Carlos Abrego.02 de Diciembre. Tomado de Raices.
La responsabilidad de los dirigentes del FMLN respecto a la situación política actual es descomunal, aplastante. Pero no podemos separar esta responsabilidad de manera tajante entre los dirigentes y las bases. No es la misma, no tiene las mismas dimensiones, no obstante son las bases y sus dirigentes los que conforman el partido político.
Pero de qué situación estoy hablando, resulta que desde que fue nombrado Mauricio Funes como candidato a la presidencia hasta hoy los dirigentes habían guardado silencio sobre las motivaciones profundas de ese nombramiento. Hace unos días, José Luis Merino al justificar su proposición de que el próximo candidato tiene que salir de las filas del FMLN, afirma que ahora la gente que antes tenía miedo respecto a su partido y sus objetivos, ya lo perdió. Afirmó que ese ha sido el papel de la candidatura de Mauricio Funes. ¿Se lo explicaron esto a los militantes los dirigentes que pactaron la candidatura? ¿Los militantes pidieron alguna explicación? No sucedió ni lo uno, ni lo otro.
Pero si alguien escribe que los dirigentes del FMLN tienen doble lenguaje, los militantes saltan encabritados, amostazados, enfurecidos a defender a sus dirigentes. Pero estas declaraciones de Merino no están ellas mismas delatando este doble lenguaje. Si con Funes lo que apuntaban era hacer desaparecer el miedo, le estaban mintiendo a las personas que temían, pues les pusieron a Funes de carnada. Cuando en artículos publicados aquí mismo denuncié este doble lenguaje, hubo personas que me explicaron que se trataba de una estrategia, que ponían a Funes para que los indecisos votaran en favor del FMLN, que una vez en el poder ya las cosas iban a ser distintas. Repetí que un partido revolucionario no puede acceder al poder con ese tipo de triquiñuelas, con esas trampas. El partido revolucionario debe mostrar claramente cuáles son sus intenciones, no se puede construir una nueva sociedad basándonos en mentiras.
Algunos me afirmaron que era necesario ser pragmáticos, que lo que se perseguía era desalojar a Arena del poder, como primera etapa, que para eso iba a servir la candidatura de Funes. Este recurso a la palabra “pragmatismo” no es una postura filosófica, no es al pragmatismo en tanto que filosofía que los militantes del FMLN y sus allegados se referían al utilizar esta palabra. Se trata de otra cosa, se trata de una concepción reducida del pragmatismo, que se ha convertido en cinismo, alegando que el fin justifica los medios. Es de este pragmatismo que ellos hablaban.
Cuando afirmé que esa actitud no era revolucionaria, pues al mentirle a una parte del electorado, no se le estaba convenciendo de la justeza de la política del FMLN, sino que se le estaba tratando como un pez que hay que pescar. Una actitud revolucionaria no consiste en llegar al poder a toda costa, sino que el pueblo, sí, que el pueblo tome el poder usando el instrumento político que es el partido. Pero si los que dirigen este partido, no tratan, ni intentan ni un sólo instante de llevar adelante una lucha política de convencimiento hacia las clases medias y hacia gran parte de los obreros y campesinos que votan por la derecha o que no se decidían votar por el Frente, están capitulando, cediéndole el terreno a las fuerzas de la reacción.
Pues de eso se trata. Ahora tenemos a un presidente que comenzó por declararse independiente del partido que lo llevó al poder, que adoptó actitudes autoritarias hacia sus propios ministros e insultante hacia los diputados de su partido. Tenemos a un presidente que se declara un aliado del imperialismo estadounidense, las cosas hay que llamarlas por su nombre. Sobre esto aún no han dicho nada los dirigentes del FMLN y sobre esto se quedan mudos los militantes del FMLN, pues todavía no tienen “línea”. Tenemos a un presidente que consulta sus leyes y proposiciones de leyes primero con el patronato y luego pasa la ley a la Asamblea. Tenemos a un presidente que tiene como primer objetivo servirle a la burguesía. Este presidente “espantamiedos” se enfrenta con el rechazo de cooperación de la ANEP, que hasta ahora salió a la palestra política actuando como partido político, mientras sus partidos se repusieran de la derrota. Este presidente nos propuso una pacto de “unidad nacional”, el resultado ya lo estamos viendo, este pacto consiste en que los trabajadores deben conformarse con las migajas y remiendos sociales del gobierno y que acepten endeudar al país para que los empresarios puedan recibir del Estado pedidos de construcción de carreteras, de presas, de escuelas, etc. Son los patrones los que se quedarán con la gran tajada y son los trabajadores los que pagarán las deudas contraídas. He escrito escuelas, pero no sé exactamente si hay un plan de construcción masiva de escuelas públicas, no lo creo. Lo más probable es que se construya mayor número de infraestructuras para uso exclusivo de la oligarquía. Sin que esta participe al esfuerzo fiscal.
Pero lo que es peor, José Luis Merino sin cubrirse con velos la cara, se ofrece a la oligarquía como sustituto de Arena. Merino ha hecho el análisis de que las clases medias y parte del patronato ha perdido el miedo al FMLN, que se han dado cuenta que no constituyen ningún peligro para sus intereses de clase. Es esto lo que significa el ofrecimiento de servicios que ha hecho Merino en nombre de su partido, insisto, en nombre de su partido, no sólo de la cúpula, no, es en nombre también de las bases, de las que pronto harán campaña, de todos esos que no admiten este tipo de crítica que estoy haciendo en estas líneas.
Tal vez me pregunten ¿qué proponés vos? Primero lo que propongo es que nos demos cuenta que al seguir una política oportunista, pues no es otra cosa lo que hicieron al poner a Funes como candidato, al seguir ese oportunismo nos han conducido a un callejón sin salida. Pues ahora se trata de volver a la lucha política, ir hacia la gente, pero no para “enamorarla”, sino que para politizarla. No sólo se trata de “enamorar” a la gente como propone Merino, sino que se trata de combatir la ideología dominante, la ideología de la burguesía, se trata de mostrarle a los trabajadores que sus intereses de clase no pueden verse unidos con los de la oligarquía. Se trata de mostrar que este sistema ha caducado, que no puede resolver los problemas del país. Todos los problemas sociales que nos agobian no son fatalidades, no nos han caído del cielo como una maldición divina, sino que son la consecuencia lógica de un sistema que tiene como prioridad el beneficio individual del empresario. La acumulación de riquezas en manos de tan poca gente es un factor antieconómico, pues toda esa riqueza no puede emplearse en beneficio de todos, ni reinvestirse en la producción de bienes necesarios para el país. Lo estamos viendo ahora mismo, no invierten, exportan capitales, evaden impuestos, se burlan del fisco al retener la devolución del IVA.
Claro que todo esto no conduce directamente a una victoria electoral inmediata. Movilizar a las clases trabajadores en defensa de sus intereses, es mucho más eficaz que acceder con mentiras al poder ejecutivo para proponer “pactos nacionales”. La lucha política se gana con argumentos, se gana convenciendo, se gana con un pensamiento revolucionario. La lucha política no se gana con patrañas electoreras, no se gana proponiendo sus leales servicios a la oligarquía.
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