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2011/03/01

EDH-Editorial-El drama del joven árabe sin trabajo y sin futuro

 Los pueblos donde ser burócrata es una solución de vida carecen de futuro, se vuelven aletargados y están peligrosamente al borde del derrumbe económico

01 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.

 

Los jóvenes derrocaron a Ben Ali, el dictador de Túnez, echaron a Mubarak y son la amenaza en Yemen, en Bahréin y en prácticamente todos los despotismos árabes. Jóvenes en buena parte sin trabajo y sin futuro pero con expectativas y sueños.

En Arabia Saudita, en parte por el clima, se sufre de otro grave problema: los jóvenes son haraganes, no les interesa estudiar profesiones técnicas o carreras liberales (predominan los "estudios islámicos" por sobre las especialidades de ingeniería) y su mayor aspiración es conseguir un empleo estatal o ser parte del grupo económico familiar, lo que sirve para pasarla pero no para otra cosa.

Es significativo que en Arabia los técnicos, profesionales, los que manejan la industria del petróleo, los que suministran servicios, no son locales, sino extranjeros que provienen del Medio Oriente y de Asia.

Los pueblos donde ser burócrata es una solución de vida carecen de futuro, se vuelven aletargados y están peligrosamente al borde del derrumbe económico. En esos espejos debemos vernos los salvadoreños, pues lo único que aquí crece es la burocracia, no la producción. Pero, además, la burocracia crece por ser una manera de compensar a los compañeros, devolver favores e irse apoderando de todo el aparato estatal.

Cuando hay competencia sólo vale la capacidad

En Egipto, un país relativamente libre pero bajo el enorme peso de una estructura de corrupción y compadrazgo, se sufre un entrampamiento debido a que hasta la caída de Mubarak, las estructuras económicas no premiaban al eficiente, sino que estaban al servicio de la casta en el poder, de los que por influencias obtenían permisos y lograban que sucedieran cosas. Una sustancial parte de los beneficios de la actividad económica iba a parar a los bolsillos del clan Mubarak, como también fue el caso en Libia, donde los Gadafy exigían participaciones accionarias para autorizar el establecimiento de una empresa en el país. Es una variante de lo que en inglés llaman "crony capitalism", capitalismo de los compadres, que en parte se rige por las leyes del mercado, en parte por el entramado de influencias.

En tal situación los jóvenes sólo con mucha dificultad encajan, pues el empleo, los salarios y las posibilidades de avanzar están limitados por el engranaje de la corrupción. A esto se suma otro hecho, un fenómeno universal: es difícil acceder a puestos o entrar en una empresa, pues los sindicatos y grupos de influencia impiden la movilidad; al haber una apertura, los que se contratan son familiares, como aquí sucede en varias instituciones.

Es claro que si para avanzar "tienes que tener entronques", los jóvenes y adultos no se ocupan tanto de capacitarse, de aprender, de ser más responsables y eficientes, sino de acercarse a los poderosos, adularlos, esforzarse para integrarse en las estructuras de la sinvergüenzada. Eso es lo que ha sucedido en Egipto, con el agravante de que los jóvenes no se prepararon lo suficiente porque de nada les servía, pero con el levantamiento han caído de golpe en un mundo donde sí tiene valor lo que se sabe y se puede.

En toda organización hay algo de la "cultura de la cherada", pero mientras más competitivo es un sector o campo, menos vale el ser cuñado o hermano, y más el ser capaz y responsable. La gran tarea de los jóvenes es valerse por sí mismos.

elsalvador.com, El drama del joven árabe sin trabajo y sin futuro

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