A pesar de no contar con el apoyo suficiente de la empresa privada, federativos, entes estatales y medios de comunicación, nuestra selección de fútbol playa conformada por humildes hombres dedicados, en su mayoría, a la pesca artesanal y a la agricultura, lograron clasificar a su tercer mundial consecutivo. Una gesta realmente gloriosa de la cual cada uno de los salvadoreños nos sentimos plenamente orgullosos.
Escrito por Jaime Ulises Marinero.05 de Diciembre.Tomado de La Página.
Grande muchachos. Si el mar y el cielo son azules, también es azul el uniforme que con orgullo han vestido, por eso salieron como guerreros a darlo todo. A romperse el alma si es posible, porque los colores de la patria se aman.
Ustedes han hecho del pulgarcito de América un gigante de la CONCACAF. De cada uno de ustedes un día se hablará con el orgullo henchido. Humildes, pero valientes; pobres, pero millonarios de anhelos; tímidos, pero altivos a la hora de fajarse en la cancha.
No nos defraudaron. Los millones de salvadoreños confiamos en ustedes, porque sabíamos que contra toda adversidad, ustedes son nuestra mejor carta deportiva. Ahora sobrarán quienes quieran hacerse fotos con ustedes, esos mismos que tuvieron que hacerse los rogados para ceder a darles $30 de viáticos diarios en vez de los míseros $15. Ustedes merecían mucho más. Muchísimo más.
Esos que los vieron con desprecio porque ustedes proceden de familias trabajadoras querrán figurar por un triunfo que es de la nación, pero que gestaron ustedes a fuerza de vencer obstáculos e imponer coraje y amor por los colores patrios.
Habrá políticos populistas que querrán sacar provecho a una gloriosa obra que por tercer año repiten, pero a ellos el pueblo los desprecia… a ustedes les vive eternamente agradecidos y los eleva hasta convertirlos en héroes. Héroes de carne y hueso, pero con la fortaleza de hierro y con la voluntad indomable del linaje de los guerreros cuscatlecos.
Habrá empresas que querrán tomar su tajada, funcionarios que con un tinte de hipocresía les dirán que siempre creyeron en ustedes, pero que nunca tuvieron sapiencia para apoyarlos. Los invitarán a cocteles, donde irónicamente servirán vino y probablemente mariscos que ustedes con mucho sacrificio han sacado de las entrañas del mar. Habrá dirigentes deportivos que lucirán sus mejores trajes para atribuirse parte de su gloria. La gloria es de ustedes y el regocijo de los que fieles aficionados hemos disfrutado de sus goles. De nosotros los aficionados una eterna gratitud y un aplauso perenne para cada uno de nuestra selecta de fútbol playa.
Gracias muchachos, porque en medio de tanta crisis, nos dan una intensa alegría con sabor a triunfo… con sabor a pasión deportiva. Gracias por ponernos en el tinglado del conocimiento mundial, porque han escrito con oro púrpura el nombre de El Salvador.
Trabajaron al borde de las carencias elementales, pero construyeron una obra magnífica. Nuestro tercer mundial. Son grandes, cada uno de ustedes. La historia los recibe en sus anales y cuando los años pasen serán nuestros próceres deportivos. De ustedes se hablará como legendarios súper hombres que vistieron de una hermosa arrogancia la nacionalidad salvadoreña.
Bravo muchachos, siéntase plenos de felicidad porque felicidad es lo que han transmitido. Rediman a sus benditas madres y a los suyos. Den gracias a Dios y sigan adelante. Italia los espera para su mundial y millones de salvadoreños vamos a sentirnos ufanos de verlos vestir los colores de la patria y cantar nuestras sagradas notas del Himno Nacional en tierra ajena.
Desde ya les deseamos éxitos. Cada uno de ustedes está hecho con el temple de los triunfadores, con la mezcla de los que anteponen voluntad y con los insumos que la vida da a los elegidos.
Ustedes no necesitan títulos de hijos meritísimos oficiales, porque lo son en cada uno de nuestros corazones. No cambien nunca, sean siempre humildes y trabajadores que un día la patria los va a reconocer a ustedes y a los suyos.
Gracias compatriotas por habernos dado, con tan poco apoyo de quienes acumularán este grandioso éxito a sus logros inmerecidos, una alegría que se sale del corazón, que penetra al alma y que nos permite gritar a los cuatro vientos. Gracias Dios, por permitirnos ser salvadoreño.
Si el cielo y el mar son azules, sus hijos predilectos son príncipes del orgullo, la voluntad y la fortaleza de los hombres que tiene la sangre impregnada de patriotismo. Loor a nuestro selección de fútbol playa. Que Dios los bendiga seleccionados
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