Las ventas callejeras en el país no son de pequeños comerciantes, sino puestos controlados por mafias que extorsionan, venden espacios en las aceras, participan en el tráfico de estupefacientes
06 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Ocupaciones se pierden con el reordenamiento capitalino, pero son en parte actividades ilícitas, son competencia ilegal a otros comerciantes, usurpan espacios públicos, ensucian aceras y calles, amparan a la delincuencia y, lo más grave, impiden que el centro de San Salvador se pueda rescatar y reconstruir.
Por cada puesto de trabajo que deja de ser, se abren puertas a la creación de muchos más nuevos, lícitos y ordenados empleos, como los que tenía San Salvador antes de que se entregaran calles y aceras "al pueblo", como si fueran propiedad de alcaldes y concejos.
El alcalde Quijano merece la gratitud de todos, pues ha tenido la visión y la valentía de ir ordenando, limpiando y rescatando a San Salvador del desastre en que actualmente se encuentra.
No somos los únicos que perdieron el corazón de su capital o de la urbe en la que viven, por la irresponsabilidad y la complicidad de alcaldes sin moral ni cabeza.
El desorden del centro de San Salvador también fue la desgracia de la peruana Lima, que pasó de ser una hermosa ciudad colonial para transformarse en un chiquero hasta que la rescataron, como también fue el caso de Quito. Y nadie lo aprecia mejor que los limeños y los quiteños, que estaban forzados a convivir con la mugre, las ventas de falsificados, la delincuencia que medra al amparo del desorden, el comercio de objetos robados, incluyendo joyas y móviles que con frecuencia fueron causa de homicidios.
Las ventas callejeras en nuestro país no son de pequeños comerciantes, sino puestos controlados por mafias que extorsionan, venden espacios en las aceras, participan en el tráfico de estupefacientes y armas, extorsionan a los comercios que todavía sobreviven, venden lo robado en hospitales y clínicas públicas, dispensan medicamentos falsificados y amenazan y agreden a los que se les oponen.
Desorden y suciedad caracterizan al Tercer Mundo
Nadie ha hecho, lo que es pertinente, un estudio del costo que ha tenido el bloqueo de calles y aceras para el transporte público y privado en gasolina adicional, desgaste de motores y carrocerías, pérdidas de tiempo, limpieza de aceras, insalubridad y todo el resto de males apocalípticos. Han pasado treinta años desde que se entregaron "al pueblo" las calles y aceras del centro. Y cada día los inconvenientes, la suciedad, el costo y el deterioro urbano se va sumando.
No se ha hecho el cálculo en parte por el miedo de enfrentar una terrible realidad, de que el tercermundismo, la demagogia y el desorden son como las enfermedades del cuerpo social, lo que mantiene a los países en el retraso, lo que impide que la gente pueda ir superando sus pobrezas y limitaciones.
El alcalde ha ido reordenando con los propios pero flacos recursos con que cuenta. No ha tenido la suficiente colaboración de parte de la Policía ni del gobierno porque lo que otros hagan de bueno se debe ignorar o minimizar. De hecho cuando grupos irregulares (que no cuesta adivinar quiénes los apoyan) bloquean calles, entorpecen el tránsito, manchan paredes y espantan a los transeúntes, "la autoridad" brilla por su ausencia.
O todavía más aflictivo, no tienen los alcances para ordenar el tráfico de vehículos en las calles por donde los automovilistas están forzados a transitar al cerrarse una vía.
Siga, estimado alcalde Quijano, con su constructiva, sensata y honesta labor.
elsalvador.com :.: Bloquear aceras y calles tiene un costo muy alto
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