Óscar Rodríguez Blanco.04 de Diciembre.Tomado de El Diario de Hoy.
El jueves 25 de noviembre fui invitado a ver la premier de la película "La última cima", que se está exhibiendo en Cinépolis, Multi Plaza Pacific en Panamá. Es un largometraje de 83 minutos de gratificante tensión. Había un lleno total. El director de la pe- lícula, el español José Manuel Cotelo, estaba presente.
La película, género documental, nos presenta la vida de Pablo Domínguez, un sacerdote muy querido que murió en un accidente de montaña. Su ejemplo, marca la huella profunda que un buen sacerdote, cercano a su comunidad, puede dejar en el que busca ayuda y consuelo espiritual.
Sus amigos, obispos, sacerdotes, laicos, expresan en este documental conmovedores testimonios de la vida sacerdotal de Pablo. Esta película, como dicen algunos comentaristas, muestra "un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás.
La "última cima" está llena de valores humanos y religiosos, que nos hacen comprender en forma fácil y atrayente los valores trascendentales que conducen a un encuentro con Dios. Un admirador de la película dice que "junto a un montón de filmes que se estrenan, totalmente banales, maliciosos y estúpidos, cuando no abiertamente hostiles al hecho religioso, también se exhiben muchas películas cargadas de valores humanos positivamente evangélicos, filmes que plantean existencias humanas a la búsqueda de lo transcendente, y largometrajes que son verdaderas parábolas que Jesús, si hubiera sido nuestro contemporáneo, podría haber rodado para explicar el portento y la ilusión".
En un tiempo en que muchas personas, que no practican la fe católica y ni siquiera se acercan a los templos, y peor aún, con pocas fuentes de información, se la pasan juzgando y criticando a la iglesia por el pecado y la debilidad de unos pocos, sin fijarse en el testimonio, entrega, y valentía de la mayoría. Mientras escribo estas líneas, me están llegando noticias de una amenaza de expulsión de Bolivia del arzobispo salesiano Tito Solari, que muy consciente de su responsabilidad de pastor, ha puesto una voz de alerta sobre los problemas que afectan a los jóvenes involucrados en las redes de la droga.
Mucha razón tiene el director de la película, José Manuel Cotelo, al decirnos, momentos antes de iniciar la proyección: "Los expertos me lo han dicho claramente: Si hoy crucifico a un sacerdote en público, voy a tener éxito y me van a dar importantes premios. Si por el contrario, hablo bien de un cura, me van a crucificar a mí. Pues, tengo un problema, porque he conocido a un sacerdote buenísimo y me encantaría contarlo". No sé, si con razón o sin razón le han dicho eso, pero lo importante es que tengamos la oportunidad de ver algo bueno que nos va a servir para fortalecer con principios buenos y confiables la vida cristiana.
En la iglesia no sólo hay buenos sacerdotes, hay también muchísimos laicos, que como los que han hecho este documental, y otros que lo han promovido en Panamá, se sienten responsables de su iglesia y no tienen miedo de dar la cara por ella. La película, nos ha dicho su director, no es un discurso, en ella hay personas que hablan con el corazón y nos cuentan de qué modo les ha afectado en sus vidas el hecho de conocer al padre Pablo. Es un ejemplo vivo y cercano de una fe al alcance de todos. Es en definitiva, una historia concreta de amor.
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