Escrito por Luis Mario Rodríguez R. Martes 11 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Cuando al Presidente Funes lo trataron de acorralar sus adversarios, queriendo confundir al electorado que era un testaferro de los comunistas, su audacia política, y principalmente la de sus asesores de campaña, salvadoreños y brasileños, lo rescataron del abismo y lo colocaron literalmente adelante de líderes mundiales como Lula da Silva y Barack Obama, todo con el propósito que los ciudadanos confiaran en que él, y no el FMLN, gobernaría en el siguiente quinquenio presidencial. Ahora, a casi cinco meses de su elección, efectivamente Mauricio Funes es el Presidente y debe gobernar sin tendencias, con carácter y firmeza, recurriendo nuevamente a las mejores estrategias que le permitan aislar a los revanchistas y sumar a los que realmente quieren el cambio.
La tarea no ha sido, ni será en los próximos años, nada fácil. El mandatario nos ha sorprendido, a moros y cristianos, con decisiones acertadas como la continuidad del proyecto de construcción de la represa El Chaparral, pidiendo paciencia a las comunidades que se oponen por el impacto ambiental que podría llegar a producir, y expresando que sólo con infraestructura de esta envergadura, podremos hacer frente al déficit de energía eléctrica que deberemos soportar en los próximos años, de no expandir, como ya lo dijo Fusades, la matriz energética, procurando principalmente, la atracción de energía renovable.
Con estos anuncios, el Presidente "mata dos pájaros de un tiro", dispensando la necesaria seguridad jurídica que reclama todo inversionista, nacional o extranjero, diferenciándose así del gobierno anterior, que con un plumazo decidió, por motivos electorales, hacer a un lado la ley de minería y guardar silencio sobre los permisos solicitados al amparo de dicha normativa para la explotación de tal actividad, estemos de acuerdo o no, con la naturaleza de la misma. Y en segundo lugar, permite como ya dijimos, que el país cuente con un recurso adicional, que no se construía desde hace más de treinta años para la generación hidroeléctrica de energía.
Otro incidente que dicen ha enfrentado al Presidente con el FMLN, es la elección del Fiscal General de la República, aunque ésta constitucionalmente corresponda a la Asamblea Legislativa. Si es cierto lo que se comenta, y no constituye una estrategia "inteligente" como si nos encontráramos en el período electoral que ya pasó, a través de la que se quisiera enaltecer la valentía del candidato frente a los más duros de su partido, el primer ciudadano está librando una nueva batalla que ya le significó réditos con su mediación para la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y que podría representar un segundo triunfo para todos aquellos que desde la llanura, soñamos con una institucionalidad fuerte, democrática y principalmente independiente. Por supuesto que en esta empresa, el Presidente no está solo, o por lo menos no debería estarlo. ARENA puede y debe procurar la elección de una figura que como ya lo dijeron muchas voces, no le tema a nadie, ni a iniciar procesos legales por la tipificación de los delitos establecidos en el Código Penal, sobre todo los que a partir del artículo 325 y siguientes, castigan la corrupción en todas sus formas y manifestaciones.
Un ámbito adicional, quizás de los más angustiantes para la ciudadanía en general, es el de la seguridad pública. En éste, el Presidente aún no define su plan estratégico ni da luces para el cambio que anunció cuando era candidato, señalando a la pobreza y a la politización de los planes mano dura, superdura y extendida, como la principal causa de la victoria del crimen organizado por sobre las autoridades legalmente establecidas. Rudolph W. Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, empezó sacando de la calle a los "limpia parabrisas" que atormentaban a los conductores que no les resarcían su trabajo, aún y cuando el parabrisas de sus vehículos quedara igual o peor, como si hubiese caído la peor de las tormentas. Sus asesores legales le expresaron, en base a la normativa vigente, que no podían procesarlos, pues su intención no llegaba a transformarse en un delito, sólo por el hecho de asustar a los conductores. Rápidamente buscaron y encontraron la forma de ficharles y multarlos por una falta que sancionaba "bajarse de la acera y pisar la calle" por el riesgo mismo que implicaba para su vida y la de los automovilistas. Esta pequeña victoria, y no la de reducir de tres mil a mil los homicidios por año en un par de meses, es la que permitió a este alcalde cumplir las expectativas de sus electores, generar confianza y luego, tras un arduo trabajo, disminuir efectivamente las pérdidas de vidas producto de hechos delictivos.
El secreto de Giuliani es público y la aplicación que éste hizo de la famosa teoría de las "ventanas rotas" lo es aún más. Nuestro gobierno debe empezar por lo básico, por aquello que otros no hicieron por tolerantes, negligentes, incapaces o lo que es peor, por corruptos, sin descuidar como es obvio, la lucha diaria contra el crimen, pues las víctimas aumentan y la desesperanza y falta de ilusión aún más. Ordenar el tráfico, impedir el abuso de la libertad de expresión cuando ésta se transforma en violación del libre tránsito, fomentar la conciliación por faltas y delitos menos graves, trabajar en conjunto con la empresa privada y depurar a los malos elementos policiales, sin desechar a los buenos, como ocurrió recientemente con el jefe de la DECO, quizás pueda ser el principio de una tarea frontal contra la delincuencia organizada. Sobre el dilema que el Presidente tiene con su estrategia de comunicaciones, no diré nada, pues sus mismos colegas periodistas, o los que por lo menos lo eran, ya le están susurrando al oído públicamente.
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