Escrito por Rodrigo Chávez. Lunes 3 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Uno de los elementos negativos de la globalización es el surgimiento del nacionalismo el cual, en el caso de América Latina, se expresa en el surgimiento de caudillos.
El chavismo, por ejemplo, es el capítulo más reciente de la tentación latinoamericana por buscar "líderes fuertes", los cuales gobiernan sin ningún tipo de mesura y transparencia. Los Acuerdos de Paz y los procesos de democratización de Centroamérica, buscaban alejarse justamente de este tipo de gobiernos y fortalecer las instituciones democráticas, tales como el Poder Judicial y los partidos políticos.
Dicho proceso, a pesar de sus atrasos, estaba rindiendo frutos en una región con mínimas experiencias en la construcción democrática, con excepción de Costa Rica.
Por eso es que el rechazo a los intentos de reelección y de dominio de instituciones de Manuel Zelaya en Honduras ha sido casi unánime. Sin embargo, el movimiento de Zelaya es solamente una expresión centroamericanizada del chavismo. Dicho movimiento muchas veces es ubicado en la tradicional dicotomía de izquierda-derecha, es decir, entre Estado-mercado.
Sin embargo, el chavismo es una dicotomía entre caudillismo e instituciones, es decir, entre una sociedad de personas y una sociedad moderna. Por ejemplo, según una encuesta realizada en 2008 por Conciencia 21, una encuestadora venezolana, sólo el 37% de los chavistas se declara firmemente en favor de la democracia y un 22% favorece un régimen autoritario.
En cambio, más del 75% de los independientes y miembros de la oposición venezolana se declara en favor de la democracia y sólo el 2% favorece un régimen autoritario. Esta es, por consiguiente, la principal diferencia entre los chavistas y el resto. Los chavistas son abiertamente mucho menos afines a los principios democráticos de una sociedad moderna. Es decir, que el chavismo es una receta que nos aleja de seguir incorporándonos a la globalización económica y al fortalecimiento de la democracia representativa.
El chavismo es, por lo tanto, la principal amenaza a la democratización de la región y su principal razón de división. El caso de Honduras es solamente uno de varios ejemplos de cómo el chavismo logra dividir a la sociedades centroamericanas.
En el caso de El Salvador, la administración Funes debe saber que Chávez es una de las principales amenazas que enfrenta. Funes necesita crear confianza en el sector privado, local y transnacional, de que las reglas del juego van a ser claras y que no habrá decisiones discrecionales en contra de empresarios. Por ende, cuanto más se aleje del régimen de Chávez, más fácil le será lograr este objetivo.
En otras palabras, el chavismo es un aliado que la administración Funes no necesita. Incluso ni siquiera le ayuda a mantener la cohesión interna del FMLN. El FMLN es un partido institucionalizado y disciplinado el cual apoyará a su presidente, sin necesidad de la intervención venezolana.
El gobierno de Funes intenta que el país avance en el camino de la modernidad. El chavismo sólo hará este camino todavía más difícil.
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