Teresa Guevara de López.19 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
El escritor español José Ramón Ayllón en un incisivo artículo titulado: "La estupidez en serie" analiza el impacto que sobre la juventud tienen las series de TV, comentando las opiniones de filósofos y escritores, así como de jóvenes, que constituyen el público más fiel de las series de televisión.
Robert Spaemann opina que "quienes trabajan en TV aplican casi unánimemente el criterio del impacto para seleccionar los temas, por lo que los valores normales de la vida, no tiene ya espacio. La TV ha llegado a destruir sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros, lo normal carece de interés, y por lo tanto, ni la verdad, ni la belleza se respetan como valores. Considera que la dependencia de las personas de la TV es el hecho más destructivo de la civilización actual".
Es Emilio Lledó quien considera "la TV actual como basura. Y su tiranía sobre la conciencia infantil y juvenil, un problema más grave que el desempleo y la crisis económica. La TV ha invadido, sin derecho alguno, el espacio de la educación, introduciendo valores, ideas y palabras mortales para la vida de la mente y de los hombres. La educación auténtica exige idealismo y generosidad, y sólo es posible mediante el cultivo del conocimiento y de la realidad de la vida y de los hombres".
Y es Arturo Pérez-Reverte quien afirma que "no es la historia que cuenta la TV la que refleja la realidad de los jóvenes, sino que al final, resultan ser los jóvenes quienes terminan adaptando sus conversaciones, sus ideas, su vida a lo que la TV muestra. Y es tremendo y preocupante que semejantes personajes irreales y embusteros en su pretendida naturalidad, tan absurdos como el público que los aclama e imita, los que se conviertan en referencias y ejemplos".
Curiosamente, al interrogar a varios adolescentes, sus respuestas no parecen estar muy alejadas de las ya citadas opiniones de los mayores. Leticia, de 15 años, dice que las series de TV confunden el amor con la obsesión de machacar el sexo en la cabeza de los espectadores. Pretenden hacer creer que es normal el sexo fuera de matrimonio, el aborto, la eutanasia y sobre todo, la homosexualidad. Y como los guiones son simpáticos y llenos de humor, parece que todo lo que muestran es bueno y maravilloso.
José Antonio, de 17 años, afirma "si yo fuera un extraterrestre y viera un programa de TV, pensaría que los humanos son unos enfermos que no piensan en nada más que en sexo. Y es la presión de los adultos, quienes por razones comerciales, están destruyendo el período infantil y lanzando, sobre todo a las chicas, a un mundo obsesivamente sexualizado".
Y es Ángeles, de 16 años, quien "lamenta la vulgaridad de los programas en los que se miente, se grita, se insulta y se calumnia. Siendo lo más degradante la reducción de las mujeres a trozos de carne, a compradoras compulsivas y a exhibicionistas de cuerpos espléndidos y cerebros de mosquito".
José Ramón Ayllón recuerda "que los griegos calificaban de obsceno lo que no debía ser representado en un teatro, por considerarlo degradante para el espectador. Pero en este mundo post-moderno, que no necesita la moral, permite que la TV produzca estupidez en serie, y que los televidentes vean con gusto, al haberse acostumbrado a admitir que lo negro es blanco, la noche es el día, y a tomar la basura como la más grande de las creaciones humanas".
Los padres debemos estar conscientes de esta penosa realidad y del peligro a que están expuestos nuestros hijos, al hacer propias las opiniones que los medios transmiten. ¿Será que los padres han olvidado su papel como primeros e insustituibles educadores de sus hijos, y estos están siendo manipulados por los criterios de la televisión?
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