Marvin Galeas.02 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Dos son los peores enemigos del sistema de libre empresa: los buenos comunistas y los malos empresarios. Aquellos, como suele decir Dagoberto Gutiérrez, no quieren que del sistema quede piedra sobre piedra. Estos se aprovechan de las piedras del sistema. Hay que decir que los afiliados al socialismo del Siglo XXI, han llegado al gobierno gracias a su persistencia y su enorme capacidad de engaño… y por la generosa ayuda de los malos empresarios.
Los malos empresarios, aquellos que siempre están buscando ventajas en su relación con los gobiernos, sean estos liberales o populistas; los que siempre ven en el cliente un pollo a desplumar; los que hacen de la Responsabilidad Social Empresarial una farsa publicitaria, son los que indisponen a la gente, sobre todo a la consumista clase media, para que cansada y desencantada termine votando por los populistas.
Hay ciertos negocios en los que afortunadamente uno puede escoger. En la avenida Chiltiupán, por ejemplo, hay tres estaciones de servicio de combustible. En una de ellas hay que esperar siglos para que a uno lo atiendan. Los empleados son, para decirlo de manera amable, parcos y siempre parece que están disgustados con lo que hacen. En la otra el servicio es algo mejor, pero no tanto. Pero hay una, en la que todos sus empleados parecen haber recibido cursos intensivos de relaciones públicas. Son la esencia de la amabilidad.
Además la vigilancia no permite borrachos, ni pedigüeños. Mientras se llena el tanque, los muchachos limpian los vidrios, calibran las llantas, revisan los motores. Nada en especial, pero hay una actitud claramente diferente en esos empleados. La seguridad es muy buena. Cuando las otras estaciones lucen vacías, ésta permanece llena. Cuando hay un buen servicio, uno prefiere esperar un poco. Bendita sea la competencia.
El mercado funciona, y funciona bien, cuando uno decide, por ejemplo, qué radioemisora quiere escuchar, qué marca de jabón comprar o qué periódico leer. Pero no siempre escoger es tan fácil. Hay empresas como las ligadas al sistema financiero y los operadores de teléfonos, Internet y televisión por cable, en los que uno firma contratos de los que resulta todo un calvario salirse. Es como si se hubiese firmado un pacto con Satán.
Hace unas semanas hice una crítica, sin mencionar el nombre, a un conocido banco del país. Recibí una enorme cantidad de correos electrónicos de personas que se sumaron a la queja. Lo sorprendente es que todos identificaron al banco en mención. Algunos de esos testimonios eran verdaderamente indignantes. Hace unos días una amiga me contó el gólgota que está subiendo, desde que pagó un crédito antes de tiempo. Uno entiende que a los que prestan dinero no les gusta que les paguen rápido. Su negocio es precisamente cobrar intereses. Fabuloso.
Lo que no entiendo, por ejemplo, es por qué someter a una persona que ha pagado un crédito antes de lo establecido, a un injustificado acoso. Además se le hace perder tiempo y dinero en desesperantes trámites de oficina en oficina. Y no son casos aislados. Tengo algunas preguntas a los malos empresarios:
¿Por qué cuando ustedes cometen un error en contra del cliente, no lo resuelven con la misma melosidad y sonrisas con las que ofrecen los productos y servicios? ¿Por qué lo hacen a uno deambular de oficina en oficina o a gastar en llamadas telefónicas y gasolina resolviendo problemas generados por ustedes mismos, en sus famosos "sistemas"?
¿Por qué ese tono de "te voy a embargar" que usan sus empleados de call center, cuando alguien se atrasa por olvido ¡dos días! en el pago de 28 dólares en una tarjeta de crédito, cuando por otro lado se tiene un record impecable en montos crediticios muchísimo mayor? ¿Por qué siguen usando letra chiquita en los contratos? ¿Por qué no se toman la molestia de leerle a la gente los documentos que tienen que firmar? ¿Cuál es la prisa? ¿Qué esconden con el viejo truco de la letra chiquita?
¿Por qué en la publicidad de venta de ciertos productos, vehículos por ejemplo, ofrecen una cosa, pero cuando uno llega a preguntar le dicen otra? ¿Por qué en sus promociones no explican claramente en qué consiste eso de "restricciones aplican", casi siempre dicho a la carrera en la publicidad de radio? Pareciera que en los servicios mencionados, más allá de la parafernalia de la publicidad, los famosos "sistemas" están totalmente orientados contra el cliente.
Definitivamente los malos empresarios son los mejores aliados de los enemigos de la libre empresa. Al que le pica… que corrija.
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