligencia creativa y con alto realismo sobre la naturaleza de las circunstancias en que nos movemos. Durante mucho tiempo, a raíz de la obsesiva adhesión al fundamentalismo neoliberal, el tema de los incentivos se volvió casi tabú, cuando en otros países eso es lo más natural del mundo. Tenemos que caer en la debida cuenta de que no somos, ni mucho menos, una isla privilegiada, sino que estamos en el escenario de la competitividad, en el cual el que mejores condiciones ofrece se vuelve el más atractivo. Hay que incentivar para atraer. Y salir del maleficio de estar viendo sólo el interés del erario público, en vez de ver los beneficios para el país. Es lo que pasó con el Puerto de La Unión: toda la discusión se ha centrado en cuánto recibirá el Estado, no en lo que el proyecto bien manejado dejará para El Salvador como conglomerado nacional.

Y, desde luego, ya el sector público no puede seguir gastando alegremente, como lo ha venido haciendo hasta la fecha. Ni el déficit ni el endeudamiento lo permiten. Hay que ordenarse, y esto implica afinar la creatividad para hacer coincidir las prioridades con las necesidades, no la imagen con las cuentas alegres.

En cuanto al endeudamiento, urge una regulación legal del mismo, que haga posible proyectarlo con criterio de permanencia, no en función de la inmediatez política. Así como vamos, los gobiernos sucesivos no tendrán ningún margen de disponibilidad crediticia, lo cual será en el futuro próximo un tapón asfixiante para el manejo del sistema en su conjunto. La austeridad ya no es opcional, sino estrictamente necesaria, y de esto debe tomar activa conciencia la ciudadanía, que es la que siempre estará aquí, en las duras y en las maduras.

Este es momento para actuar en común, con verdadera voluntad de encauzar todas las energías y todas las responsabilidades en un mismo rumbo. Hay que pasar de las consideraciones y de las discrepancias a la construcción de la agenda nacional, que sirva para hoy y mañana.

Hay puntos críticos para la gestión económica que quieren más atención

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