Desde la independencia, ahora sí hay un estadista
Escrito por José Arturo Benítez Reyes.18 de Diciembre.Tomado de Diario Co Latino.
Ahora si no hay duda de que todos los poderes del Estado, gobiernos municipales o locales, en fin, todas las fuerzas vivas del país se han contagiado de la forma correcta que hace el Poder Ejecutivo de conducir a las respectivas instituciones del gobierno central. Y no solo eso, también la manera de como analizar y concertar con todos los sectores de la vida nacional los distintos tópicos que conlleven a beneficiar a las grandes mayorías.
Es la sabiduría del presidente Mauricio Funes la razón por la que por primera vez se logró formar y consolidar un equipo de trabajo que en estos días antes de finalizar el año, será debidamente evaluado para lograr hacer algunos ajustes necesarios.
¿Qué hizo la diferencia en este gobierno? Sin lugar a dudas fue el conocimiento profundo que se tenía de la realidad del país, aparte de que Mauricio Funes y Sánchez Cerén recorrieron el territorio, y además vieron las grandes necesidades que tiene más del 80% de nuestra gente en los lugares más recónditos de los 262 municipios de nuestro país, contrario a lo que se hacía antes con otros candidatos de la derecha.
Este punto marcó la diferencia, y es que sus contendientes recorrían el país, más para impresionar con el falso poder y maquillarlo de promesas incoherentes, que identificarse y favorecer al pueblo en general.
Mauricio Funes y Sánchez Cerén, sustentaron su programa de gobierno en medidas concretas y reales que permitió que la mayoría de salvadoreños, incluyendo a los que no votaron por ellos, entendieran que de esa forma podrían generarse políticas públicas que conllevara al alivio de los más desposeídos, y ayudar concretamente con programas sociales urgentes como salud, educación y vivienda.
No cabe duda, que en la mente de los salvadoreños, está plasmado el fracaso de la mayoría de políticas públicas del área social que manejaron gobiernos anteriores desde hace muchos años, y que si algunas fueron implementadas, no tuvieron el impacto esperado.
El inicio del gobierno actual tuvo siempre un horizonte definido, empezando por señalar la corrupción y el crimen organizado, enfocando particularmente al narcotráfico y enfatizando que su combate sentará las bases para impulsar el concepto de desarrollo.
Desgraciadamente, atacar tal flagelo, no ha sido nada fácil; primero se requiere de recursos económicos que fue el primer problema que encontró la actual administración, es decir, un país completamente quebrado financieramente, por causas de irresponsabilidad en el manejo de los dineros del pueblo, lo que originó el gran hueco fiscal de todos conocido.
A pesar de haber recibido un país en bancarrota, inmediatamente, el gobierno de Mauricio Funes, con los escasos impuestos que recaudaba el Ministerio de Hacienda, empezó una ofensiva de atención al área social, eliminando de tajo las cuotas voluntarias en los hospitales públicos, dotación de uniformes y útiles escolares en las escuelas, entrega de los $50 dólares bimensuales a los adultos mayores de 70 años que viven en los municipios de extrema pobreza, programa de casa para todos, se instaló el Consejo económico y Social integrado por el gobierno, empresa privada, universidades y sectores sociales.
Y no solo se esmeró en la parte social, sino, que está sentando base para que todas las fuerzas vivas del país, empiecen a caminar en un solo sentido para fundamentar un verdadero gobierno de unidad, que permita dar soluciones a los reales problemas que tenemos los salvadoreños: inseguridad ciudadana, injusticia social, deficiencia educativa y de salud, exceso de hambre y miseria, contaminación ambiental y abuso en el uso de los recursos naturales, entre otros.
En este siglo 21, ya no se puede hacer gobierno pensando en intereses mezquinos de algunos partidos políticos únicamente o de empresas en particular o gremios definidos de dedo, se debe enfocar rumbos definidos como el saber entender y analizar que cuando resulta un presidente electo democráticamente, lo que viene después el dejar a este primer magistrado de la república, que coordine y dirija las políticas públicas elaboradas en beneficio de todo el pueblo salvadoreño.
Por esa razón, el país necesitaba, un ESTADISTA, gracias a Dios, al FMLN y al pueblo que supo discernir las distintas ofertas propuestas por otros partidos políticos que dejan mucho que desear.
Además de ser profesional, es también honrado, probo y apegado al respeto y cumplimiento de los cánones enmarcados en la constitución de la república, lo cual demuestra en cada uno de sus actos cuando se dirige a cualquier sector del país.
Y nuestro actual presidente, aunque con muchas dificultades y tropiezos, ha sabido jugar al ajedrez, aún soportando a algunos detractores conocidos en el amplio espectro de la derecha ortodoxa, a lo cual el hace caso omiso, porque lo que tales personajes buscan es generar confrontación y desgaste a su nivel de imagen que ha ganado a través de su trabajo al servicio de los salvadoreños. Es por tanto, este dote de estadista, lo que ha marcado la diferencia en su nuevo estilo de gobernar.
Los detractores han insistido y seguirán insistiendo en hacer que el presidente mantenga una confrontación permanente con los dirigentes políticos del partido que lo llevó al poder, lo cual no lograrán jamás, debido principalmente al alto grado de madurez de sus miembros y dirigentes.
Este don de estadista lo hubieran querido tener muchos políticos, y que efectivamente tuvieron la oportunidad para lograrlo, pero, no aprovecharon la ocasión, debido principalmente a la carencia de visión de país y dedicarse única y exclusivamente a favorecer a élites definidas, creyendo que el pueblo no analiza.
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