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2011/03/01

LPG-El hombre clave (2/4)

 Alejandro Rivas Mira salió del país, a mediados de diciembre de 1973, en una misión tan especial que nadie en el ERP sabía de qué se trataba. Cuando regresó, cinco meses después, las reglas del juego habían cambiado casi por completo en la organización de la cual era el indiscutido número uno. Su mismo rol como dirigente estaba seriamente cuestionado.

Escrito por Geovani Galeas.01 de Marzo. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Su sola ausencia había permitido la reactivación de las discusiones empantanadas pero latentes entre los tres agrupamientos mayores del ERP: la Resistencia Nacional, RN, de Lil Milagro Ramírez y Eduardo Sancho; los Comandos Organizadores del Pueblo, COP, de Joaquín Villalobos y Rafael Arce Zablah, y los guerrilleros puros y duros dirigidos por Vladimir Rogel y Jorge Meléndez.

La actividad militar era el principal elemento aglutinador y el factor definitorio de la militancia del ERP. Pero la RN exigía la supeditación de lo militar a lo político, y el paso a la construcción de un partido y un frente amplio de masas. Era una propuesta afín a la realizada por el COP en su integración federativa al ERP a mediados de 1972, pero algo había cambiado en el último año y medio.

Aunque la unidad militar más numerosa y activa de la organización era la de Vladimir Rogel, el COP también estaba creciendo. Sus dirigentes habían ganado protagonismo al proponer constantemente operaciones y participar en la planificación y jefatura directa de las mismas.

El COP deploraba el poco desarrollo político y el militarismo estrecho de la fuerza de Vladimir Rogel, pero reconocía que su experiencia y capacidad garantizaban las acciones guerrilleras. Por eso habían comenzado a combinar cuadros y unidades de ambos agrupamientos. Además, el COP tenía fuertes críticas contra la Dirección Nacional del ERP y contra la RN.

A la primera le achacaban desviaciones burocráticas, pragmáticas y liberales; a la segunda, una tendencia al intelectualismo y escasa o nula iniciativa y actividad militar. En la edición número 25 de Por la causa proletaria, Lil Milagro describió la situación según la RN:

“La irrupción del trabajo de masas en el ERP agudizó las contradicciones internas. La lucha ideológica estalló en todos los niveles, evidenciando a quienes despreciaban el trabajo de masas y continuaban enfatizando exclusivamente las tareas militares, despreciando la elaboración teórica y profundizando el simple guerrillerismo”. En contrapartida, Villalobos escribe lo siguiente en el Balance Histórico:

“Con el trabajo de masas afloraron las inconsistencias en la RN, para quienes aquello significó la división en la organización entre cuadros militares y cuadros políticos, haciéndose ellos depositarios del trabajo de masas, estableciéndose así un desprecio implícito a todos los ‘activistas’ militares que habían forjado con las acciones armadas la convocatoria y la proyección política del ERP”.

El debate degeneró en un juego de acusaciones mutuas, y no dejó ningún prestigio ileso. Lil Milagro: “Para las bases, la lucha ideológica estalló sin antecedentes, como una tormenta en cielo sereno. Esto provocó el desconcierto, la duda y la desconfianza respecto a una Dirección Nacional a la que se había santificado y de la cual se tenía la idea de solidez y cohesión, y que ahora se presentaba profundamente dividida y en total proceso de descomposición”.

Al final hubo victorias parciales. La propuesta de la RN fue aceptada a medias, pero a cambio sus miembros se vieron prácticamente obligados a integrarse a las unidades guerrilleras. En ese punto la ventaja fue para el otro sector, ya que los cuadros políticos quedaron sujetos a la disciplina militar. Parecía haberse producido un equilibrio de posiciones y de fuerzas. Pero se trataba de un equilibrio precario. Por otra parte, faltaba lo que al respecto tendría que decir Alejandro Rivas Mira, que aún tenía varios ases bajo la manga, y que reaparecería en escena en mayo de 1974.

El hombre clave (2/4)

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