Escrito por Mauricio Pohl. 02 de Diciembre. Tomado de Contra Punto.
Un legado del “nacionalismo” arenero.
SAN SALVADOR - Como cada cierto tiempo los salvadoreños pudimos vivir intensamente el “clásico” de futbol, pero de futbol español.
Los anuncios de los periódicos durante una semana o más, estuvieron centrados en el gran partido de futbol, donde uno tiene oportunidad de ver un futbol moderno, las estrellas más grandes de ese deporte – 450 millones de dólares en la cancha – y ver al más grande jugador del momento: Lionel Messi. Ganó el Barcelona, con un gol espectacular y un Real Madrid que no supo aprovechar la ventaja numérica de sus jugadores, en fin, El Salvador tuvo la oportunidad de ver un gran espectáculo de futbol.
Pero de ser un gran espectáculo a ser el “clásico” de Futbol de El Salvador, debería haber una gran diferencia. Aquí la población está dividida entre los del Real Madrid y los del Barça, con esta denominación del equipo comienzan los grandes absurdos de nuestro pueblo, todos dicen Barza, si nosotros no tenemos esa letra en el abecedario, para nosotros se lee Barca.
Luego, la ciudad de San Salvador, a la hora del partido estaba vacía, todos estaban viendo el “clásico”, y cuando el Barcelona mete el gol hubo una gran cantidad de cuetes por la alegría que les provocó a los seguidores del Barça, por favor, esto debe de parar ya.
Mientras tanto en los estadios nacionales se disputaban grandes partidos de nuestro futbol; a estos eventos los periódicos del día lunes le dedican una sola página en comparación a las seis páginas que dedican al “clásico”. Una de las noticias dice en grande “Clásico en la capital, San Salvador volvió a teñirse de colores blanco y azulgrana para disfrutar del partido más esperado”.
Triste realidad la que vivimos. Porque después de que los areneros han enfermado al pueblo con estos fanatismos, ya no transmiten los partidos por televisión abierta, sino que por cable, por lo tanto, la mayoría de los fanáticos salvadoreños no tienen la oportunidad de ver ese partido tan esperado.
El concepto equivocado de nacionalismo del que hemos sido víctimas durante tantos años, ha degradado todo el orgullo de ser salvadoreños.
El punto importante es elevar lo nuestro, apoyarlo para que crezca, exigir y buscar cambios, no abandonar nuestra esencia, de ninguna manera esto implica rechazar sistemáticamente lo que venga de afuera, sin embargo, hay que abrazar lo que tenemos y lo que somos para tener identidad y fuerza para un futuro mejor.
Si el Gobierno no para esto, dentro de poco comeremos pupusas con tocino (las llamaremos “baicon piupuxas”) viendo el clásico o la champion.
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