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2011/03/22

LPG-Editorial-Presidente Obama en El Salvador: simbolismo regional

La agenda que trae el Presidente Obama a El Salvador es densa, y se refiere a cuestiones de gran significación para los dos países y en especial para el nuestro.

Escrito por Editorial.22 de Marzo.Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Este día llega al país el Presidente estadounidense, Barack Obama, como tercera parada de su gira latinoamericana por tres países: Brasil, Chile y El Salvador. De seguro es todavía muy sorprendente para muchos, nacional e internacionalmente, que El Salvador esté en ese trío. Brasil es una potencia por sí misma, miembro del famoso BRIC de las nuevas economías emergentes en el mundo, y ahora un paradigma de estabilidad política más allá de cualquier confrontación ideológica. Chile es un ejemplo de continuidad modernizadora altamente exitosa: un país que recuperó la democracia sin perder el hilo conductor del desarrollo. En esas condiciones, ¿cuál puede ser el motivo práctico para poner a El Salvador en el mismo plano? Como las diferencias socioeconómicas y de peso e influencia regional y global son enormes, tiene que haber un factor más simbólico de fondo. Ese factor consideramos que es la naturaleza de nuestro proceso de pacificación, democratización y modernización.

Hay que recalcar que la selección de los lugares de visita del Presidente Obama en esta gira, que fue sin duda estratégica y finamente calculada, de seguro ha tomado mucho más en cuenta las condiciones exitosas de cada experiencia nacional que los problemas que en cada país se enfrentan. En el caso nuestro, es notorio que el proceso salvadoreño, aunque aquí en el interior se valore muy poco este hecho, tiene significativas proyecciones de futuro. El Canciller de la República, en un artículo reciente publicado en nuestras páginas, hace mención del énfasis que puso el Presidente Obama en la palabra “futuro” en su discurso en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, en 2009. Una nueva era de relaciones interhemisféricas con miras al futuro.

Se viene hablando de manera ya sistemática de una nueva alianza estratégica entre Estados Unidos y El Salvador, a la luz del mantenimiento de la normalidad de las relaciones luego de la alternancia en el ejercicio del poder político. Esto es algo que hay que seguir destacando, porque es un dato revelador de cómo se pueden dar las cosas en esta era de ejercicios más pragmáticos que ideológicos, dentro del marco de la globalización que a todos nos abarca. Y para más, el mismo FMLN, que tuvo siempre, como parte de su línea natural de acción, una postura “antiimperialista”, hoy valora como positiva esa relación estrecha y normal con Estados Unidos.

Evidentemente, los tiempos cambian, y nadie –ni los más recalcitrantes negadores de los giros evolutivos de la realidad– puede escapar a esa dinámica. Por eso nadie la tiene fácil en la actualidad, en ninguna parte. El mismo Presidente Obama, que representa tantas novedades en el panorama político estadounidense, está rodeado de problemas. Pero lo importante de veras es construir entendimientos fortalecedores para todos, tanto en lo nacional como en lo internacional. Perseverar en esa línea –se trate de un país grande o de un país pequeño, y de cualquier latitud del planeta– es clave para funcionar bien en todos los órdenes.

La agenda que trae el Presidente Obama a El Salvador es densa, y se refiere a cuestiones de gran significación para los dos países y en especial para el nuestro. En una visita de esta naturaleza habrá sin duda buenas noticias, pero tampoco hay que esperar anuncios de novedad espectacular. Si el simbolismo de la presencia se logra articular en más y mejor cooperación, ése será el logro más significativo de esta ocasión tan señalada que ya es trascendental en sí.

Presidente Obama en El Salvador: simbolismo regional

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