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2010/12/21

EDH-Los empresarios y la calidad institucional

 Alejandro Alle.21 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.

"Ninguna sociedad es superior a sus universidades", escribió hace unos días, con acierto, Oscar Picardo. Tampoco existe sociedad alguna donde la dirigencia política sea superior al resto de la dirigencia. Que alguien imaginase tal cosa como posible simplemente delataría una enorme ingenuidad.

Ahora bien, nadie duda que la dirigencia política en América Latina, a juzgar por sus acciones y omisiones, deja mucho qué desear. Pero, ¿cuánto peor es que el resto de la dirigencia?, ¿es realmente mucho peor?, ¿o apenas "un poco" peor?

Quien buscó respuestas a tales preguntas conceptuales fue Martín Krause, director del CIIMA (Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina), dependiente del ESEADE de Buenos Aires, en oportunidad de la publicación del Indice de Calidad Institucional (ICI) 2010. Se trata de una medición que consolida, para cada país del mundo, los resultados de cuatro indicadores políticos y de cuatro indicadores económicos.

Entre los indicadores políticos considera: Voz y Rendición de Cuentas (Banco Mundial), Vigencia del Derecho (Banco Mundial), Percepción de Corrupción (Transparencia Internacional), y Libertad de Prensa (Freedom House).

Y entre los indicadores económicos selecciona: Haciendo Negocios (Banco Mundial), Competitividad Global (Foro Económico Mundial), Libertad Económica (Heritage Foundation/ Wall Street Journal), y Libertad Económica en el Mundo (Fraser Institute).

Lo realmente interesante, por cierto, más que ver un ranking de tipo deportivo..., es observar la extrema correspondencia existente entre los resultados del ICI de un país determinado y la calidad de vida de sus habitantes, sea que a esta última se la mida en términos de ingreso per cápita o de desarrollo humano. Ocurre que la correlación ICI versus calidad de vida es simplemente abrumadora.

Claro que lo novedoso en esta ocasión fue que para presentar los resultados del ICI 2010, Martín, de quien fui alumno y a quien siempre consideraré mi maestro, convocó a importantes dirigentes empresariales para discutir el concepto de "responsabilidad cívica directiva". Y obtuvo, con claridad, de los propios empresarios, respuestas a aquellas preguntas conceptuales: ¿son los políticos mucho peores, o apenas un poco peores que ellos?

Por ejemplo, el presidente de Shell Argentina, Juan José Aranguren, recordó un sabio dicho popular: "la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer", manifestando de tal modo que la responsabilidad de ciertas malas decisiones de política económica no sólo es de quienes las toman..., sino también de quienes las consienten, las aceptan e incluso las incitan mediante sus acciones de lobby. Nada nuevo bajo el sol, salvo el reconocimiento explícito.

Agregó luego que "desde el sector empresario hemos contribuido, y mucho, al deterioro de la calidad institucional". Hablaba de la Argentina, aunque estaríamos frente a otra enorme ingenuidad en caso de suponer que no hace falta reflexionar sobre tales cosas en estas playas cuscatlecas.

El sector privado de la economía, representado por las empresas, es el carro que impulsa el crecimiento económico de una sociedad. Es, también, el único que verdaderamente puede impulsar la calidad de vida de sus habitantes. No nos engañemos.

Eso sí, nadie debería olvidar que ese carro necesita transitar por una carretera pavimentada, llamada calidad institucional, cuya construcción y mantenimiento no sólo es responsabilidad del sector público sino también de la dirigencia en general. Y de la dirigencia empresarial en particular, pues estamos hablando de temas económicos.

Finalmente, en línea con el punto anterior, es básico enfatizar el concepto de "responsabilidad cívica directiva", de importancia estratégica, pues pone de manifiesto el papel institucional que debe jugar la dirigencia empresarial. Por ejemplo, para no seguir durmiendo sobresaltados por madrugones legislativos.

Y debe diferenciárselo, claramente, de esa entelequia manipulable (y manipulada...) denominada "responsabilidad social empresarial", que en el mejor de los casos es mera táctica de imagen, y en el peor responde a esa insólita necesidad de lavar la (supuesta) culpa de ser empresarios. Esa culpa que algunos, ingenuamente, se dejaron colgar. En vez de sentirse orgullosos de ser fábricantes de empleos. Los genuinos.

Hasta la próxima.

alejandro_alle@yahoo.com

elsalvador.com :.: Los empresarios y la calidad institucional

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